Londres, 26 feb (EFE).- «En la prórroga, han jugado los niños de Klopp contra un fiasco azul de 1.000 millones de libras», aseveró Gary Neville, leyenda del Manchester United y comentarista de Sky Sports, mientras el Liverpool levantaba su décima Copa de la Liga enfrente de un Chelsea derrotado y decepcionante.
Los 'Blues', en su oportunidad de ganar un título tras la salida de Roman Abramovich, dispararon una veintena de veces, provocaron nueve paradas de Caoimhin Kelleher, tocaron la madera por medio de Conor Gallagher y fueron incapaces de hacer un solo gol contra un equipo plagado con once lesionados y con una media de edad de 22 años en el césped.
Si el Chelsea no pudo ni ganar a este Liverpool, ¿cómo va a competir con un Pool en plenitud, el Manchester City o el Arsenal? Es imposible.
¿PEOR EQUIPO?
En la sala de prensa previa al partido, en las pantallas se recordaban las finales que estos dos equipos disputaron en 2022, en el marco de la FA Cup y la Copa de la Liga, y entre los periodistas se avivó el debate de si, 1.000 millones de libras después, el Chelsea tenía mejor equipo que hace dos años.
Al revisar la alineación, la respuesta era unánime: no. El Chelsea de Thomas Tuchel tenía a Edouard Mendy en portería, una línea de tres defensas con Antonio Rudiger, Thiago Silva y Trevoh Chalobah, dos carrileros como César Azpilicueta y Marcos Alonso, un doble pivote formado por Mateo Kovacic y N'Golo Kanté, y un ataque con Mason Mount, Christian Pulisic y Kai Havertz. En el banquillo estaban Romelu Lukaku, Kepa, Reece James, Jorginho, Saúl Ñíguez y Timo Werner, entre otros.
Era un equipo que doce meses antes se coronó como el mejor de Europa en Oporto y que quedaría desmantelado cuando la invasión rusa de Ucrania salpicó a su dueño, Abramovich, que compró el club en 2003 y lo manejó a su antojo hasta convertirlo en uno de los mejores del continente.
Tras una subasta interminable, Todd Boehly compró el Chelsea en la primavera de 2022 y lo regó de millones, sin una mano que le guiara como la de Marina Garanovskaia, la directora deportiva de Abramovich, lo que no funcionó. Este Chelsea se quedó fuera de Europa por primera vez en siete años, no sale del bache en la liga, donde parece atado al décimo puesto, y es incapaz de doblegar ni al Liverpool C.
LOS NERVIOS Y EL FANTASMA DEL 'FAIR PLAY' FINANCIERO
«El equipo se conformó con los penaltis. Perdimos energía porque creíamos que podíamos haberlo ganado en los noventa minutos», admitió Pochettino, abatido en la sala de prensa de Wembley. Y no fue mentira. El Chelsea dispuso de suficientes oportunidades para ganar este encuentro, generando un Goles Esperados (xG) de más de 3.0.
Ni Gallagher, Nkunku, Palmer o Malo Gusto fueron capaces de embolsar alguna de las oportunidades que tuvieron. Y es que si los jóvenes del Liverpool tenían presión sobre sus hombros, por encontrarse con menos de 20 años ante 90.000 personas, los del Chelsea pelean cada día con etiquetas con su precio. Moisés Caicedo es el futbolista más caro de la liga, pagando los 'Blues' 120 millones por él, poco más de lo que ingresó el Benfica por Enzo Fernández, y la mitad de que lo se pagó al Manchester City por un Palmer que ha sido el mejor hasta la fecha, pero que, cuando fue fichado, apenas tenía un puñado de partidos como profesional.
«Tienen que sentir este dolor y pasar página», reconoció Pochettino sobre unos jugadores de los que se cuestiona su precio, no así su compromiso. Gusto, Colwill y varios más acabaron rendidos en el césped, mientras varias decenas de aficionados desfilaban por los vomitorios de Wembley antes de que se acabara el partido.
Muchos habían perdido ya la fe en un equipo que parece abocado a otra temporada catrastrófica. 40.000 personas acudirán este miércoles a Stamford Bridge conscientes de que la FA Cup es la única posibilidad de conseguir un título y de romper la terrible estadística en finales de este Chelsea: siete de las últimas finales de copa han acabado en derrota, seis de ellas de forma consecutiva.
Con el equipo a 17 puntos de la Champions League, la amenaza de otra temporada sin Europa es más que real. Una preocupación que traspasa el plano deportivo y se adueña también del económico. El 'fair play' financiero y las posibles sanciones por incumplirlo sobrevuelan a un Chelsea que se ha gastado 1.000 millones en cuatro ventanas de fichajes y que este verano tendrá que vender para cuadrar las cuentas.
Manuel Sánchez Gómez