Eva Batalla
Valencia, 10 abr (EFE).- El escritor Carlos Marzal retorna, trece años después de su última publicación en verso, a la poesía en su nuevo libro «Euforia» (Tusquets), «un retrato moral de una persona que ha cumplido 61 años» y una vuelta atrás a la memoria para rescatar momentos de intensidad de su pasado.
«Yo no había dejado el género, había sido la poesía la que se había marchado, porque al menos para mí la poesía se escribe cuando ella quiere», reflexiona en una conversación con EFE el escritor valenciano, Premio Nacional de Poesía y de la Crítica y uno de los principales representantes de la poesía de la experiencia de los años 80 y 90.
A la poesía, asegura, «hay que echarla de menos para que cuando vuelva nos pille con los cinco sentidos» y mientras tanto «ir acumulando experiencias», que ha plasmado en los 120 poemas escritos en más de 200 páginas que conforman «Euforia», un título que evoca al vitalismo, tan presente en su obra.
Marzal (Valencia, 1961) describe el libro como «una vuelta atrás en la memoria», el rescate de momentos de intensidad del pasado y «el retrato moral» y autobiográfico de un escritor de 61 años de edad, con el punto confesional y de intimidad que ofrece la poesía.
Sobre si ha habido una evolución en su poesía en esta última década, bromea y afirma que habrá que preguntar al lector «si ha sido para mejor o para peor». «Yo quiero creer que en el camino he aprendido cosas y que el libro es la cristalización del oficio que he ido aprendiendo», señala.
«Seguramente he perdido frescura en algunas cosas, pero trato de suplirlo con conocimiento y reflexión. El poeta siempre parte de cero, a pesar de la experiencia y a pesar de los años», asegura el escritor.
La elección del título «Euforia» ya anticipa que nos enfrentamos a un libro vitalista, porque el escritor se considera «un buen huésped del mundo» y un invitado «agradecido».
«Vivimos casi todos nosotros en una parte muy favorecida de la existencia, de la realidad y creo que es justo que cantemos eso también a pesar de los pesares», considera.
La palabra «euforia», en su sentido clásico y etimológico, no solo hace referencia a la alegría desbordada: es también un arte para soportar las desgracias, una forma de resistencia ante las adversidades, y por eso, anticipa al lector, en el libro «hay canto, pero también llanto».
Habla de su experiencia con el amor, la familia o la paternidad, que han cambiado su manera de estar en el mundo, en forma de agradecimiento y de felicidad y alegría.
En estos trece años Marzal ha publicado dos novelas, además de numerosos artículos, ensayos y aforismos, y compagina la escritura con las clases de literatura que imparte en la University of Virginia de València.
A sus alumnos les habla de sus referentes literarios, como Quevedo, ya que es un declarado «quevediano por vocación»; de Juan Ramón Jiménez, de los hermanos Antonio y Manuel Machado y de su amigo, tutor y «maestro literario» Francisco Brines, un «regalo» que le dieron la vida y la literatura, y uno de sus grandes referentes junto al resto de miembros de la generación de poetas de los 50.
El reconocimiento de Brines con el Premio Cervantes «era muy merecido pero lamenté que no se lo dieran antes» porque su obra, defiende, estaba cristalizada, hecha desde hacía veinte o veinticinco años. Considera que en España hay una desagradable tradición que es dar los premios cuando uno no tiene ya casi fuerzas, ni salud ni tiempo para disfrutarlos, como pasó también con Joan Margarit.
«Me gustaría que los jurados fueran un poco más valientes, más atrevidos, que no necesitaran esperar hasta el último aliento de los escritores para conceder el premio», asegura Marzal, quien ve en el panorama actual, en el ámbito de la poesía pero también en el de la novela y el ensayo, a escritores magníficos de su generación o anteriores que son merecedores de esos galardones.
Carlos Marzal tiene entre manos una nueva novela que aún no sabe muy bien «hacia dónde va a ir» y escribe muchos aforismos, un género que le interesa mucho y «fácilmente transportable», en un teléfono, una nota o grabación.
Aunque nunca ha parado de escribir poemas, en su relación con la poesía, confiesa, «conviene darnos un tiempo», tras la descarga emocional que ha supuesto «Euforia». «Espero que no sean trece años», bromea el escritor, «pero hay que respirar».