Alberto Ferreras
Zamora, 7 abr (EFE).- El baile del paso conocido popularmente como el «cinco de copas» al ritmo de la Marcha Fúnebre de Thalberg en la Plaza Mayor, con el resto de grupos escultóricos acompañándole en el balanceo y las cruces negras de los cofrades como testigos, ha abierto La Madrugada del Viernes Santo en Zamora.
Cientos de personas se han dado cita en la Plaza Mayor para presenciar el momento de arranque del desfile más numeroso de la Semana Santa de Zamora, el de Jesús Nazareno, que cuenta con cerca de ocho mil cofrades y es la procesión que más se aleja del casco antiguo para avanzar hasta el Calvario de la avenida de las Tres Cruces, situado en los orígenes de esta cofradía, a mediados del siglo XVI, en el extrarradio de la ciudad del Duero.
El «cinco de copas», un grupo escultórico de principios del siglo XIX cuyo nombre real es Jesús camino del Calvario y del que es autor el imaginero Justo Fernández, es el paso que abre la procesión conocida como Vulgo Congregación.
En el pasado, la salida de este paso de la iglesia románica de San Juan de Puerta Nueva, situada en la Plaza Mayor, se hacía con un baile ritual de los cargadores al ritmo de la melodía más conocida de la Semana Santa de Zamora.
Desde el pasado año ese avanzar acompasado a la partitura de Thalberg se efectúa en el ágora, a la vista del público, y con la decena de pasos que le acompañan en el desfile moviéndose también al compás de esa marcha fúnebre.
Del momento son testigos los cofrades que visten túnica negra con caperuz romo y portan una pequeña cruz de madera apoyada en el hombro y sujetada con una de sus manos.
NOCHE EN VELA
La escena representa el arranque oficial de La Madrugada zamorana tras una noche que muchos han pasado en vela en Zamora, al hacer tiempo desde que cerca de las dos de la mañana se recogieran los últimos cofrades de la anterior procesión.
Junto a la música y los once pasos que salen a la calle, el desfile de Jesús Nazareno se ha caracterizado también por sus referencias gastronómicas, tanto dulces como con sabor a ajo y pimentón.
ALMENDRAS GARRAPIÑADAS Y SOPAS DE AJO
Es típico de esa procesión que los cofrades den como obsequio almendras garrapiñadas al público, especialmente a los niños, a modo de recompensa por su paciente espera en la calle durante la hora y media que tarda en pasar el desfile.
Además, en el descanso de media hora que hace la procesión en la avenida de las Tres Cruces, cofrades y público tienen por costumbre desayunar sopas de ajo que se degustan en los establecimientos hosteleros de la zona o en un punto habilitado por la cofradía para recaudar fondos con fines solidarios con la venta de ese contundente desayuno por dos euros la ración, incluida cazuela de barro y cuchara de madera.
REVERENCIA EN LAS TRES CRUCES
Tras la estación en las Tres Cruces se produce otro momento icónico de la procesión, en el cual todos los pasos se inclinan, lo que se conoce como hacer la reverencia, cuando avanza por delante de ellos el de la Virgen de la Soledad.
Esa talla, una de las cuatro que aporta a la procesión el imaginero del siglo XIX Ramón Álvarez, es una de las que más fervor despierta en Zamora.
Prueba de ello es que el próximo mes de septiembre la Virgen de la Soledad será coronada canónicamente en un rito litúrgico concebido para resaltar la especial devoción que se siente por una advocación mariana.