Gustavo Dudamel: Acepté el reto de ‘La flauta mágica’ al entrar en la madurez

Los directores Paolo Bortolameolli (i) y Gustavo Dudamel (d), posan para los medios gráficos hoy, durante la presentación de la ópera "La flauta mágica" que se podrá ver en el Gran Teatre del Liceu del 20 de junio al 2 de julio, en un montaje en el que David McVicar recupera su aclamada producción  de 2003 estrenada en Londres. EFE/Toni Albir

Barcelona, 14 jun (EFE).- A los 41 años, en una etapa de «principio de madurez», que tiene que ver con la edad y con lo que está viviendo en París, el venezolano Gustavo Dudamel ha aceptado el reto de dirigir «La flauta mágica», de Mozart, que se podrá ver en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona a partir del 20 de junio, en un montaje del británico David McVicar.

Acompañado por el tenor mexicano Javier Camarena, que debutará en el papel de Tamino, por la soprano Lucy Crowe (Pamina), el director chileno Paolo Bortolameolli, que tomará la batuta el 27 de junio y el 1 de julio, y el coreógrafo Angelo Smimmo, Dudamel ha considerado un privilegio, además de un placer, regresar al Liceu, entre el 20 de junio y el 2 de julio, para debutar mundialmente con este emblemático título del compositor austriaco.

Además, en una aclamada producción estrenada en Londres en 2003, en la que se combina el simbolismo de la obra con las formas del cuento de hadas, con animales danzantes, máquinas voladoras y cielos estrellados.

Teniendo en cuenta que uno de sus maestros, Claudio Abbado, esperó casi al final de su vida para dirigir «La flauta mágica», cree Dudamel que «los tiempos de esperar para hacer una obra dependen de la línea vital artística que uno lleve» y «yo no estoy al final de mi vida, sino en una etapa de principio de madurez que tiene que ver con la edad y con lo que estoy viviendo en París. Antes no hubiera aceptado un reto así y después, tampoco», ha proclamado.

Sin embargo, ha dejado claro que Mozart le acompaña «desde siempre» y ha rememorado aquellos días en los que, siendo adolescente, se plantaba ante José Antonio Abreu, su entonces maestro, para comentarle que estaba triste y él le respondía que escuchara a Mozart.

«Siempre me acompaña en las mañanas, no solo en las más tristes, también en las más complejas, porque siempre me produce emoción y alegría, eleva mi espíritu», ha desvelado Dudamel.

En su comparecencia ha mostrado su satisfacción por el equipo de intérpretes que integran la obra, además de los ya citados, Serena Sáenz, Kathryn Lewek, Sara Blanch, Matthias Goerne, Mercedes Gancedo, Julien Behr, Stephen Milling, Pau Armengol, Thomas Oliemans o Joan Martín-Royo, así como por la «maravillosa Orquesta del Liceu, receptiva, abierta a explorar» y el coro.

A su lado, Paolo Bortolameolli, director musical invitado en el Teatro Municipal de Santiago y director adjunto de la LA Phil, asentía y también ha mostrado su felicidad por poder debutar en Barcelona, «tremendamente agradecido de formar parte de este proceso maravilloso» con una ópera «perfecta», que escuchó por primera vez a los cinco años y que «funciona desde todos los ángulos, con cada número bien puesto, igual que la elección de armonías y tiempos».

No ha dejado pasar que el mensaje de esta fábula «fluye, llega con una especie de atemporalidad, al representar la Ilustración, sin ser solo de esa época, tiene que ver con cómo nosotros nos vinculamos con la existencia».

Para Dudamel, Mozart «conservó una profunda inocencia hasta el final de sus días, plasmada en su música, en la misma estructura, arquitectónicamente perfecta, siempre en busca de esa frescura, aún con momentos dramáticos, tristes, siempre tiene ese algo, no tanto de ligereza, pero sí de toque de inocencia».

El tenor Javier Camarena ha confesado que nunca imaginó que acabaría convertido en Tamino, cantando en alemán, en una obra «espectacular», con un personaje que «demanda una proyección vocal diferente».

Sin embargo, «encasillarse en cierto repertorio provoca que como artistas dejemos de crecer y yo agradezco la oportunidad de seguir creciendo, encontrando cosas nuevas, en una ópera que yo juraba que jamás en la vida iba a cantar» hasta que, ha bromeado, «se juntó Dudamel con el Liceu».

Lucy Crowe, que debuta como Pamina, uno de sus roles favoritos, ha señalado que se trata de un personaje que ejemplifica «el bien, la verdad, la pureza, que son elementos difíciles de representar, así como la belleza, algo que me gusta porque me mantiene joven, me exige ser joven».

En su intervención, por otra parte, no ha dejado pasar que es un personaje femenino que da fuerza a Tamino durante toda la trama, lo que antes de esta obra de Mozart no ocurría.

Angelo Smimmo, ayudante de McVicar, ha afirmado que «La flauta mágica» que se verá en el Liceu es una de «las piezas de teatro más vanguardistas que conocemos» y su trama es avanzada a su época, al dar voz a las mujeres, «algo inaudito», y a los jóvenes.