Ereván, 7 jun (EFE).- El armenio Ervand Kochar fue un genio vanguardista coetáneo de Pablo Picasso, con el que compartió exposiciones en París, pero su figura y su obra han cobrado una nueva vida estos días tras la masiva llegada a Armenia de ciudadanos rusos que huyeron de la movilización militar en su país.
«Visite el museo de Ervand Kochar, el Picasso armenio», rezan las páginas de recomendaciones que visitan los rusos para encontrar opciones de ocio en Armenia.
Según las estadísticas oficiales, solo en 2022 más de 110.000 rusos llegaron al pequeño país caucasiano para fijar allí su residencia temporal.
Gracias a la inesperada publicidad, el pintor armenio se hizo de la noche a la mañana con un ejército de nuevos admiradores que acaban de familiarizarse con sus creaciones, expuestas tanto en su museo como en algunos sitios emblemáticos de la capital armenia.
VISIONARIO COSMOPOLITA
Kochar (1899-1979) era un visionario. Como creador del movimiento «La pintura en el espacio», dejó una gran huella en el mundo del arte, pero su talento fue silenciado durante décadas en la URSS.
Nacido en Tiflis, en el seno de armenios del enclave de Nagorno Karabaj, Kochar hizo sus pinitos en la pintura a una edad muy temprana y a los 12 años ya presentó su primera exposición personal.
En 1918 viaja a Moscú, donde asiste a las clases del conocido pintor ruso Piotr Konchalovski.
En 1921, el artista se traslada a Venecia, donde enseña a pintar a los alumnos del colegio del monasterio armenio de San Lázaro. En Italia, Kochar comienza a experimentar también con la escultura, inspirado por los trabajos de grandes maestros del Renacimiento.
Dos años después viaja a París, donde vive trece largos y prolíficos años.
Precisamente en ese período, inicia una nueva etapa en su carrera y conoce a grandes artistas de la época, como Picasso, Henri Matisse y Georges Braque, con los que protagoniza varias exposiciones.
El armenio también se convierte en uno de los firmantes del Manifiesto Dimensionista (1936), que aglutinaba a conocidos artistas de la época, incluido el genio malagueño.
UN PARIA EN LA URSS
Ese mismo año, Kochar toma una de las decisiones más importantes de su vida y vuelve a la Unión Soviética, donde el «armenio europeo» no es bien recibido por no encajar en el realismo socialista.
En 1937, Kochar se une a la Unión de Artistas de Armenia y con su estilo audaz y diferente sigue desconcertando a las autoridades soviéticas.
Poco después, el artista es detenido y condenado a dos años de cárcel por unas acusaciones fabricadas. Le esperaban casi treinta años de aislamiento y olvido.
La primera exposición personal de Kochar en su patria no llegó a celebrarse hasta 1965.
CONTRA VIENTO Y MAREA
Sin embargo, Kochar no se dio por vencido y utilizó los primeros vientos de cambio tras la muerte del líder soviético, Iósif Stalin (1953), para volver a experimentar con el arte.
A lo largo de su carrera mostró una amplia magnitud de su talento y es recordado en su Armenia natal más por su faceta de escultor que de pintor y dibujante.
Así, solo la estatua de David de Sasún, protagonista de la popular epopeya «Los temerarios de Sasún», es una de las principales tarjetas de visita de Ereván.
En sus trabajos, Kochar reflexiona a menudo sobre el poder destructivo del hombre y la civilización humana, así como sobre la pérdida de la armonía con la naturaleza y el consumo desmesurado de sus recursos.
Sus creaciones, además de los museos armenios y colecciones privadas, se pueden contemplar en el Louvre y las pinacotecas de Londres y Manchester.
Por Anush Janbabian