París, 21 may (EFE).- Charles Aznavour, el hijo de inmigrantes armenios icono de una «chanson française» que no pasa de moda, cumpliría este 22 de mayo un siglo de vida. Un nuevo libro y un jardín con su nombre en París rinden homenaje al artista, que murió el 1 de octubre de 2018 con 94 años.
«No estaba predestinado a ser el icono universal que fue. Todo lo consiguió con mucho trabajo», expuso a EFE la tunecina Sarra Khaled, autora de la primera tesis doctoral sobre Aznavour en el área de las Letras.
Hijo de artistas que se habían refugiado en París del genocidio armenio de inicios del siglo XX, el intérprete de las 1.400 canciones grabadas en nueve lenguas no tenía, a primera vista, una poderosa voz ni un físico rotundo para seducir a las masas.
«A pesar de las duras críticas del inicio, acabó por seducir al asociar su imagen a la del gentleman francés, usando algunos clichés como la Torre Eiffel», explicó la estudiosa, quien presentó su tesis en 2019 bajo la tutela compartida de la Universidad de Valenciennes y la tunecina de Manouba.
Su encuentro a mediados de los años 1940 con otro monumento de la música francesa, Edith Piaf (1915-1963), fue fundamental en su proyección artística.
«Él era quien se encargaba de todos los asuntos logísticos de Piaf y que quede claro que nunca tuvieron nada entre ellos. Aznavour aprendió mucho de la manera en la que su mentora se proyectó internacionalmente, por ejemplo aprendiendo inglés», anotó Khaled.
Desde que en 1963 tocase en el mítico Carnegie Hall de Nueva York, las actuaciones de Aznavour se encadenaron en Estados Unidos: San Francisco, Los Ángeles, Miami, Houston, Las Vegas, Filadelfia, Chicago. Al mismo tiempo, cantó, en plena Guerra Fría, en Moscú, en los países del este europeo, en Tokio y en varios países de Latinoamérica. Lo nunca visto para un artista francés.
La obra del autor de 'La Bohème' (1965) también tiene el don de la resiliencia. «Aznavour cuenta de manera poética el día a día y nos conmueve a través de la nostalgia que desprenden sus letras», destacó la investigadora.
Poco implicado políticamente hasta que a finales de 1980 el terremoto que asoló Armenia despertó su conciencia, Aznavour se atrevió con canciones que podrían considerarse militantes como 'Comme ils disent' (1972), en la que aborda un tema que entonces estaba sancionado por la ley: la homosexualidad.
La periodista Catherine Chantepie, autora de 'L'histoire cachée des tubes de la chanson française' (La boite à pandore, 2019), señaló a EFE la valentía y la originalidad de un tema que «habla primero de un hombre que vive con su madre y luego te das cuenta de que es un travestí».
Un libro de citas inéditas y un jardín en París
Coincidiendo con el centenario del cantante, su familia lanza un nuevo libro con citas y pensamientos, 'Aznavour inédit: La vie selon Charles' (Albin Michel).
En él, Aznavour, nacido en el hospital Tarnier en la rue d'Assas, repasa su infancia de chaval de barrio en el distrito Latino de París, evoca el restaurante ruso que su padre regentaba en la rue de la Huchette (hoy un pequeño teatro) y la iglesia Saint-Séverin, en la que empezó a cantar en un coro.
«Soy el Don Quijote de la 'chanson française'», presume Aznavour, quien con mucho tesón superó las carencias formativas que arrastró por haber dejado prematuramente los estudios.
Entre otras curiosidades, revela en ese libro que aprendió a jugar al ajedrez con el resistente de origen armenio Missak Manouchian, al que los padres de Aznavour, Knar y Mischa, escondieron de los nazis en su apartamento del número 22 rue de Navarin.
Habla también de la larga colaboración con su cuñado y compositor Georges Garvarentz o el amor por su tercera esposa, la sueca Ulla Thorsell, con la que tuvo dos de sus cinco hijos y con la que convivió durante 50 años.
«He tenido tres matrimonios, pero una sola mujer», subraya Aznavour. Para el artista, una de las claves para que la pareja funcione es dormir en cuartos separados.
Este 22 de mayo, cuando el mítico cantante hubiese cumplido 100 años, el Ayuntamiento de París le rinde homenaje bautizando un jardín adosado a los Campos Elíseos con el nombre de Charles Aznavour, tributo que se une al busto que ya tiene en la plaza de Odéon.
Antonio Torres del Cerro