Amor, soledad y fantasía en la Bizkaia industrial: así es el nuevo estreno del cine vasco

El director David Pérez Sañudo (d) y la actriz Miren Gaztañaga (i) durante la presentación de su última película 'Los Últimos Románticos' este lunes en Madrid. EFE/ Mariscal

Madrid, 4 nov (EFE).- La nueva apuesta del cine hecho en euskera se llama 'Los últimos románticos', del bilbaíno David Pérez Sañudo, una historia de amor, soledad y fantasía en un municipio vizcaíno al que se le acaba el esplendor industrial y que sostiene por entero la actriz Miren Gaztañaga.

Esta producción, que se estrenará en salas el 15 de noviembre tras proyectarse por primera vez en el pasado festival de San Sebastián, está basada en la novela homónima de Txani Rodríguez, publicada en 2020.

Ambientada en una localidad de Bizkaia que se encamina hacia el fin del auge industrial, como muestra el conflicto laboral de la fábrica en la que trabaja el personaje central, 'Los últimos románticos' es la historia de Irune, una mujer que vive sola, aislada y aún convaleciente del trauma provocado por la muerte de sus padres.

Un bulto en un pecho le coloca frente a su mundo cerrado y monocolor, del que sólo puede escapar gracias a la fantasía y a un teleoperador de Renfe llamado Miguel María.

Un trabajo actoral sobre «deseos escondidos»

MADRID (ESPAÑA), 04/11/2024.- El director David Pérez Sañudo (i) y las actrices Miren Gaztañaga (2i) y Maica Barroso (3i) durante la presentación de su última película 'Los Últimos Románticos' este lunes en Madrid. EFE/ Mariscal

Miren Gaztañaga, nacida en Rentería en 1979, es Irune. Dice a EFE con motivo de la presentación de la película este lunes en Madrid que a su personaje las mismas «pérdidas dramáticas» que le suceden son a la vez «catapulta» hacia la vida.

«Porque hay sucesos que te agarran a un dolor, y se queda ahí estancado y te mantienen en un día a día triste y enclaustrado, con dificultades para relacionarte con la sociedad. Pero a Irune esto mismo luego le empuja y hace que la persona se abra», describe.

Para poner piel y emociones a ese salto, Gaztañaga poné énfasis en el trabajo que hizo con los deseos del personaje, deseos «escondidos». «Había que comprender esa contención y entrar en la vulnerabilidad, porque Irune es una mujer sensible y frágil cuando construye su mirada».

El reto cinematográfico de la introspección

MADRID (ESPAÑA), 04/11/2024.- El director David Pérez Sañudo (d) y la actriz Miren Gaztañaga (i) durante la presentación de su última película 'Los Últimos Románticos' este lunes en Madrid. EFE/ Mariscal

No fue sencillo convertir en imágenes el mundo interior de Irune. El recurso habitual en el cine es la voz en off.

Para David Pérez Sañudo había que huir, sin embargo, de la voz en off: «Nos daba miedo esa subjetividad», asegura.

¿Cómo plasmar en imágenes tal caudal de introspección? «Éste fue el reto de la película y uno de los miedos» de la adaptación de la novela, afirma el cineasta, quien con su ópera prima, 'Ane', una trama también sostenida por una mujer, logró triunfar en los Goya del año 2021.

Gracias al guión, que escribe Pérez Sañudo con Marina Parés, y a la interpretación de Gaztañaga, Irune es un personaje «aún más interesante cuando piensa», dice el cineasta.

Un mundo que se acaba

Días nublados, la amenaza pertinaz de la lluvia y el tránsito hacia una era posindustrial, son otros ingredientes que componen 'Los últimos románticos'.

El cineasta vasco explica que en muchos municipios de la margen izquierda de Bilbao está presente todavía «la época del esplendor industrial», y por ello, la película está rodada en una fábrica de Gernika que «evoca esa geografía» de chimeneas soltando humo.

A Pérez Sañudo le interesó volcar en la película ese «mundo metalizado», la carcasa gris dentro de la que vive Irune, residente en un bloque de viviendas en el que los vecinos evitan los problemas del de al lado con silencios y miradas a otra parte. Irune se resiste a su manera a esta deriva.

¿Irune es la última romántica? Pérez Sañudo responde que el romántico es «el último que se queda en un lugar que va a desaparecer».

Gaztañaga recuerda que Irune atraviesa su rutina gris desde «puntos de fuga», desde «un mundo imaginario» y desde «un amor romántico» que le alimenta y da vida.