Gomá: «Las redes sociales nos han dado un enorme poder, pero sin instrucciones de uso»

El filósofo Javier Gomá durante una entrevista con EFE en Málaga en la que ha dicho que las redes sociales "han concedido un enorme poder" a la ciudadanía, pero "sin instrucciones de uso", por lo que a veces producen "dolor y accidentes", aunque pronostica que "acabará habiendo una autorregulación". EFE/Daniel Pérez

José Luis Picón

Málaga, 2 feb (EFE).- El filósofo Javier Gomá considera que las redes sociales nos han concedido «un enorme poder», pero «tenemos ese poder sin instrucciones de uso» y eso «en muchas ocasiones produce dolor y accidentes», aunque pronostica que «acabará habiendo una autorregulación».

«¿Qué habría ocurrido si hace cien años, en 1924, se le hubiera regalado a todos los españoles, incluso a los más analfabetos, un Lamborghini? Con toda seguridad se hubieran multiplicado los accidentes, pero pasado un tiempo la gente habría aprendido las reglas de seguridad vial», afirma Gomá (Bilbao, 1965) en una entrevista con EFE.

Las redes sociales han otorgado «de manera precipitada un poder parecido a tener un Lamborghini» para el que «no estamos educados», pero «habrá una especie de seguridad vial que llevará a que la gente pueda transitar sin accidentes».

Atribuye a las redes «la conquista moral de dotar de un perfil a todos los hombres y mujeres, que en el pasado eran seres anónimos y sin individualidad», pero esas redes son «un lugar que canaliza con enorme facilidad una vulgaridad triunfante y avasalladora».

Le «desagrada profundamente» en ese ámbito el fenómeno de la «beatería» que supone «divinizar cosas que no son Dios, como una cantante de pop, tu iPad, tu coche, el dinero, el propio ego y por supuesto gente muy popular en las redes».

«Más que una nueva religión, lo llamaría una nueva idolatría, la desviación de un sentimiento que puede ser legítimo hacia lo divino pero que tiene como objeto no lo divino, sino lo vulgar», señala.

Evita las polémicas

Huye de polémicas en las redes porque distingue «entre actualidad y realidad». «Actualidad es lo que nos mantiene en vilo unas horas y realidad, lo que nos mantiene en vilo cien o mil años: la condición humana, el sentido de la vida, el amor, el envejecimiento, el arte…»

La actualidad, además, «está regida por el amigo/enemigo y te debes colocar en un bando de una forma excesivamente simplista», señala Gomá, que rechaza enredarse en esas polémicas. «No quieren mi opinión, quieren mi posición, dónde me pongo, en qué barricada o trinchera».

Ha publicado recientemente el libro 'Universal concreto: Método, ontología, pragmática y poética de la ejemplaridad', que no considera un resumen o compendio de sus obras precedentes, porque «es un libro enteramente nuevo, no una concentración de los anteriores».

Sí cree que «no sería una mala designación» calificarlo como una «precuela», puesto que sostiene que quizá tendría que haber sido su primer libro «y el único que debería haber escrito».

 

Hay que ser ejemplar

La tesis de su libro es que, en la actualidad, «no solo no es posible no ser ejemplar, sino que no hay más remedio».

El libro «contrapone la ejemplaridad aristocrática, vigente hasta prácticamente el siglo XX y en la que se proponía un pequeño grupo que se llamaba minoría selecta para que el resto de la sociedad la imitase, con la nueva realidad que es democrática, en la que todos somos modelos para todos y no es posible no imitar».

«No somos libres para imitar. Estamos obligados a imitar. El problema verdadero no es imitar o no, sino imitar bien», precisa.

Gomá sustituye esa minoría selecta por el término de «mayoría selecta». «Todos somos llamados a la ejemplaridad, y ya no disponemos de esa minoría fácilmente identificable, sino que en el siglo XXI la ejemplaridad es dispersa y sin orden, muchas veces anónima y sin relieve».

La mejor época

Califica la etapa actual, la de la democracia liberal, como «la mejor época de la historia universal de todos los pueblos» y admite que «es imperfecta, pero la menos imperfecta de todas las de la historia».

«Somos los mejores», proclama en su libro, pero «estamos enfadados, hay un descontento», algo que achaca a varias razones, como que «el descontento es inherente a la modernidad» o que «el progreso moral aumenta el descontento».

Otra causa está relacionada con la Guerra Fría. «La causa del descontento era el bloque soviético, que eran los malos. En 1989 cae el Muro, la democracia liberal queda como única posibilidad, el descontento se interioriza y eso produce la polarización: un extremo culpa al otro de todo».

También aborda el concepto de la «vulgaridad», que es «lo que segrega la realización histórica del principio de igualdad», algo que ocurre en la segunda mitad del siglo XX.

En el siglo XXI hay «un triunfo total de la vulgaridad y una expulsión de la alta cultura. Ya la vulgaridad es el discurso oficial. A esta etapa la llamo vulgaridad triunfante, pero como lugar de partida: la vulgaridad es la primera emanación provisional de la igualdad» en el camino hacia «la realización histórica de ese ideal de la mayoría selecta».

No es optimista

Javier Gomá se «resiste» a que le coloquen la etiqueta de «optimista». «Si es por un pronóstico hacia el futuro, no lo soy, porque no sé lo que va a pasar, y respecto a la historia individual, a largo plazo termina mal, con la muerte, y tampoco es fácil ser optimista».

«Desde el punto de vista colectivo, constato un progreso económico, material y moral, y si se ha producido en los últimos 5.000 años hay razones para que pensar que ese progreso podría continuar, no de manera optimista, pero sí confiada».

Mientras tanto, en la historia individual ha desarrollado el concepto de «ingenuidad aprendida». «Significa que no es primaria, de quien ignora, sino de quien sabe en qué consiste la vida y, pese a ello, está decidido a aspirar a lo mejor».