B. Jean King: «El Mundial fue un punto de inflexión; España adora a la selección ahora»

La exjugadora profesional de tenis Billie Jean King, que da nombre al campeonato posa junto a la Copa del Torneo que se está jugando en Sevilla del 7 al 12 de noviembre en el estadio de La Cartuja. EFE/ Raúl Caro.

Sevilla, 10 nov (EFE).- Billie Jean King, una de las jugadoras más importantes de la historia del tenis femenino, que da nombre a la antigua Copa Federación, el considerado campeonato del mundo por equipos, es una referencia en la lucha por los derechos de la mujer y de la igualdad social dentro y fuera del deporte.

A los 79 años la norteamericana que llegó a conquistar doce títulos individuales del Grand Slam sigue su lucha por la igualdad. Mantiene viva la batalla por la equidad. En Sevilla ilumina la competición que se disputa a lo largo de la semana al tiempo que acentúa permanentemente el mensaje que ha propagado a lo largo de su carrera y de su vida.

Entre partido y partido, la legendaria Billie Jean King mantiene una charla con un reducido grupo de medios de comunicación, entre ellos la Agencia EFE.

-¿Cuál cree que ha sido el nivel de importancia y la influencia del deporte en el movimiento femenino?

«Es muy importante. Solo hay que ver a España que fue campeona del mundo de fútbol. Estuve personalmente en Sidney y me hice una foto con el equipo y les di la enhorabuena. Fue increíble. Supuso un punto de inflexión enorme. Toda España las adora ahora. Es el comienzo de algo que va a ser mucho más grande y mejor. Solíamos representar el 4% de la cobertura de los medios, luego el 5% y ya vamos por el 50%. Los medios es donde está el dinero. La razón por la que los hombres deportistas ganan tanto dinero es porque los medios hablan de ellos. Y nosotras no ganamos tanto porque no lo hacen, no nos enfocan tanto».

«Pero en el último año y medio creo que hemos llegado a un punto en el que los multimillonarios, los hombres de negocios, están invirtiendo en deporte femenino. Ya no se limitan a dar dinero a fondo perdido sino que invierten. Piensan que somos un buen negocio. Cuando ves la atención que han recibido las futbolistas campeonas en España, eso va a conseguir más dinero en ventas de derechos a los medios».

«Por primera vez la FIFA está recaudando dinero de las mujeres. Yo seguramente no lo veré, no estaré ya por aquí, pero es el primer paso para que las mujeres acaben ganando lo mismo. Necesitamos que la gente crea en nosotros. Quiero que las familias piensen tanto en sus hijos como en sus hijas, y les den la mejor vida que puedan tener. Si se ignora a las mujeres, no es bueno. Hace daño al mundo. Yo crecí con un hermano que jugaba al béisbol, llegó a la Major League Beisbol – fue pitcher de Giants, Astros y Blu Jays en las Grandes Ligas-. Eso es cosa seria en Estados Unidos. La gente me decía ‘tu hermano esto, tu hermano lo otro’. Él era fantástico. Siempre decía que yo era mucho más fuerte que él, porque era una mujer. Tuvo dos hijas. Le daba igual si eran niño o niña. Nunca las ha tratado peor que si fueran niños».

«Espero que el tenis femenino pueda ser un ejemplo de eso y me gustaría que la Copa Davis y la Billie Jean King Cup estuvieran juntas. Siempre lo he querido. Mujeres y hombres en el mismo equipo, en pie de igualdad, juntos. Haría del mundo un lugar mejor».

– Todavía en la época actual, en el 2023 se habla de la ‘batalla de los sexos’. ¿Hasta cuando cree que va a existir esta situación? ¿Cuándo se va a hablar de la colaboración entre sexos?

«Yo creo que estamos haciendo mucho más por este asunto en los encuentros de negocios. El desafío que veo es que las mujeres cualificadas suelen tener que reportar a un superior que es hombre. Donde pierden las mujeres es en la carrera por los puestos principales. Ahí empieza y acaba todo. Si tienes un grupo de 50 hombres y mujeres, los mejores puestos van a ir para los 50 hombres. Tenemos que cambiar eso. El 94% de las mujeres en puestos de responsabilidad se identifican con ser atletas. El deporte enseña a las mujeres a confiar en sí mismas y a ser resilientes. A los hombres también, pero ellos ya tienen esas cosas de por sí. Enseña a las mujeres a adaptarse mejor, a que hay que terminar el partido. Los campeones se ajustan a lo que hay. No me refiero a los campeones del tenis, sino a los de la vida. Y es verdad. Te pasas el día adaptándote. Los hombres y las mujeres en el poder tienen que pensar en estas cosas e impulsar los cambios. Todo esto va muy despacio, pero es posible».

– Se han cumplido 50 años de su partido contra Bobby Riggs -campeón masculino número 1 del mundo en 1941, 1946 y 1947 quien la retó a un partido-, la ‘Batalla de los Sexos’. ¿Cómo contribuyó aquello a la igualdad de premios entre hombres y mujeres?

«No lo sé. Lo que sí sé es que lo siguieron 90 millones de personas. Algunas gente de tenis, pero muchas no estaban familiarizadas con este deporte. El tenis profesional acababa de empezar. Se escribió mucho de aquello. Era una cuestión de cambio social. Hizo que las mujeres ganaran mucha confianza. Y los hombres empezaron a pensar en sus mujeres, en sus hijas… en que tuvieran las mismas oportunidades y en que ganaran el mismo dinero que sus hijos. Empezaron a entender cómo eran tratadas las mujeres en comparación con los hombres, así que marcó una gran diferencia».

