El titubeo de Sánchez en el año de su más difícil todavía

Imagen de archivo (1/12/2024) del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y su mujer Begoña Gómez durante el 41 Congreso Federal del PSOE en Sevilla. EFE/Julio Muñoz

José Miguel Blanco

Madrid, 19 dic (EFE).- Todo mandato suele tener algún punto de inflexión y el año que acaba deja un antes y un después en el de Pedro Sánchez.

La fama acreditada sobre su resistencia a las adversidades ha ido sumando enteros en los últimos meses, sobreviviendo al frente del Gobierno sin nuevos presupuestos o con leyes como la del suelo que ha tenido que retirar del Parlamento ante lo que iba a ser una derrota segura.

Ha sufrido igualmente votaciones perdidas en el Congreso, entre ellas la que obligaron al Ejecutivo a trabajar en unos nuevos objetivos de estabilidad para las cuentas del Estado.

Junts ha sido responsable de muchos de esos sobresaltos, y sus siete diputados siguen teniendo la llave para que prospere o quede en el limbo todo lo que Sánchez tiene aún en cartera.

También poseen otra llave, la que permitiría que saliera adelante una moción de censura con la que ha amagado el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, tras las declaraciones en el caso Koldo del empresario Víctor de Aldama, aunque desde el reconocimiento de que no cuenta con los apoyos necesarios para que prospere.

Sánchez no se fía de la formación de Carles Puigdemont, pero sigue jugando la partida con la ventaja de saber que su salida de la Moncloa o un adelanto electoral no le interesa a Junts porque le podría hacer perder esa condición de árbitro de la que hace gala de forma permanente.

«Máquina del fango»

No fue Junts quien provocó el punto y aparte que el presidente del Gobierno dijo en abril que empezaba a escribir después de tomarse cinco días de reflexión para decidir si permanecía o no en el cargo.

Lo hizo ante lo que consideraba y considera una campaña de acoso de la derecha y la ultraderecha política, mediática y judicial. Pero lo que explicó que le llevó a ese titubeo no fueron los ataques directos a él, sino que se dirigieran a su familia y en especial a su esposa, Begoña Gómez.

En un 2024 con gran protagonismo de los jueces por diversas razones, un magistrado, Juan Carlos Peinado, la investiga por varios delitos, entre ellos el de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

La investigación prosigue y Sánchez dice y repite que no hay nada y que el tiempo acabará demostrándolo, pero en su entorno admiten que los ataques a su familia han hecho mella. Pero también que su reacción es mostrarse aún más combativo contra lo que califica de «fachosfera» y «máquina del fango» y contra una oposición que, según sus propias palabras, juega «con las cartas marcadas» en el frente judicial.

Recibió una ola de apoyo de los suyos los días en los que dijo que estaba decidiendo su futuro y se repitió en el Congreso del PSOE de Sevilla que certificó su absoluto control del partido ante el camino que desembocará en las elecciones generales que garantiza que serán cuando tocan, en 2027.

No hay otros comicios a corto plazo después de que se sucedieran este año los de Galicia, País Vasco, Cataluña y al Parlamento Europeo, pero eso no da pie a pensar que cese el ambiente de crispación que se ha instalado en la política española y que se ha puesto de manifiesto incluso en la tragedia provocada por la dana que afectó principalmente a la Comunidad Valenciana.

El caso Koldo (que ha dejado a José Luis Ábalos imputado y fuera del PSOE), la investigación a Begoña Gómez o la situación del fiscal general del Estado por el caso de la pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, considera el PP, con Feijóo al frente, que son motivos suficientes para que Sánchez dimita y convoque elecciones.

Presión sin tregua

Se ha ido haciendo no obstante a la idea de que no hay intención de que vaya a tirar toalla y el líder de la oposición va a seguir acompañando lo que considera un calvario judicial del presidente del Gobierno con ataques casi sin tregua.

Hubo solo dos instantes para el acuerdo: la renovación del Consejo General del Poder Judicial (aunque fuera con reproches cruzados) y la reforma del artículo 49 de la Constitución relativo a las personas con discapacidad.

El PP no prevé aliviar la presión al Gobierno teniendo a sus espaldas a Vox (quien rompió los acuerdos que tenía con los populares en varios ejecutivos autonómicos) y rechaza avalar planes del Gobierno como los relativos al reparto de menores migrantes o pactos bilaterales como los comprometidos con ERC en materia de financiación autonómica.

Solo ven posible una negociación multilateral para esa financiación y en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera. A eso, y no a hablar sobre la condonación de deuda, creen Feijóo y sus barones que debería dedicarse la reunión de este organismo el próximo mes de enero anunciada por Sánchez en la Conferencia de Presidentes de Santander.

Una cita que subrayó lo que era evidente: por ahora no hay posibilidad de acuerdo alguno entre Gobierno y autonomías.

Si la relación de Sánchez con la oposición es imposible, ha sido difícil la que este año ha mantenido con sus aliados parlamentarios.

En Moncloa se hace un balance muy positivo del trabajo con el socio de Gobierno, Sumar, comparando con los quebraderos de cabeza que propició Podemos cuando era quien estaba al frente de algunos ministerios.

Pero las elecciones de este año han debilitado a la formación de Yolanda Díaz hasta el punto de que ella, aunque se mantuvo como vicepresidenta, renunció a liderar Sumar.

Foto a la espera

No han faltado tiranteces con PNV o EH Bildu. Y ERC ha querido dejar también su impronta de que el Gobierno no puede dar por hecho su apoyo, y la nueva dirección encabezada por Oriol Junqueras ha lanzado un mensaje de dureza para advertir de que solo si cumple lo pactado seguirá apoyando a Sánchez.

Podemos también ha hablado y actuado para dejar patente que sus votos son imprescindibles y su apoyo no es ni será gratis.

Con esos mimbres cierra el presidente del Gobierno 2024, un año que ha supuesto su más difícil todavía, y afronta un ejercicio, otro más, nada sencillo y con una meta a corto plazo: sacar adelante, aunque fuera de plazo, unos nuevos presupuestos.

Unas cuentas del Estado que supondrían un paso de gigante para que Sánchez vea cumplido su deseo de llegar a 2027 y avanzar en la senda de crecimiento económico y creación de empleo de la que saca pecho de forma reiterada.

Los obstáculos siguen estando ahí, y entre ellos, Junts. Su propuesta para que el presidente del Gobierno se someta a una cuestión de confianza ya la ha descartado Sánchez, pero no que pueda reunirse con Carles Puigdemont. Esa puede ser en el nuevo año una foto decisiva para el devenir de la legislatura.