Frascos de colonia, una camisa, un reloj….o la clásica corbata. Y sorprende ver, como a pesar de ser conocedor del esperado regalo del Día del Padre, todavía en su cara se pinta una leve sonrisa y de su boca se escapa un “gracias” casi susurrado por la emoción.
Y es que en los tiempos que corren, es extraordinario poder celebrar un día como hoy .
En una sociedad en la que cada vez más las relaciones parentales se diluyen en un “mare magnum” de quehaceres cotidianos, ser padre no es tanto un estado sino un sentimiento que prevalece por encima de interminables horarios de trabajo, inevitables compromisos sociales y rutinarias tareas domésticas.
Por eso cada hora, minuto o segundo de exclusiva dedicación a la difícil tarea de ser padre, es el regalo más valioso y merecido que hoy, aunque no sea nuestro día, recibimos los hijos…
¡Feliz Día del Padre!