Madrid, 24 oct (EFE).- Garantizar la seguridad alimentaria de una humanidad creciente que habita en un planeta con síntomas evidentes de padecer una crisis climática es un desafío que, según algunos expertos, puede tener una mejoría más allá de 2050 ,cuando la población mundial revierta la tendencia de crecimiento.
Así lo defiende el director del Instituto de Sistemas alimentario de la Universidad de Nottingham, Jack Bobo -ganador 2024 del Borlaug CAST Communication Award-, sobre su visión de la agricultura y la innovación en el sector agropecuario.
Este jueves se celebra el Día Mundial contra el Cambio Climático, una realidad que afecta de lleno a la seguridad alimentaria por el consumo de recursos que se necesita para alimentar a una humanidad que, por ahora, sigue creciendo.
En una intervención y discusión con periodistas agroalimentarios de todo el mundo organizadas por el Instituto Americano de Cooperación en la Agricultura (IICA), en Costa Rica, el profesor Bobo arrancó su alocución preguntando si puede la agricultura salvar al planeta.
La ecuación plantea datos que son bien conocidos y que el experto no obvió: el 70 % del agua se usa para la agricultura y de esta actividad derivan el 25 % de los gases de efecto invernadero.
Además, se necesitará un 25 % más de alimentos para una población actual de 8.000 millones de seres humanos que llegará a los 9.500 millones en 2050.
Es a partir de ahí, cuando según sus cálculos, la tendencia de crecimiento de población «se revertirá», por lo que los próximos 25 años son los «más importantes en la historia de la agricultura», pues a partir de esa fecha no será necesario «producir más y más».
Según su argumentación, «solo que hay que conseguir llegar a 2050» con el suficiente cuidado de los recursos pues, a partir de ahí, la presión para garantizar la seguridad alimentaria se reducirá.
Y en su presentación dio un mensaje disruptivo en términos de optimismo: las «cosas no están tan mal», pero la evolución y la innovación para producir más con menos debe ir «más rápido».
Otro experto en medioambiente, en este caso el exministro de Ecuador, Gustavo Manrique, recordaba tras ser elegido embajador de Buena voluntad del IICA, en 1970, año en el que nació, que la población mundial era de aproximadamente tres mil millones de personas, mientras que hoy en día supera los ocho mil millones.
Este crecimiento poblacional ha ejercido «una enorme presión», apuntó ante un grupo de periodistas agroalimentarios, una tensión «sobre los ecosistemas, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad a medida que se destruyen hábitats naturales para satisfacer las necesidades humanas».
La conocida como triple crisis planetaria, ha dicho, lleva a que sea la especie humana la que esta en riesgo: «Si el planeta desaparece, el ser humano desaparece, pero si el ser humano desaparece, el planeta reverdece, ya lo vimos durante la pandemia».
Y coincidió con el profesor Bobo en que «estamos en un momento crucial para el planeta», pues nos encontramos ante «la primera generación que está sintiendo los efectos de cambio climático y también la última que tiene la posibilidad» de hacer algo al respecto».