Burj Islam (Siria), 5 ene (EFE).- En el pequeño pueblo sirio de Burj Islam, a unos 25 kilómetros de la ciudad mediterránea de Latakia, el depuesto presidente Bachar al Asad construyó uno de sus palacios costeros. Tras su derrocamiento, estos edificios son ahora espacios abiertos al público que los sirios llaman «el paraíso de un criminal».
Ibrahim al Ali, 35 años, camina por los jardines de palacio con su familia y siente un «escalofrío extraño» mientras abre las puertas gigantes de la mansión, según dice a EFE en un terreno de decenas de hectáreas con varias casas pequeñas alrededor de la mansión principal. Y todas mirando al mar Mediterráneo.
«Entrar en el paraíso de este criminal y ver lugares que siempre estuvieron prohibidos para los ciudadanos de a pie. Fue un milagro y los jardines de este palacio realmente parecen como si estuvieras en el paraíso», señala.
Quieren que sigan abiertos al público
En esa zona, los ciudadanos no sabían qué había detrás de las barreras militares que se colocaban para proteger el palacio de Al Asad, ya que estaba prohibido acercarse a una distancia de aproximadamente 5 kilómetros
Tras la caída del régimen, la gente empezó a acudir a estos palacios del ex mandatario, construidos por todo Siria para dar un paseo y pasar el día de visita en estos lugares que eran exclusivos para la familia de Al Asad.
«La naturaleza es muy pintoresca, pero el palacio ha sido saqueado y destrozado por dentro», explica Al Ali.
Y es que tras la huida de Al Asad a Moscú, donde pidió asilo, los sirios acudieron en masa a los palacios de la familia que ha gobernado Siria con mano de hierro más de cinco décadas para saquearlos.
«Espero que nadie nos impida visitar estos maravillosos lugares en el futuro, pero creo que sí necesita algo de organización», asevera.
También espera que «todas las propiedades y palacios de este régimen estén abiertos al público para que lo disfrute la gente y que también se puedan utilizar para el turismo. Igual que los turistas van a ver los palacios de los faraones en Egipto, deberían visitar los palacios del faraón de esta época», afirma.
Abu Fayad, un cineasta de la provincia de Idlib, de 30 años, y que acabó en este palacio por pura casualidad mientras estaba de visita en Latakia, asegura a EFE que «estos lugares deben estar abiertos para visitas gratuitas para todos los sirios, pero al mismo tiempo hay que protegerlos para que no estén sujetos a vandalismo como pasó antes».
Descubrir Siria…de nuevo
En el palacio presidencial de Burj Islam, como en todos los otros palacios, hay apostados guardias asignados por las nuevas autoridades sirias para proteger el lugar tras el caos y el robo que tuvo lugar en algunas ciudades tras la caída de Al Asad.
Al Asad fue derrocado por una coalición liderada por Ahmed al Sharaa -líder de facto de Siria y que encabeza el grupo islamista Organismo de Liberación del Levante (heredera de la filial siria de Al Qaeda)- el pasado 8 de diciembre tras una ofensiva relámpago de tan sólo doce días.
Pocos días después de su caída, se estableció un nuevo gobierno interino que está intentando legitimar su posición tanto de forma doméstica como en el exterior.
«Nos sentimos como si estuviéramos fuera de Siria, ya que nunca antes habíamos visto algo así aquí», aduce Fayad, que asegura tras su visita que había muchas personas caminando por el área del palacio, donde ha visto jardines «muy grandes y fascinantes, y plantas y árboles espectaculares».
«Ahora intentamos descubrir Siria de nuevo después de un asedio que duró casi diez años en la ciudad de Idlib. No podríamos salir a visitar otras ciudades sirias, como Homs, Latakia, Damasco, Tartus», lamenta Fayad.
Idlib se consideraba el último bastión opositor en Siria y que escapaba al control del régimen, que lanzaba continuamente ataques aéreos contra esta región fronteriza con Turquía.
«Desde la caída del régimen de Al Asad, he estado tres veces a Damasco y dos veces en Latakia. Y estoy intentando descubrir de nuevo todas las ciudades sirias con mi familia», indicó.
Yahya Nemah