Seúl, 7 oct (EFE).- Casi una veintena de artistas españoles aterrizan en Seúl con una selección de arte fresco, descarado y con connotaciones urbanas en una muestra que se inaugura hoy y que busca asentar a estos creadores en el mercado asiático.
La exposición, titulada «Viva arte», está comisariada por la galerista y mecenas Sara Zaldívar junto a la galería madrileña Huntress of Art y estará en espacio Alt.1 de la capital surcoreana hasta el 7 de enero de 2023.
La muestra trae el trabajo de 19 artistas españoles que cultivan desde el graffiti hasta el lienzo o formatos como los «art toys», con nombres que ya llevan tiempo sonando a nivel internacional como Ana Barriga, Javier Calleja u Okuda San Miguel, y otros que pretenden insuflar sangre nueva en el mercado global como Misterpiro o Imon Boy.
El arte urbano español resuena cada vez con mayor fuerza en todo el mundo y Asia, un mercado que cada vez tiene más peso, es un nuevo territorio a conquistar, según los organizadores de la exposición.
En «Viva arte» se pueden ver obras que suponen una revisión del arte figurativo, cargada en muchos casos de grandes dosis de humor y un estilo que bebe del dibujo callejero o la cultura del monopatín, y también de la ilustración publicitaria, la caricatura o directamente del cómic, en muchos casos nipón, como lo hace la estética de artistas consagrados como el japonés Takashi Murakami.
También hay trabajos que oscilan más hacia la abstracción, con unas enérgicas masas de color casi siempre como protagonistas.
«Viva arte» ha contado además con murales hechos específicamente para el espacio de la galería Alt.1 elaborados en los últimos días por artistas de reconocida trayectoria como el colectivo Boa Mistura o el asturiano Juan Díaz-Faes.
En el caso de este último, la galería le ha permitido pintar un pasillo entero, incluyendo el techo y el suelo, que cubrirá con una lámina de vinilo.
«Es interesante pintar sobre las cuatro paredes, porque en un mundo lleno de cosas, desde publicidad a graffiti, cuesta prestar atención pintando, por ejemplo, un mural. Pero desde el momento en que invades los 360 grados logras un impacto mayor y por lo menos es más fácil que el espectador sienta algo», cuenta a EFE Díaz-Faes mientras da las últimas pinceladas.
El negro juega un papel fundamental en la obra de un autor que creció fascinado por el uso del color de historietistas como Jack Kirby o Mike Mignola y que hoy ha desarrollado un estilo y lenguaje propios cargados de volúmenes y sinuosidades en los que asoman casi siempre caras sonrientes o «los dos círculos y el palo», como él los llama.
«Siempre me ha interesado lo figurativo y cuando trabajaba con formas geométricas muy básicas me di cuenta de que poniéndole dos puntos y un palo lo humanizaba o antropomorfizaba», añade el creador, de 40 años.
Díaz-Faes empezó a añadir la carita sonriente a los objetos que creaba, «y esas formas fueron volviéndose más complejas, adoptando su propio lenguaje y empezaron a formar personajes; los personajes, historias; las historias se fueron entrelazando y así hasta hoy», explica.