Madrid, 7 jun (EFE).- Rey de la provocación y pionero en la reivindicación del mal gusto en el cine, el estadounidense John Waters, autor de títulos de culto como «Pink Flamingos» (1972) y «Hairspray» (1988), ha asegurado este martes en Madrid que hacer cine independiente es hoy «más difícil que nunca».
«Odio cuando la gente empieza a decir que en nuestros tiempos las cosas eran mejores, eso te hace mayor y no saber lo que está ocurriendo hoy, pero creo que hacer una película independiente es más difícil que nunca», ha dicho en rueda de prensa.
«La gente sólo va a ver ‘Top Gun’ y ‘Spiderman’, al menos en Estados Unidos», ha añadido el también escritor, coleccionista de arte y monologuista. «Personalmente, me resulta increíble porque (el independiente) es el cine que rompe con la censura y que trae nuevas ideas».
Icono del cine «underground», admirado por cineastas como Pedro Almodóvar, Waters visita Madrid estos días como padrino de la décima edición del Festival Rizoma, que promueve el cine de autor y su convergencia con otras disciplinas artísticas y que en 2013 trajo a España a otra figura de culto como es David Lynch.
Anoche Waters presentó en el Mk2 Cine Paz una proyección especial de «Cry baby» (1990), un paródico filme musical protagonizado por Johnny Depp y esta noche estrenará su monólogo «Falso negativo» en el Teatro Cofidis Alcázar, en el que mezcla reflexiones humorísticas sobre «moda, crimen, covid, sexo o películas, un poco de todo», ha avanzado.
Gabriela Martí, directora de Rizoma, ha explicado que Waters lleva «toda la vida» haciendo monólogos en Estados Unidos, aunque aquí sea una de sus facetas menos conocidas. Su origen se remonta a la década de los 70 cuando presentaba sus gamberras primeras películas en proyecciones en universidades.
En aquella época le acompañaba Divine, el personaje creado por el actor estadounidense Harris Glenn Milstead, habitual en su filmografía e icono de la diversidad sexual, que lanzaba pescado al público hasta que dos tipos disfrazados de policía salían al escenario a detenerlo y empezaba la película, ha recordado.
Su visita coincide además con el 50 aniversario de «Pink Flamingos», un filme que, trasgrediendo todos los límites del decoro y mostrando todo tipo de perversiones y anomalías, se convirtió en un fenómeno por el boca a boca y le aupó como padre del cine «trash» (basura).
Waters ha confesado que le resulta chocante verla a día de hoy incluida en las listas de mejores películas americanas. Hubo escenas (ha mencionado cinco) que en su momento fueron censuradas, como el final en el que Divine come literalmente excrementos de perro.
Se trataba de trasgredir, ha explicado, en una época en la que parecía que todo estaba hecho, una apuesta por «la anarquía» más que por «lo escatológico», que quizá hoy no podría rodarse por «la corrección política» y lo que en Estados Unidos llaman «editores de sensibilidad».
Aquella película marcó su carrera, pero Waters también ha transitado por un cine más accesible y mayoritario. El director considera que su mejor película es «Serial Mom» (1994), una comedia negra en la que Kathleen Turner interpretaba a una madre asesina que hacía malabarismos para mantener el equilibrio en su vida.
«Tuvo un presupuesto de 30 millones de dólares, que es algo hoy imposible de conseguir ni siquiera para una película de Hollywood», ha asegurado.
Dice que cuando lee en una crítica que es una película «estilo Waters», se echa a temblar. «Normalmente, odio esas películas, son muy desagradables». Y se declara fan del cine europeo y de autores como Gaspar Noé, Lars von Trier y Bruno Dumont.
Filmoteca Española programará la primera semana de julio, coincidiendo con la celebración del Orgullo LGTBIQ+, un ciclo de cine gay seleccionado personalmente por Waters, según ha avanzado su director artístico Carlos Reviriego.
Aunque lleva años sin filmar, Waters asegura no haberse retirado. «Me pagaron para hacer tres secuelas de ‘Hairspray’ que no llegaron a rodarse y un guion de un filme navideño», ha enumerado el polifacético artista, que acaba de publicar su primera novela de ficción, «Liarmouth: a feel bad romance», cuyos derechos ya ha vendido a España.
«Escribir libros es otra vía para contar historias y me ha ido bien: todo lo que hago es seguir adelante y no pestañear».
Magdalena Tsanis