Pamplona, 6 jul (EFE).- Tras dos años sin fiestas por culpa de la pandemia de covid-19, los pamploneses y pamplonesas se preparan para los Sanfermines con el tradicional almuerzo previo al chupinazo que ni siquiera la lluvia ha impedido que se lleve a cabo.
Cuadrillas y familias han acudido a peñas, sociedades y bares a almorzar desde primera hora de la mañana para que nada impida que a mediodía estén listos y bien alimentados para el inicio de las fiestas.
Los toldos, paraguas y porches son protagonistas este año debido a la lluvia que cae en la capital navarra desde las 8 de la mañana. Ya de madrugada una granizada amenazaba a Pamplona, pero tras dos años de suspensión no hay nada que pare a las miles de personas que inundarán el Casco Viejo los próximos nueve días.
Magras con tomate, huevos fritos, chistorra o beicon son ingredientes clásicos de los almuerzos que preparan a quienes tienen intención de disfrutar de la fiesta durante todo el día o al menos hasta que el cuerpo aguante. Para beber, el kalimotxo, la sidra o la cerveza son protagonistas, ya que, como comentaba un mozo, el agua hoy cae del cielo.
Los bares del centro de la ciudad están al completo y las reservas se agotaron hace meses. Desde que el alcalde de Pamplona, Enrique Maya, anunció que esté año sí habría Sanfermines, los ciudadanos de la capital navarra y quienes vienen de fuera han esperado con ansia este momento y la lluvia o el mal tiempo no impedirá que a las 12 horas el chupinazo explote en el cielo de Pamplona con protagonismo para el exfutbolista Juan Carlos Unzué.