Madrid, 15 sep (EFE).- ‘¡Combina y muévete!’ es el lema empleado este año para apoyar la Semana Europea de la Movilidad (SEM) que se celebra oficialmente desde mañana sábado hasta el próximo viernes 22 con la eficiencia energética como principal objetivo para la edición de este año.
La iniciativa, que se celebra desde el año 2000 con el apoyo de la Comisión Europea y en España impulsa el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), enfoca sus acciones especialmente en las áreas más urbanizadas ya que, según los datos oficiales, el 70 % de las emisiones de CO2 a nivel global se genera en las ciudades y en un alto porcentaje derivan del transporte.
La vigésima cuarta edición, correspondiente a 2023, llega con la Ley de Movilidad Sostenible aparcada tras la convocatoria de elecciones anticipadas del pasado 23 de julio y la incertidumbre política que ha impedido constituir nuevo Gobierno desde entonces.
Esta ley «fijaba la neutralidad de carbono en el objetivo 2050, que es el que nos marca Europa”, ha recordado a EFE Ana Solá, directora general de la consultora de movilidad y transporte CINESI, y aunque permitió empezar a definir estrategias concretas para las distintas administraciones, «uno de sus puntos débiles es que no era de obligado cumplimiento».
Pese a la ausencia formal de una norma de movilidad nacional, España es uno de los países europeos con mayor número de municipios que participan en la SEM: el año pasado, casi 500 que además buscan hacer permanentes sus medidas.
Ejemplos de ello son el diseño de calles para la infancia en Sevilla o el aumento de la seguridad en Valencia de manera que las mujeres pueden solicitar una parada en cualquier punto de los recorridos nocturnos de autobuses públicos urbanos.
La Comisión Europea calcula la eficiencia energética de un vehículo dividiendo la cantidad de energía necesaria para moverlo por el número de pasajeros, con lo que metro, tranvía y otros transportes públicos poseen una eficiencia alta en comparación con el vehículo privado que, además «deja poco espacio en la vía pública», afirma Solá, que aboga por «el transporte público, la bicicleta o ir a pie siempre que se pueda».
Entre los beneficios de autobuses y trenes, más allá de la reducción de emisiones, esta consultora señala que «el tiempo de espera y el trayecto son más fáciles de calcular» y que resultan «menos estresantes que conducir y no quitan tiempo ya que puede aprovecharse leyendo, escuchando música o socializando».
De todas formas, ya está en marcha un cambio cultural con respecto al uso del coche privado que puede apreciarse en el hecho de que “muchos jóvenes cuando cumplen los 18 años ya no tienen prioridad en sacarse el carnet de conducir ni en tener automóvil propio».
Según datos de la patronal de empresas de seguros UNESPA, el parque automovilístico español supera actualmente los 33 millones de vehículos: de ellos poco más de 300.000 son eléctricos e híbridos enchufables según el Anuario de Movilidad Eléctrica, aunque un tercio de los españoles se plantea adquirir uno como su próximo coche.
Aparte de la escasez de puntos de recarga, el director general de la compañía GDV Mobility, Germán Agulló, ha explicado a EFE que una de las mayores desventajas de los vehículos eléctricos son sus baterías, que funcionan con litio y «con los aumentos de temperatura pueden incendiarse», aunque este tipo de suceso suele ser “muy concretos y suponer una negligencia”.
Además, el litio es un metal escaso: por eso la compañía de Agulló se dedica a recuperar hasta un 75% de las piezas de este tipo de baterías lo que permite «conseguir una huella de carbono casi negativa, evitando la fabricación de nuevas baterías”.
Aunque sus operarios reparan las de patinetes, bicicletas y cada vez más coches, “la mayoría son de motos eléctricas”, un medio de transporte sostenible de tamaño reducido.
El broche final de la SEM será el Día sin Coches del viernes 22 de septiembre, jornada en la que ciudades de toda Europa cerrarán parte de sus calles al tráfico motorizado.