Incomprensión y cierta desorientación entre los ‘confinados’ madrileños

Policía controlando el acceso a zonas restringidas

Unos 850.000 madrileños han amanecido con nuevas restricciones de movilidad, lo que ha provocado la incomprensión de buena parte de estos vecinos, que creen que estas medidas no servirán para atajar el coronavirus, y también cierta desorientación al no tener claros los límites de las zonas ‘confinadas’.

Desde que se anunciaron el pasado viernes, las medidas decretadas por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso han sido objeto de un aluvión de críticas y protestas de los vecinos de las 37 zonas básicas de salud (ZBS) afectadas por dichas limitaciones, repartidas por siete municipios de la región y seis distritos de la capital.

De todos ellos, el más afectado por la pandemia es el distrito madrileño de Puente de Vallecas, con 1.240 casos de coronavirus por cada 100.000 habitantes y donde esta mañana había un control de la Policía Municipal.

Los agentes se han colocado en dos accesos desde la M-30 y en la entrada a la avenida de la Albufera y han pedido identificarse a conductores, pasajeros de taxis e incluso de autobuses, aunque sólo a título informativo: las multas comenzarán el miércoles.

La escena era de normalidad en el entorno de la estación de Cercanías de Entrevías, una de las áreas vallecanas sometida al confinamiento perimetral.

«Más o menos está como todos los días», comenta a Efe Mercedes mientras paseaba, con cierta desorientación, a su perro. «No sé por dónde tengo que ir ni por dónde no, la gente mayor no tenemos ordenador y no sabemos para dónde tenemos que tirar», dice.

No es esta la única duda que preocupa a los vecinos. Arturo pone el acento en la economía sumergida, preguntándose «cómo van a dar de comer a sus hijos» las personas que «no pueden dar justificación de su trabajo», y añade: «Esto no va a atajar el virus».

La necesidad de justificar la salida del área la recordaban, tras los tornos del Cercanías, cuatro agentes de la Policía Nacional que no alcanzaban a parar a la totalidad de los viajeros, y eso que Mariángeles, que regenta una cafetería en la estación, afirma que «se han notado menos vecinos» de lo habitual.

En los andenes se agolpaban por la mañana los vallecanos para quienes el trabajo se ha convertido en una de las pocas excepciones para salir del barrio. «Es un sinsentido, porque cuando he llegado aquí quedaban 16 minutos para que llegara el tren, así que vamos a ir enlatados», protesta Javier, a cuyo juicio la Comunidad «ha hecho lo mínimo para poder cubrirse un poco las espaldas».

«Me resulta totalmente absurdo, incómodo e injusto. No le encuentro ninguna lógica: puedo ir perfectamente a trabajar pero no puedo ir un día al Corte Inglés. Y siempre somos los mismos barrios, las zonas más obreras… No creo que así se vaya a cortar el contagio», indica Yolanda. A varios kilómetros de allí había otra cola de gente por la mañana, en este caso para esperar una PCR en el centro de salud de Almendrales, en el distrito madrileño de Usera, otra de las zonas con restricciones.

«Nos hacen encerrarnos pero no arreglan estas aglomeraciones en los centros de salud, y llevan así desde el verano, no hay quien lo entienda», declara Mar.

Más allá de Madrid capital

Las quejas también se reproducen más al sur, en localidades como Fuenlabrada, con tres zonas aisladas. Mati, que reside en una de ellas (Francia), se queja: «Nos están tratando como apestados. ¿Por qué en dos calles más allá no están confinados y aquí sí lo estamos?».

Aunque en este área no han llegado a sobrepasar los 1.000 contagios por Covid-19 por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas, ha caído en el saco de las que sufren las restricciones selectivas, algo que no entienden en el barrio, aunque la Comunidad de Madrid aclaró que la tasa de contagio no era el único motivo.

«No va a funcionar. No puede funcionar, porque todo el mundo sigue saliendo y entrando de la zona, para ir al trabajo, a los colegios, a comprar«, insiste Mati, quien aboga por reforzar los «colapsados».

Rafael, otro residente de la zona, coincide con su vecina y considera que «no son unas medidas efectivas», porque «son de muy difícil cumplimiento», sobre todo en lo que respecta a las reuniones de más de 6 personas, que es una limitación común a toda la Comunidad de Madrid.

«Nosotros ya somos cinco en casa, entre mi mujer y los niños. Entonces, ¿ya no pueden venir a casa los abuelos, ni mis cuñados, pero los niños se meten en una clase con otros 20 niños?», agrega Rafael, que tampoco comprende porque cierran los parques y jardines y no los colegios.

Tampoco los establecimientos hosteleros de la zona entienden las nuevas restricciones de cierre. «¿Por qué yo tengo que cerrar a las diez de la noche y los bares de dos calles más allá pueden seguir abiertos?», se queja el propietario de un bar-cafetería de la calle Francia, pegado al centro de salud, quien ya ha notado un descenso en la clientela.

En los dos únicos municipios de la zona norte afectados por estas limitaciones, Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, la mañana ha transcurrido con normalidad, aunque con episodios de dudas e incertidumbre por parte de unos vecinos que, aunque no han renunciado a hacer su rutina, sí han tenido que modificar algunos de sus destinos y paseos.

En San Sebastián de los Reyes, el Consistorio ha colocado carteles y mapas en las calles más frecuentadas, pero dos hombres que escudriñaban el documento en la avenida de España comentaban que los mapas “apenas se entienden” y que “la única pega a estas medidas es que no hay información”, ya que desconocen si pueden realizar su paseo “de todos los días”.

Además, critican que las medidas se hayan concentrado en la zona centro y no en las urbanizaciones, algo que demuestra, a su juicio, que “los pobres siempre tienen que pagar el pato, mientras a La Moraleja no la han tocado”.

Los comerciantes también ven con incertidumbre su futuro esta quincena, especialmente después de que este fin de semana acudiesen muchos clientes habituales a “hacer compras grandes” con las que aprovisionarse varios días, “para no tener que salir de casa”.

“Igual que en marzo, esto repercutirá a las ventas y lo notaremos económicamente”, lamentan desde una frutería de la avenida de España, ubicada en territorio libre de restricciones pero situada frente a la zona confinada de Alcobendas. “Perderemos a muchos clientes”, concluye.

Fuente: © EFE 2020.