«Lo vieron 90 millones en todo el mundo. La Super Bowl, que es algo enorme en Estados Unidos, tuvo 53 millones de audiencia. Probablemente es el momento en el que el tenis ha recibido una mayor atención. El presidente Obama tenía 12 años entonces, y alguna vez ha dicho que le ayudó a criar a sus hijas, a pensar: ‘yo quiero hacer todo lo posible por ellas’. En esos tiempos las mujeres en Estados Unidos no podían obtener una tarjeta de crédito por sí mismas. Las mujeres representaban el 5% del alumnado de las universidades, por un sistema de cuotas que justo se había eliminado el año anterior. A partir de ahí empezaron a tener becas deportivas. Antes no había nada. Yo tenía dos trabajos y a Arthur Ashe, a Stan Smith… Les daban becas completas. De todo esto iba ese partido. Abrió muchas puertas».

-¿Cree que habría jugado ese partido si Margaret Court no hubiera perdido antes?

«No. Se lo dije a mi exmarido, Larry King, que creía que Margaret iba a destrozar a Bobby. Pero también que, en caso de que perdiera, tendría que jugar. Porque era el tercer año de existencia del tenis femenino profesional. Era importante que ganáramos. Si ella hubiera ganado no habríamos jugado, así que realmente me ayudó».

– Si echa la mirada atrás, ¿está contenta con lo que ha conseguido?

«No miro atrás, miro al futuro. No es mi forma de pensar. Pienso en lo que podemos mejorar. Creo que he tenido mucha suerte. Mi trabajo fuera de la pista ha sido mucho más importante que ganar partidos de tenis, pero ganándolos conseguí que la gente me escuchara y así avanzar en las cosas. Cuando llevaba un año jugando, tuve mi epifanía. Soñaba despierta. Estaba en el Club de Tenis de Los Ángeles y solo había blancos. Me pregunté: ‘¿dónde está el resto del mundo?'».

«No conocía la palabra ‘plataforma’, pero es lo que estaba visualizando, lo que estaba soñando. Pensé que si podía convertirme en número uno, algo que de otro modo no me interesaba, la gente me escucharía, conseguiría que hubiera diversidad. Yo entonces estaba en mejor posición que la gente de color, o que la gente con discapacidades, pero no dejaba de ser una mujer, así que era una tarea difícil. Ese día me prometí a mí misma que lucharía por la igualdad el resto de mi vida. Y eso es lo que sigo haciendo, a través del tenis, los negocios y otras herramientas. No me limito a hablar de esto y recoger el cheque, también pongo mi dinero en el deporte».

– Su legado está consolidado en el tenis ¿Qué otros proyectos tiene pensados para el deporte femenino?

«Bueno, no creo que esté terminado. Espero que no. Pero es verdad que acabamos de poner en marcha una liga profesional de hockey hielo femenino (la PWHPA). Lo anunciamos hace un mes. Kendall Coyne, la patinadora más rápida del mundo, está con nosotros. Vino y nos pidió ayuda. Necesitaban una liga en la que jugaran las mejores. Y lo hemos conseguido, porque preguntamos a gente como Mark Walter si quería invertir y nos dijeron que sí. Ha sido emocionante. Hace poco celebramos el draft, se ha contratado a más de 150 personas… Todo el mundo puede jugar en esta liga. Ahora tenemos tres equipos en Estados Unidos y tres en Canadá, pero está abierta a todo el mundo. ¿Tenéis hockey hielo en España?»

– Hay una liga con unos pocos equipos, sobre todo del norte.

«Si hay jugadoras suficientemente buenas, pueden jugar en esta liga. Yo les dije que no ayudaría mucho si no se trabajaba en la diversidad. Cuando ves ahora a Serena y Venus (Williams), a Coco Gauff… es porque ya en 1973 empezamos a preocuparnos por este asunto, a abordarlo. Así ha acabado el tenis teniendo gente de color, latinos… Conozco muy bien a Andrés Gimeno. Ganó Roland Garros en 1972. Ya no está con nosotros, pero era una persona fantástica. Todo el mundo decía que no sería capaz de ganar Roland Garros y lo hizo. Adoro eso».

-¿Qué le parecería una fusión de la ATP y la WTA?

«Siempre he querido que estén juntos. Desde el día uno. Lo intenté en 1968 y dijeron ‘no’. Lo seguí intentando y siguieron diciendo que no. Crearon la ATP en 1972 y la WTA surgió en 1973, cuatro días después de Wimbledon. Fue emocionante. Pero lo ideal sería que estuviéramos juntos. Juntos somos mejores».

– Usted fue una pionera en la lucha por los derechos y ahora hay muchas grandes jugadoras femeninas que pelean por distintas causas sociales como el movimiento ‘Black Lives Matters’, la igualdad salarial, la salud mental… ¿Se siente orgullosa de esto?

«Supongo que sí, que es para estar orgullosa. Pero no pienso en eso, sino en más cosas que poder hacer y en qué podemos mejorar. Cuando pienso en el pasado es acerca de lo que aprendí entonces, y de qué me puede servir eso ahora mirando al futuro. En los 80 ya se hablaba de salud mental, pero lo manteníamos en privado. Naomi Osaka sacó el tema y ahora se puede hablar públicamente de ello. Es mejor así pero ya estábamos preocupadas entonces. Simplemente lo manteníamos en privado. Los entrenadores abusivos, las familias abusivas con sus hijos siempre han sido un problema, e intentábamos ayudar a cualquiera que lo necesitara con la WTA, con la USTA. Pero la jugadora es la primera que tiene que querer cambiar. Si no, no hay nada que hacer».

Santiago Aparicio