Eduardo Guerrero y su zapateado prodigioso llega al Teatro Real

Tras la «mala pata» de la bailaora Alba Heredia que ha sufrido un accidente doméstico que le impide estar en el Teatro Real, Eduardo Guerrero aterriza en «el templo del arte» donde mostrará su zapateado prodigioso y su elegancia innata en las funciones previstas para los días 16 y 17 de diciembre.

«Es un sueño pisar las tablas del templo del arte, todo un lujo», ha explicado este lunes a Efe Eduardo Guerrero, quien se considera «afortunado» por poder cerrar este «terrible» año de una manera tan especial y significativa, una señal de que todo esta volviendo a la «normalidad».

Por tercera vez, Guerrero (Cádiz, 1983) estará en el Teatro Real con un espectáculo, «Onírico», en el que prima el arte, la vanguardia y el flamenco. «Mi intención es pasar un rato agradable y que todos disfrutemos del arte», ha añadido.

Este bailaor sustituye a Alba Heredia, (Granada 1995), una joven bailaora con dos décadas de experiencia, que ha tenido la «mala pata» de sufrir un esguince que le impide presentar su espectáculo «AlbaiLando».

Con un profundo conocimiento de la esencia del flamenco, Guerrero está en un buen momento, posee una estética actual, talento y físico, además de carisma y bellos remates que emocionan. «Mi baile es la transformación, es la garra, es bailar con vísceras», ha afirmado este bailaor obsesionado «por disfrutar y hacer disfrutar,  pero sobre todo compartir el flamenco».

Posee una técnica portentosa y zapateado poderoso, giros perfectos y jamas pierde la elegancia y el estilo, que es su seña de identidad, pero cuando baila piensa en «los grandes» como Vicente Escudero, Antonio Gades, Antonio el Bailarin o Mario Maya.

«Cuando bailo me gusta que mi mente vuele y cada vez que piso unas tabla puedo disfrutar de un nuevo viaje, eso es lo mejor», ha explicado Guerrero, que cuenta con el galardón «Premio Desplante del Festival de las Minas de la Unión, 2013».

Eduardo Guerrero es consciente de que ha sido complicado «remontar» en un 2020 con muchas actuaciones canceladas, muchos bolos aplazados. Soñaba con un buen año cuajado de actuaciones, pero la pandemia modificó todos sus planes, pero su fuerza le impidió dejarse llevar por la melancolía.

«Al principio de la pandemia pensé que era necesario descansar, que era una llamada de atención que nos hacia la tierra, pero luego pase por momentos complejos, de susto muy grande que atemorizaba», ha contado el bailaor, quien ahora se siente «afortunado» y «orgulloso» de que la cultura «siga en pie».

Su propio espectáculo «Debajo de los pies» -que estrenará el próximo mes de febrero en el Festival de Jerez-, es el que le ha hecho retomar la ilusión y trabajar. Son momentos difíciles, «pero siempre digo a grandes crisis, grandes oportunidades».

Se ha lamentado de que el flamenco sea valorado fuera de España y aquí no se le preste tanta importancia. «El país se debería involucrar más con el flamenco, con la danza», según el bailaor, quien considera que los políticos deben debe dar visibilidad y continuar apoyando con cariño el flamenco y la cultura en general.

Comenzó a bailar cuando tan sólo tenía seis años en la escuela de Carmen Guerrero, después desarrolló su talento junto a maestros de la talla de Mario Maya, Antonio Canales, Manolo Marín, entre otros y amplió conocimientos de danza contemporánea y de clásica.

A partir del año 2002 empezó a trabajar con grandes artistas del panorama nacional Aida Gómez, Eva La Yerbabuena, Rocío Molina, el Ballet Nacional de España, Javier Latorre o Rafael Aguilar.

Fue en 2011 cuando con su propia coreografía «Mayo» obtuvo el primer Premio del Concurso Coreográfico de Conservatorios Profesionales y es a partir de entonces cuando inició su carrera en solitario, creando su propio universo que mostrará durante dos días en el Teatro Real.

Fuente: © EFE 2020.