Alfredo Valenzuela
Sevilla, 3 oct (EFE).- El actor que fue presidente de EEUU, Ronald Reagan, estuvo a punto de protagonizar «Casablanca» pero, en buena hora para la historia del cine y del mito, el protagonista fue Humprey Bogart, un descarte que Juan Ramón Biedma recoge en «Contrarreparto», un ensayo que reúne otros 150 grandes descartes cinematográficos.
Crítico cinematográfico desde hace más de treinta años y autor de diez novelas entre otras publicaciones, Juan Ramón Biedma ha dicho a EFE que «Contrarreparto» (Silex) se debe a que pudo comprobar que estas grandes anécdotas del cine que son las sustituciones de unos actores por otros causaban en lectores y cinéfilos casi tanto interés como las propias películas.
«Son una posibilidad de lo que pudo ser y no fue; las películas, al cambiar a los actores, son 'otras' películas, porque no es sólo el personaje el que se ve afectado sino toda la película la que cambia», ha señalado el escritor, para quien «de lo más fascinante del mundo del cine, es la elección de los actores».
En «Contrarreparto», Biedma ha incluido 150 películas que corresponden a otros tantos descartes de actores, sustituciones de última hora o intentos frustrados de los directores que aspiraban a unos actores y tuvieron que conformarse con otros, como fue el caso de «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», en la que Pedro Almodóvar rodó con Verónica Forqué un papel que ideó inicialmente para Carmen Sevilla.
Confunden a Francisco Rabal con Fernando Rey
Las causas que provocan estos descartes son múltiples, según Biedma, quien ha mencionado la censura, la falta de caché, la acumulación de ofertas en el caso de los actores consagrados y, sobre todo, el azar, como fue el caso de «French Conettion».
William Friedkin, el director de «French Conettion», para el papel de malvado, quería a Francisco Rabal, del que quedó prendado en «Belle de Jour», pero su jefe de 'casting' se equivocó y contactó con Fernando Rey, lo que unido a que Rabal no hablaba inglés, acabó haciendo «uno de los malos más elegantes del cine» a Fernando Rey.
Biedma, que también ha dirigido programas de cine en la radio y ha compartido, también en la radio, el programa «Grupo Salvaje» con Fernando Marías y otros escritores, ha señalado que cuando los actores no cumplen las expectativas de los directores también son sustituidos, y en no pocas ocasiones con el rodaje avanzado.
Paradójicamente, las broncas más grandes, las que sostuvieron el director Werner Herzog y el actor Klaus Kinski, no impidieron que siguieran trabajando juntos, incluso cuando la alternativa a Kinski, en una ocasión, fue el mismo Mick Jagger.
El caso de Bogart en «Casablanca» sustituyendo a Ronald Reagan, por el que la productora apostó en primer lugar, es de los más emblemáticos porque a ese papel, ha recordado Biedma, también renunció Clark Gable, quien se hallaba en la cima de su carrera y ni siquiera se paró a pensar en un papel que le pareció tan poca cosa.
Gary Cooper y Clark Gable
Bogart, en este caso, se sobrepuso incluso a las resistencias de los guionistas, quienes se opusieron, según ha recordado Biedma, a que encarnara el papel del protagonista de «Casablanca» aduciendo que «quién se iba a enamorar de un borracho como ése».
Juan Ramón Biedma también ha incidido en lo mucho que estos descartes influyen en las carreras de los actores, tanto de los suplentes como de los que son sustituidos, y ha puesto el ejemplo de Gary Cooper al rechazar «Lo que el viento se llevó» pensando que sería un fracaso y que, sin embargo, fue la producción que encumbró a Clark Gable.
Gary Cooper también rechazó protagonizar «La diligencia», de John Ford, por su caché limitado y tal vez por considerar el 'western' un género menor, pero, sin embargo, ya en el declive de su carrera, aceptó protagonizar «Solo ante el peligro», un papel que habían rechazado previamente varios actores y que fue un éxito y le proporcionó un Oscar.
Biedma también ha puesto como ejemplo de diversos azares la actuación conjunta de Paul Newman y Robert Redford en «Dos hombres y un destino» y en «El golpe»:
En la primera película porque inicialmente no se contaba con Redford y en la segunda porque fue el propio Redford el que renunció a parte de su caché con tal de trabajar con Newman, todo lo cual mientras los dos actores sellaron una amistad que les hizo buscar, aunque inútilmente, un tercer proyecto que protagonizar juntos.