San Millán de la Cogolla (La Rioja), 16 dic (EFE).- El presidente de la Agencia EFE, Miguel Ángel Oliver, ha defendido este lunes que el objetivo de los periodistas, «pese a todas las emociones», deber ser «informar y no distorsionar, informar y no deformar, vigilar la oratoria hueca y utilizar el auténtico valor de las palabras».
«Las palabras, ese gran tesoro que nos hace más humanos y buenos o malos periodistas», ha añadido Oliver durante su intervención en la inauguración del XVII Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, que aborda 'El lenguaje de las guerras: cómo contar el conflicto'.
La reina clausurará este martes el seminario, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) -promovida por la Agencia EFE y la RAE-, que han inaugurado Oliver y el consejero de Cultura, Turismo, Deporte y Juventud de La Rioja, José Luis Pérez Pastor.
«Nuestra labor como periodistas es ayudar a entender el contexto político, económico y social en el que transcurre una guerra, que suele tener efectos perturbadores en todo el mundo», ha precisado Oliver, quien se ha referido al lenguaje en la cobertura de guerras y conflictos, en los que «abunda la información y la contrainformación por parte de todos los bandos».
Así lo apunta el 'Nuevo libro de estilo urgente' de la Agencia EFE, en el que también se advierte de la necesidad de «una visión precisa y equilibrada» y apunta que «se deben extremar las precauciones para ofrecer una visión precisa y verídica de los hechos, verificando tanto como se pueda el contenido (en particular el que se difunde en las redes sociales)».
También se debe especificar «muy claramente la información facilitada por testigos o partes en conflicto que no ha podido ser comprobada por nuestro personal e identificando de forma inequívoca la información facilitada por fuentes que tienen interés en la disputa”, señala el 'Nuevo libro de estilo urgente'.
Una realidad mortal
Para él, en una guerra, «la estrategia de cada bando siempre será buscar, a través de las noticias, la adhesión a su causa y el repudio a su adversario» y cree que «la guerra también se lleva a cabo a través de los medios de comunicación. Es una realidad peligrosa».
«Y, por supuesto, aunque en otro nivel, es una realidad peligrosísima para los periodistas, que hacen de su oficio una ofrenda: 'Morir para contar', como lo describió Hernán Zin en un emocionante documental sobre este arriesgado oficio de contar las guerras», ha recordado.
«Debemos trabajar juntos para garantizar una información veraz y objetiva, que nunca podrá dejar de ser empática con las víctimas y crítica con los verdugos», ha apostillado el presidente de EFE, para quien este seminario es una oportunidad para la reflexión y la acción.
Ha agradecido el trabajo a los periodistas que se dedican a cubrir conflictos bélicos, «a quienes se exponen cada día para que podamos saber lo que ocurre en Gaza, en Jarkov, en Damasco o en otras muchas ciudades de cuya existencia no sabíamos hasta ahora».
Oliver ha deseado que «estas jornadas sirvan de homenaje a los que han perdido la vida en el desempeño de su trabajo periodístico. A todas y a todos, mi respeto y admiración».
Los códigos de la vida y la muerte
«Decidir quedarse hasta el final… Aunque pueda parecer una locura es lo que muchos de los miembros de la tribu, como a veces se les conoce, han querido hacer a lo largo de los años. Destapar una verdad siempre esquiva. Habitar en un escenario siempre incierto», ha indicado,
Cree que, muchas veces, «los códigos saltan por los aires cuando las balas y las bombas silban a tu alrededor. Los códigos del lenguaje escrito y hablado, los códigos visuales, los fotográficos… Los códigos de la vida y la muerte…»
Se estima que, desde principios de este siglo, cerca de 2.000 periodistas han muerto en las distintas guerras del mundo y, según datos de Reporteros Sin Fronteras, más de 140 periodistas, fotoperiodistas y profesionales de los medios han muerto solo en Gaza en el último año.
Para él, «antes y ahora, las guerras fueron y son el último lugar, el destino al que se va y del que puedes no volver» y «ese es el motivo por el que la narrativa bélica, de vida o muerte, supera el marco del lenguaje diplomático».
«Visto desde fuera, a veces se puede pensar que hay un incremento de la retórica del militarismo 'romántico' instalada en algunos medios de comunicación» y, desde el punto de vista lingüístico, «es frecuente ver cómo el lenguaje literario salta a las crónicas, en las que se entreven vivencias y opiniones personales».
Por ejemplo, ha citado las primeras crónicas de la reciente caída del régimen de Bachar El Asab, «una ofensiva relámpago y, detrás de ella, un pequeño ejército de periodistas y fotógrafos de guerra, que penetraron hasta el corazón del horror en apenas unas horas»; y se ha preguntado ' ¿cómo se puede contar algo así sin que las palabras estén latiendo a toda pastilla, como tu propio corazón?».