Fatima Zohra Bouaziz
Casablanca (Marruecos), 13 mar (EFE).- La ropa del mercadillo engancha más a los jóvenes en Marruecos, donde creadores de contenido como la joven Rim Ajakkaf han conseguido acabar con los estereotipos sobre la ropa de segunda mano inspirando estilos más elegantes y modernos.
Rim, una creadora de contenido de 32 años que estudió diseño, colabora con varias marcas y desde pequeña le encantaba la ropa de segunda mano.
Una pasión que le llevó hace tres años, durante la pandemia, a abrir cuentas en Tik Tok e Instagram en las que cosecha casi medio millón de seguidores.
En ellas comparte, desde su apartamento en Casablanca, tutoriales de estilos modernos con prendas de segunda mano. Dice que los jóvenes tienen ahora mejor percepción de la ropa usada.
«En Marruecos, consumir ‘vintage’ es cada vez más tendencia. La gente acepta mejor la idea y se ha vuelto más partidaria de este tipo de ropa también por su dimensión ecológica», dice en una entrevista con EFE.
EL MERCADILLO: UNA TERAPIA
Comprar ropa vieja no es un fenómeno nuevo en el país magrebí. En los mercados populares siempre ha habido tiendas destinadas a la venta de ropa vieja, aunque en general se venden al aire libre debajo de carpas.
Llamados comúnmente «joutiya» o «l’bal» en dialectal marroquí, a ellos van personas de todas las edades y clases sociales que pasan horas buscando entre montañas de ropa, zapatos y bolsos alguna prenda de marca a precios que comienzan a partir de 5 dirhams (40 céntimos de euro).
«Hay que pasar toda el día allí, puede que busques mucho y encuentres poco, pero también puedes encontrar productos únicos. ¡’L’bal’ es como una terapia!», cuenta sonriendo mientras enseña su descubrimiento favorito: una chaqueta de cuero que le costó solo 10 dirhams (80 céntimos).
Desde pequeña, Rim visitaba todos los mercadillos de las ciudades donde veraneaba con sus padres e iba coleccionando piezas «originales».
«Me preguntaban cómo conseguía mi estilo, pero me costaba decir que era ropa de mercadillo. Estaba mal visto, comentaban cosas como que es ropa sucia, lleva enfermedades, es de pobres, etc. No tenía ganas de justificarme y evitaba responder», cuenta.
Pero todo cambió cuando, en el confinamiento, Rim se lanzó en redes publicando tutoriales con «looks» modernos creados con prendas de segunda mano y comenzó a hablar abiertamente del tema.
«En mis primeros vídeos usaba la palabra ‘vintage’, pero un día, harta de callarme, hice uno hablando de la ropa que había encontrado en un mercadillo en la ciudad de Mohamedia», explica.
La confesión, añade, dividió entonces a sus seguidores entre opositores y partidarios y estos últimos se sintieron aliviados cuando habló abiertamente de una ropa a la que antes se refería como «thrift store» o «vintage», en lugar de decir «l’bal» porque sonaba peyorativo y estigmatizante.
«Me sorprendió que mis conocidos empezaron a pedirme más detalles sobre los mercadillos a donde voy», asegura contenta.
L’BAL SALTA A LAS REDES
La percepción de la ropa usada ha cambiado y esas prendas han pasado de los mercadillos a las plataformas digitales con la aparición en los últimos años en el país magrebí de páginas destinadas a la venta de ropa usada en las redes sociales.
Rim compra allí también, aunque a un precio más alto que el del zoco popular. Gracias a estas plataformas, ha encontrado algunos de sus bolsos preferidos, como el «lady Dior» o el «jackie» de Gucci, a precios baratos.
En su cuarto se ven largas filas de camisas de diferentes tamaños y colores, chaquetas, abrigos, pantalones, vestidos; además de gorras y boinas antiguas colgadas o sobre un perchero, libros especializados de moda, decenas de zapatos y perfumes de diferentes marcas.
Es también el lugar donde ella aparece frente a su cámara para publicar sus tutoriales. Ahora tiene más de 370.000 seguidores en Tik Tok y 99.000 en Instagram.
Con su «banco» de ropa va a fiestas, combinando, por ejemplo, una larga gabardina de charol brillante de mercadillo con medias de Fendi.
O hace vídeos para marcas con las que colabora vestida con una falda de segunda mano y unos zapatos con suela floral parecidos al personaje de Louisa Clark en «Yo antes de ti», que le costaron unos tres euros.
«El ‘vintage’ es como la alta costura. Solo lo llevas tú, eso te da una personalidad en vestimenta, porque nunca llevas lo mismo que los demás. En el mercadillo desarrollas tu propio estilo personal y das a esa ropa una nueva vida». EFE
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