El tren-ambulancia de Médicos Sin Fronteras cuida a 1.800 personas en Ucrania

Médicos Sin Fronteras ha evacuado a más de 1.800 personas heridas o enfermas en el tren medicalizado que une el sur y el este de Ucrania -las zonas más azotadas por la guerra- con Leópolis, en la parte occidental. EFE/Andrii Ovod/Médicos Sin Fronteras (SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA/CRÉDITO OBLIGATORIO)

Madrid, 12 oct (EFE).- Médicos Sin Fronteras ha evacuado a más de 1.800 personas heridas o enfermas en el tren medicalizado que une el sur y el este de Ucrania -las zonas más azotadas por la guerra- con Leópolis, en la parte occidental, un tren equipado como ambulancia desplegado gracias a la avanzada infraestructura ferroviaria del país.

Lo explica a EFE la presidenta de Médicos Sin Fronteras en España, Paula Gil, que ha recibido el galardón de la Fundación Mapfre por un proyecto que ha permitido salvar vidas y mejorar la salud de centenares de personas que estaban atrapadas sin medicación o atención médica en las zonas más azotadas por la guerra con Rusia.

Inspirado en el tren de Francia que transportaba a enfermos de covid de unos hospitales a otros durante la pandemia, el ferrocarril medicalizado funciona en colaboración con el Ministerio de Sanidad ucraniano y en él trabajan unas 20 personas entre médicos, psicólogos, enfermeros o personal de logística. La organización tiene contratados en Ucrania a unos 600 sanitarios.

Es la primera vez que Médicos Sin Fronteras evacúa a personas enfermas en tren en una guerra. “En otros lugares donde trabajamos, la red ferroviaria no existe o está muy deteriorada”, sostiene Paula Gil, que asegura que replicarán la experiencia allá donde sea posible.

Dos trenes han sido rehabilitados y convertidos en ambulancias: uno tiene capacidad para 25 pacientes, con 5 camas de UCI y el resto está destinado a pacientes que requieren también hospitalización; el segundo de los vehículos está pensado para personas que están un poco mejor, con traumatismos o heridas.

Una vez llegan a su destino, que suele ser Leópolis, todos ellos son derivados a distintos recursos sanitarios, por eso el tren funciona en colaboración con las instituciones ucranianas, que son las que indican los hospitales donde pueden ser atendidos.

El tren no tiene un recorrido fijo, sino que viaja en función de las necesidades: a veces sale de Dnipro, otras de Zaporiyia o de Járkov, dependiendo de qué hospitales o centros sanitarios piden desalojar pacientes para dejar sitio a otras personas. Recientemente Médicos Sin Fronteras evacuó a unas 200 personas con problemas psiquiátricos.

La entidad no hace distinciones entre militares o civiles. “Los pacientes a los que transportamos son pacientes, son personas que necesitan atención médica. No preguntamos si son militares o civiles. Nos consta que tenemos mucha gente mayor con mucha vulnerabilidad, muchos niños también y muchos adultos… Quiénes son y de dónde vienen es algo que nosotros no sabemos y no queremos saber, trabajamos con personas que necesitan nuestra ayuda”.

El 80 por ciento de los trabajadores sobre el terreno son ucranianos y el 20 % restante son trabajadores internacionales como los integrantes de la unidad móvil española.

Explica la presidenta de Médicos Sin Fronteras que la unidad española está apoyando ahora mismo en cuestiones de salud mental y de formación de los profesionales sanitarios ucranianos, a quienes instruyen para actuar cuando los flujos de población que necesitan atención médica crecen como en una guerra.

“También estamos ayudando a hospitales para que tengan unos kits que les permitan funcionar de manera autónoma cuando hay cortes de luz o de agua”, explica. Además, Médicos Sin Fronteras hace grandes donaciones de material médico.

Sin embargo, internamente esta organización ha establecido límites a la ayuda a Ucrania para no desatender otros conflictos en los que no están presentes tantas organizaciones internacionales.

“El conflicto está mucho más en los medios y en el punto de mira de la población sobre todo porque es Europa y es normal, porque es mucho más cercano y nos afecta más directamente”, explica Paula Gil, que recuerda, no obstante, que el resto de conflictos también nos afectan.

La guerra de Ucrania azota a un país en desarrollo, con un sistema de salud que funciona, con hospitales, buenas infraestructuras… Ese es el motivo por el que la organización presta apoyo en las zonas más difíciles, donde se está produciendo el conflicto o viven civiles que no pudieron salir, algunos con enfermedades crónicas, que no tienen acceso al médico o a los fármacos que previamente tomaban.

Y sostiene la presidenta de Médicos Sin Fronteras que la situación se pondrá más difícil, no solo por la agudización del conflicto sino porque enseguida llegará el invierno y el frío repercutirá en las condiciones de salud y habitabilidad de los ucranianos.