Luis Ortega
Sevilla, 27 abr (EFE).- Las calles y plazas de toda Andalucía se llenan estos días de sus tradicionales Cruces de Mayo, fiesta ancestral que se remonta a ritos paganos y que ha tenido una continuidad histórica hasta convertirse en símbolo de religiosidad popular y diversidad, celebrado de diferentes formas, pero siempre con flores, la llegada de la primavera.
El origen de las cruces de mayo de Andalucía, «pero que es una fiesta que llega incluso hasta América», se remonta a «fiestas paganas previas a la Bética», aunque es esta época romana cuando realmente «explotan» al celebrar «las fiestas de floralia» y «especialmente el 3 de mayo», según explica a EFE Antonio Manuel Rodríguez, escritor y profesor de la Universidad de Córdoba.
Una fiesta «en honor a la diosa Flora» que «se cristianiza» cuando, según la leyenda, Santa Elena, madre del emperador Constantino, «encuentra en el mayo del 326 la cruz» de Jesucristo. Y desde entonces se populariza una celebración se desarrolla «después de la conquista castellana», ya que la población conversa «tiene que demostrar que no es judía o musulmana» y la mejor manera es «colocar la cruz en las fiestas paganas dedicadas a las flores».
Córdoba y Granada rebosan cruces
Según señala Rodríguez, la celebración de la fiesta está más arraigada en zonas de Córdoba, Granada o Almería, aunque «adopta distintas formas» en función del lugar.
En la capital cordobesa, donde ya las disfrutan hasta el 1 de mayo, cerca de una cincuentena de cruces, que este año cumplen su centenario, se instalan en sus principales plazas y de ello se encargan, principalmente, las hermandades y cofradías, si bien cada año van ganando presencia asociaciones vecinales.
En la provincia también destacan las de Añora, una celebración más austera pero que muestra verdaderas obras de arte en forma de cruz.
Algo similar ocurre en Granada, donde la festividad del Día de la Cruz se extenderá este año dos días hasta el 4 de mayo, y no estará permitida la instalación de barras en las calles, solo en recintos cerrados. En este caso, la celebración moderna tiene su origen a principios del siglo veinte en los barrios del Albaicín y El Realejo, donde los jóvenes construían pequeños altares en torno a una cruz.
Las principales plazas y barrios de Granada exhiben sus cruces adornadas con flores, mantones, cerámicas y unas tijeras clavadas en una manzana para advertir en sentido figurado, como manda la tradición, que el que se atreva a criticar la cruz se expone a que le corten la lengua.
Las 'mayas» de Almería y Sevilla
Igualmente, en Almería, que celebran ya cruces hasta el 4 de mayo, destacan las denominadas 'Mayas', acompañadas siempre de la frase «Una pesetica pa' la maya, que no tiene manto ni saya».
Estas últimas y su 'pesetica', relanzadas recientemente, representan una de las tradiciones más entrañables de esta capital andaluza, donde los niños visten sus trajes de mayas para pedir dinero y llenar de color las calles con vistosos vestidos, peinados y adornos de lazos y flores.
Unas «mayas», pero de otro estilo, que también se pueden ver en la provincia de Sevilla, y concretamente en Carmona. Se trata de unas «pequeñas sillas» junto a la cruz que se adornan con paños y flores y donde se colocan una bandeja para que los pequeños puedan pedir un donativo. Sin embargo, las cruces más importantes son las de Lebrija, declaradas de Interés Turístico de Andalucía.
Una declaración de la que también pueden presumir en la provincia de Huelva, y concretamente la localidad de Berrocal, donde la popular tradición se celebraba ya en el siglo XV y en ella se manifiestan conjuntamente ritos paganos y católicos, con «sana competición» entre la Cruz de Arriba y la Cruz de Abajo.
También es singular en Huelva la celebración de la cruz de Alonso, que se remonta a finales del siglo XIX, y que consiste en «cruces domésticas» a las que se denomina «colás», porque los sitios donde tradicionalmente se han montado eran los llamados «coladeros» de las viviendas, por los cuales se accedía al corral.
Símbolo andaluz y de religiosidad popular
La celebración de la fiesta de la cruz también se popularizó en la provincia de Jaén, y especialmente en Alcalá la Real, Úbeda, Linares o Baeza, aunque resaltan las de Jimena y los famosos «tíos de ricia», una costumbre por la cual sobre unas sillas se colocan unos muñecos que se aporrean y que evocan a los tradiciones «judas» que se celebran en varios puntos de España.
En Málaga, la celebración está especialmente arraigada en el municipio de Vélez-Málaga, declarada de Interés Turístico y está vinculada a un momento histórico como la toma de la ciudad por los Reyes Católicos en 1487. Y, para conmemorar la efeméride, calles, plazas, patios e incluso escaparates de la localidad se engalanan y se llenan de altares en honor a la Santa Cruz.
Finalmente, aunque de forma menos nutrida, en Cádiz destaca la salida procesional de la Cruz de Mayo de Puntales, que suele celebrarse en la tercera semana de mayo y en la que participan los pequeños que hacen la comunión acompañados de jóvenes y vecinos de otros barrios de la ciudad.
«La Cruz de Mayo es un símbolo eminentemente andaluz, propio de su religiosidad popular, y es lógico que su celebración sea diversa, ya que lo que nos une en Andalucía es precisamente el respeto por la diferencia. Y en este caso hay un fondo común, la vocación de la vida, el convertir la Cruz, que es un símbolo inicialmente de muerte, en un símbolo de proyección de vida», concluye Rodríguez.