Redacción Ciencia, 16 dic (EFE).- En la década de 1970, una excavación en una sima natural de 15 metros de profundidad en Charterhouse Warren, al sureste de Inglaterra, sacó a la luz los huesos de al menos 37 individuos de una misma comunidad -hombres, mujeres y niños- que habían sido salvajemente asesinados, desmembrados y canibalizados.
Este trágico suceso tuvo lugar al comienzo de la Edad del Bronce, hace unos 4000 años, una época de la que se han encontrado muy pocas pruebas directas de violencia o conflictos.
Los científicos creen que lo que sucedió en Charterhouse Warren fue inusual, esporádico, y de una escala de violencia sin precedentes en la prehistoria británica. Estas personas fueron masacradas, desmembradas y seguramente consumidas por sus enemigos con una finalidad: humillarlas y deshumanizarlas.
Esta es la principal conclusión de un estudio publicado este lunes en la revista Antiquity, liderado por la Universidad de Oxford (Inglaterra), y en la que han participado Teresa Fernández-Crespo, de la Universidad de Valladolid, y Javier Ordoño, de Arkikus (Vitoria-Gasteiz).
El estudio se basa en el análisis de más de 3.000 huesos humanos de Charterhouse Warren, un yacimiento de la Edad del Bronce, que en Reino Unido se sitúa entre los años 2500 y 1500 a.C. aproximadamente.
«Las dataciones sugieren que el episodio violento estudiado se dio en algún momento entre el año 2210 y el año 2010 antes de Cristo, por tanto puede ser atribuido culturalmente a la Edad del Bronce inicial», precisó a EFE Teresa Fernández-Crespo.
Hasta ahora, en el resto de Gran Bretaña, los arqueólogos han estudiado cientos de esqueletos humanos de la misma época, pero apenas han encontrado pruebas directas de conflictos violentos.
«En Gran Bretaña encontramos más pruebas de lesiones en esqueletos que datan del Neolítico que de la Edad del Bronce, por lo que Charterhouse Warren destaca como algo muy inusual. Pinta un cuadro considerablemente más oscuro del periodo de lo que muchos habrían esperado», asegura el autor principal de la investigación, Rick Schulting, de la Universidad de Oxford.
Un yacimiento excepcional
Durante las campañas de excavación del yacimiento realizadas en la década de 1970, aparecieron los huesos de al menos 37 individuos que habían sido arrojados junto con algunos restos de animales en una sima natural en Charterhouse Warren, Somerset.
La composición del grupo, formado por hombres, mujeres y niños, sugiere que formaban una comunidad, «aunque desafortunadamente no sabemos con certeza si los 37 individuos murieron en un solo evento», aclaró Fernández-Crespo.
Al analizar los huesos, descubrieron numerosas marcas de corte y fracturas perimortem (realizadas alrededor del momento de la muerte) en el cráneo, y en los huesos de las extremidades, lo que sugiere que «fueron desmembrados, descarnados y eviscerados intencionadamente posiblemente para extraer y consumir la carne y el tuétano», detalló a EFE la investigadora.
Pero, ¿por qué esta gente de la Gran Bretaña de la Edad del Bronce temprana recurrió a esta violencia extrema?.
En el cercano yacimiento paleolítico de Gough's Cave, en la garganta de Cheddar, también se han detectado huellas de canibalismo pero «sucedió diez milenios antes y se trató, probablemente, de una forma de ritual funerario». El caso de Charterhouse Warren es diferente, subrayó Fernández-Crespo.
La evidencia de una muerte violenta, sin indicios de lucha, implica que las víctimas fueron tomadas por sorpresa. De hecho, es probable que todas fueran masacradas y que la carnicería fuera llevada a cabo por sus enemigos.
Y dado que se encontraron abundantes huesos de ganado mezclados con los humanos, los científicos no creen que los habitantes de Charterhouse Warren recurrieran al canibalismo para sobrevivir.
Su hipótesis es que el canibalismo pudo haber sido una forma de deshumanizar a los muertos: Al comer su carne y mezclar los huesos con restos de fauna, los asesinos comparaban a sus enemigos con animales.
Sobre las razones que pudieron causar este dramático acto de violencia, no se han encontrado pruebas genéticas e isotópicas que sugieran la coexistencia de comunidades con orígenes diferentes que pudieran haber dado lugar a un conflicto étnico.
El equipo cree que el conflicto fue causado por tensiones entre poblaciones probablemente vecinas, tal vez como resultado de alguna ofensa o agravio previos, que iniciaron una escalada de violencia acabó con una «represalia desmedida», sostuvo Fernández-Crespo.
«Charterhouse Warren es uno de esos raros yacimientos arqueológicos que cuestionan nuestra concepción del pasado» y que «nos recuerdan que la gente en la prehistoria podía igualar atrocidades más recientes», concluyó Schulting.