Nairobi, 27 jun (EFE).- Considerado el primer mártir político de la Kenia independiente, Pío Gama Pinto buscó una revolución que inspiró al famoso activista afroamericano Malcolm X. Hasta que una bala se cruzó en su camino un aciago día de febrero de 1965.
Casi seis décadas después, Pinto «resucita» en una fascinante exposición en la Galería de Nairobi, un monumento colonial situado en el punto cero de Kenia, desde el que se medían antaño las distancias a todos los rincones del país.
En la muestra, abierta del 5 de marzo pasado al próximo 30 de junio, impactantes fotos, grandes paneles divulgativos y un entretenido pódcast diseccionan la figura de este político socialista nacido el 31 de marzo de 1927 en Nyeri (Kenia), adonde sus padres, oriundos de Goa (India), emigraron en 1919.
Tras educarse en India, país en el que combatió el colonialismo británico y estableció el Congreso Nacional de Goa para liberar a ese territorio del yugo imperial portugués, volvió a Kenia en 1949.
Pinto se unió allí al Mau Mau, una organización guerrillera que luchó contra la administración colonial británica entre 1952 y 1960, una militancia que le costó el arresto y cuatro años de prisión.
Excarcelado en 1959, fundó varios periódicos que dieron voz a los nacionalistas kenianos; ingresó en la Unión Nacional Africana de Kenia (KANU, en inglés), que llegó a gobernar el país desde 1963, cuando Kenia logró la independencia o la ansiada «uhuru» (libertad, en suajili), hasta 2002; y logró un escaño en el Parlamento en 1964.
Tras la independencia, Pinto criticó a la élite gobernante por abrazar el capitalismo de Estados Unidos en reacción a la expansión del socialismo promovido por la Unión Soviética en Kenia, en plena Guerra Fría (1945-1991) entre ambas superpotencias.
«La ‘uhuru’ de Kenia -advirtió en 1963- no debe transformarse en libertad para explotar o libertad para pasar hambre y vivir en la ignorancia. ‘Uhuru’ debe ser ‘uhuru’ para las masas».
«BASTARDO»
Pinto condenó también la apropiación de tierras de colonos británicos por parte de los nuevos dirigentes y levantó un dedo acusador contra Jomo Kenyatta, el todopoderoso primer presidente de Kenia.
«Yo te ajustaré las cuentas», le espetó a Kenyatta -cuya familia es hoy una de las más ricas del país- en los jardines del Parlamento en febrero de 1965.
El presidente le llamó «bastardo», a lo que Pinto replicó: «Tú eres el bastardo».
«En el momento en que Pío Gama Pinto prometió ‘ajustar cuentas’ con Jomo Kenyatta, su sentencia de muerte estaba en el aire», declara a EFE el periodista keniano Cyprian Fernandes, que se reunió «varias veces» con Pinto.
El 25 de febrero de 1965 por la mañana, Pintó llevó a su esposa, Emma, al trabajo y volvió a su casa en Westlands (norte de Nairobi) para desayunar rápido y darle a su hija Tereshka, de un año y medio, una vuelta en su automóvil.
Mientras esperaba al volante a que se abriera la puerta de la vivienda, unos asesinos lo acribillaron a balazos a sus 38 años, mientras la niña se agazapaba aterrorizada en el asiento trasero.
El crimen conmocionó a Kenia, como muestran los dramáticos titulares de los periódicos de la época en la exposición.
Cuatro días antes, Malcolm X, célebre defensor de los derechos humanos y las libertades civiles de los afroestadounidenses, moría tiroteado a sus 39 años en un mitin en Nueva York.
UNA LUCHA COMÚN
Según explica a EFE el director de la revista Awaaz (organizadora de la muestra), Zahid Rajan, «los dos revolucionarios se conocieron en Kenia en 1959 y descubrieron que compartían una lucha común» contra la opresión de los negros.
Influido por su amigo keniano, Malcolm X amplió su visión del mundo desde el nacionalismo afroamericano al internacionalismo.
Antes de ser asesinados, como recuerda la exposición, Pinto y Malcolm X planeaban denunciar a Estados Unidos ante la ONU por los abusos infligidos a los afroamericanos.
«Que ambos hombres fueran asesinados con (…) días de diferencia no es una coincidencia», asegura Rajan.
Los presuntos asesinos arrestados en Nairobi y Nueva York, que siempre defendieron su inocencia, acabaron siendo excarcelados con millonarias indemnizaciones por condena o trato injustos.
Teorías conspirativas apuntan a que los autores intelectuales de los asesinatos tenían chivos expiatorios para cargar con la culpa.
Fernandes cree que Estados Unidos y Reino Unido estaban «preocupados por la posición política de Malcolm X en connivencia con Pío Gama Pinto», pero no ha visto «evidencias» de su implicación en los crímenes.
«A día de hoy -zanja-, no sabemos quién mató realmente a Pío Gama Pinto».
En la zona del asesinato de Pinto, una calle lleva actualmente su nombre junto a un centro comercial, mientras sus restos reposan en el cementerio City Park de Nairobi, donde vela por su sepultura el vigilante Joseph Nzalu.
«Cuidaré de ese sitio hasta que Dios me dé fuerzas», promete Nzalu a EFE al pie de la tumba, en cuya lápida se lee este epitafio: «Si él se ha extinguido, aún surgen mil faros de la chispa que tenía».
Pedro Alonso