¿Ha muerto el centro político en España?

El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos. EFE/Sergio Pérez

Madrid, 13 mar (EFE).- España afronta en apenas 76 días unas elecciones municipales y autonómicas en un súper año electoral que finalizará con las generales y que dará respuesta en las urnas a si el tablero político cierra una etapa y a la pregunta de si asistimos a la disolución del centro político en nuestro país.

Narciso Michavila. EFE/Fernando Alvarado.

«Políticamente sí», afirma el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, José Félix Tezanos, quien señala que, curiosamente, España ha sido, desde la Transición, un país que tiene un sector de la población, casi un tercio, que se considera de centro, de centro izquierda o centro derecha.

Antonio Asencio, director de Comunicación y Estrategia de Sigma Dos. EFE/Eduardo Oyana.

EL ELECTORADO HUÉRFANO

Una de las peculiaridades del sistema político español es, a su juicio, que los partidos o los líderes que han operado en el centro siempre han tenido algo de inclinación a la derecha, lo que les ha hecho perder esos votantes. «Hay un electorado huérfano que puede oscilar del 10 al 20 % que no encuentra un partido similar a los partidos de centro europeos. Entonces, en ese sentido, el centro se diluye como expresión política, pero no como base sociológica», sostiene.

«No», responde tajante a la pregunta Narciso Michavila, presidente de Gad3, una de las principales consultoras españolas dedicada a la elaboración de encuestas electorales. Lo que se está produciendo, argumenta, es una polarización fabricada artificialmente «desde las élites», que se está dando prácticamente en todas las democracias y que tiene mucho que ver con las nuevas tecnologías y con el hecho de que los políticos cada vez entiendan menos a la sociedad.

REGRESO AL BIPARTIDISMO IMPERFECTO

«La mayoría del electorado en casi todos los temas que planteamos buscan solución de compromiso y son conscientes de que en casi todas las cuestiones las soluciones radicales suelen ser una amenaza», afirma, para añadir que la tendencia es volver al centro, al bipartidismo.

Michavila asegura que así como la crisis financiera del año 2008 castigó mucho a los partidos de gobierno tradicionales y produjo vuelcos en todas las democracias, esta crisis fruto de la covid y de la guerra en Ucrania está generando, como se está detectando en todas las elecciones, y más en concreto en las regionales en España, un refuerzo de partidos de gobierno. «Por tanto, volvemos a un bipartidismo imperfecto».

Antonio Asencio, director de Comunicación y Estrategia de Sigma Dos, la veterana empresa de estudios y demoscopia, pide diferenciar entre el centro electoral y el centro político. «La mayoría de los españoles se sitúa en el centro de la escala ideológica siguiendo la forma de la campana de Gauss, es decir más, ancha por el centro y más estrecha por los extremos y eso no ha cambiado sustancialmente en los últimos años».

UN PAÍS DE CENTRO

De la misma manera, agrega, tampoco ha cambiado la media aritmética de la adscripción de la autoubicación ideológica de los españoles, que «se sigue situando en el centro, ligeramente inclinado hacia el centro izquierda».

Esto no ha cambiado, apunta Asencio, lo que pasa es que esa distribución ideológica no tiene por qué tener un correlato directo en la oferta de partidos políticos, de tal manera que personas que se autoubican en el centro ideológico puede votar en función de la coyuntura política a un partido de izquierdas o a uno de derechas, si no hay nadie que sientan que los representa mejor.

¿Vivimos en una sociedad más polarizada? No, -contesta- los votantes españoles no se han radicalizado ideológicamente, lo que ha ocurrido es que han irrumpido en el panorama político partidos que en el contexto del debate mediático actual son percibidos como más extremistas, pero eso no quiere decir ni que los votantes de esos partidos vean a esos partidos como tan extremistas ni que ellos se autoperciban como tan extremistas.

Tampoco ve polarización Tezanos, para quien lo que está ocurriendo es que en los espacios más a la izquierda, donde venían a ubicarse en torno al 6-7 % de los españoles, ahora se ubican más del 15 %, incremento motivado por la radicalización ideológica de sectores de la población que sufren problemas sociales, como la precarización del empleo.

En el lado opuesto está creciendo más el espacio de la extrema derecha, «los tardofranquistas, que están pensando en coordenadas de otro tipo de sistemas políticos, no de democracia. Esos crecen hasta el 5-6 %».

Michavila recuerda, por su parte, que los extremos lo que buscan es condicionar gobiernos y los partidos mayoritarios lo que buscan es gobernar. «Para entender el electorado, aparte del eje izquierda-derecha, que es una simplificación muy grande, hay un eje que es fundamental, que es el que forman partidos tradicionales de gobiernos mayoritarios y partidos que se van a los extremos». Sus estrategias -explica- no tienen nada que ver.

LA OTRA ESPAÑA VACIADA

Quien si ve una cierta disolución del centro político es el sociólogo Miguel del Fresno, que denomina a este espacio que queda huérfano «la otra España vaciada».

«Es cierto que hay grupos de la población que no pertenecen a ninguno de los dos grandes polos políticos, y que pueden estar a favor de determinadas políticas de cada bando. El problema con los biconceptuales es que se están comprimiendo, se están reduciendo, la tendencia a la polarización social y política está reduciendo la gente que puede estar cómoda en zonas ambiguas o ambivalentes», comenta.

En lo que coinciden todos es en que en España las elecciones se siguen ganando en el centro.

«Sigue siendo así porque entre otras cosas no existe un partido que capitalice todo ese voto de centro», sostiene Tezanos. «La victoria se va a gestar en esa porción de votantes, necesariamente, es una cuestión matemática», añade Asencio. Para poder gobernar, concluye Michavila, es necesario la mayoría social, que está siempre en el centro, y por eso «el que conquista el centro es el que conquista el poder».

Patricia Crespo