Ciudad Real, 22 may (EFE).- Científicos del Parque Nacional de Cabañeros han anillado cuatro de los pollos nacidos en una caja nido que se encuentra en el centro de visitantes de Casa Palillos, con el fin de que puedan ofrecer en un futuro información científica para el estudio de la especie.
Así lo ha explicado a EFE el director del Parque Nacional de Cabañeros, Ángel Gómez Manzaneque, quien ha recordado que el anillamiento científico es un método de estudio basado en marcar aves de forma individual.
«Cualquier registro de un ave anillada, bien a través de su recaptura y posterior liberación, bien por su recuperación final como ave muerta, nos ofrecerá gran cantidad de información sobre su vida, en especial acerca de sus movimientos, que será de mucha utilidad para conocer más detalles de la especie», ha relatado.
En colaboración con el grupo de anillamiento científico de aves ‘Fahs al Ballut’ de Ciudad Real, el parque nacional ha llevado a cabo el anillamiento de los jóvenes ejemplares de lechuza común, cuyo nacimiento y cría se puede seguir en directo gracias a dos webcams instaladas por SEO/BirdLife en el interior y exterior de la caja nido.
Gómez Manzaneque ha recordado que el anillamiento de aves con fines científicos se inició en Dinamarca en 1899, y desde esos tiempos pioneros, ha evolucionado rápidamente hasta convertirse en una técnica de investigación estandarizada y utilizada en todo el mundo.
Javier Muro, anillador científico de ‘Fahs al Ballut’ y miembro de SEO/BirdLife, ha explicado que la lechuza común es un ave nocturna y sedentaria, es decir, que no suele moverse de los sitios en los que vive, realizando desplazamientos muy cortos.
Estos desplazamientos, ha señalado, son algo más largos cuando tiene que cazar para dar de comer a sus pollos, que se alimentan normalmente de roedores.
Muro ha dicho que existen muchos estudios sobre la alimentación de las lechuzas, que indican que, principalmente, en un 80 % se basa en el consumo de musarañas, topillos y ratones, y en un porcentaje mucho menor de murciélagos y pequeños pájaros.
Una lechuza común, ha explicado, puede llegar a tener una vida muy longeva y llegar hasta los 18 años.
Muro ha recordado que los ejemplares anillados pueden aportar en el futuro una valiosa información científica que hará posible que se pueda trabajar mejor en la conservación de la especie.
En la actualidad, ha dicho, para el marcado de las distintas especies de aves se utilizan anillas de una gran variedad de tamaños y materiales, en función del tamaño y estructura de sus patas, así como del tipo de ambientes que frecuenten, que en ningún caso le causa ninguna molestia al ave durante su vida.
El Parque Nacional de Cabañeros se ha convertido en los últimos años, gracias al seguimiento de la pareja que cría en esta caja nido, en un lugar relevante para el estudio de la especie, ya que se puede seguir el comportamiento de esta pareja de lechuzas y sus crías las 24 horas al día.
La raña de Cabañeros, el extenso herbazal que caracteriza este parque nacional, rodeado de montañas cubiertas por bosque mediterráneo, es el lugar ideal para que la lechuza común cace los pequeños roedores y pájaros de los que se alimenta.
Esta especie se caracteriza por instalar sus nidos en oquedades de las casas, no molestándoles la presencia humana, pero, debido a que cada vez hay menos agujeros disponibles, y para favorecer su cría, hace 20 años el Parque Nacional de Cabañeros instaló la actual caja nido.
Desde entonces es raro el año en que no ha criado la pareja de lechuza común, que soporta bien los ruidos causados por el tránsito de los numerosos visitantes que acuden al parque cada año.
Declarado Parque Nacional en 1995 por ser «de interés general», Cabañeros está considerado como uno de los espacios naturales más representativo del ecosistema de bosque mediterráneo.