Madrid, 7 may (EFE).- La contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2), generada por el tráfico de vehículos, supera los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los 114 centros escolares analizados por Ecologistas en Acción dentro de una investigación llevada a cabo en nueve municipios de cinco Comunidades Autónomas.
Respecto al límite legal actualmente vigente en España, 15 de las escuelas (13 %) están por encima de los 40 μg /m³ (microgramos por metro cúbico), máximo recomendado, y sólo 11 (10 %) están por debajo del nuevo límite indicado en la revisión de la Directiva de Calidad del Aire, fijado en 20 μg /m³.
Así lo han explicado en rueda de prensa los representantes de Ecologistas en Acción (EA) que han presentado el informe 'Calidad del aire en los entornos escolares 2024', con los resultados de la campaña de ciencia ciudadana que midió el NO2 en entornos escolares de Sevilla capital y su provincia -en Mairena del Alcor y El Viso del Alcor- (Andalucía), Cartagena (Murcia), Oviedo (Asturias), La Coruña (Galicia) y las localidades bilbaínas de Galdácano, Echevarría y Basauri (País Vasco).
La investigación desvela que esta contaminación va más allá del límite recomendado «llegando incluso a cuadriplicarla en algunos casos», según la coordinadora de campaña de EA, Carmen Duce, quien ha recordado que según la OMS, el 90 % de los niños europeos acuden a diario a escuelas cuyos entornos superan los niveles de contaminantes atmosféricos considerados seguros.
La población infantil es «especialmente sensible a la contaminación atmosférica» debido a su elevada frecuencia respiratoria, a su mayor exposición al ambiente exterior y a la inmadurez de sus sistemas respiratorio e inmunitario, por lo que el NO2 se convierte en un activo inmunodepresor, según EA.
Duce ha señalado que esta polución causada por el tráfico es causa directa del 33 % de los casos de asma infantil, además de producir problemas respiratorios y déficit cognitivo y que, según la legislación vigente, las ciudades de más de 50.000 habitantes deben implantar zonas de bajas emisiones (ZBE) para reducir la circulación de vehículos y mejorar la calidad del aire.
«Existen 1.500 millones de euros de fondos europeos para poner en marcha medidas para la reducción del tráfico en las ciudades», ha subrayado, recordando la Campaña europea de 'Calles abiertas para los niños' y ha hecho un llamamiento para hacer un seguimiento de estos fondos y evitar que se utilicen, como en algunos casos, para la construcción de aparcamientos calificados como «disuasorios» cuando realmente están en el centro de las ciudades.
Tras asegurar que «estamos denunciando ante el Ministerio de Transportes y el Defensor del Pueblo para que se cumplan las subvenciones», ha pedido mejoras del transporte público, tanto en bajada de tarifas como en la prestación de un servicio de calidad, fiable y que llegue en el tiempo estimado.
Por CCAA
Eduardo Gutiérrez, coordinador de las mediciones de EA en Sevilla, ha explicado que se tomaron con una treintena de dispositivos alrededor de los centros educativos, mientras Pedro Luengo, coordinador en Cartagena, ha precisado que trabajaron con otras organizaciones, en una zona con amplia actividad industrial y de polígonos. y se ha quejado de que «llevamos 20 años pidiendo al Ayuntamiento de Cartagena proyectos para limitar la contaminación», sin resultado.
Ana Freiria, coordinadora en La Coruña, ha añadido que pese a la peatonalización de algunas calles y la creación de zonas para bicicletas, el Ayuntamiento gallego «en vez de limitar el acceso del tráfico va a ampliar algunas vías» y ha sugerido que la contaminación también «podría deberse a la cercanía de la refinería de Repsol en la ciudad y a los vientos atlánticos».
Paco Ramos, coordinador en Oviedo, también se ha quejado de «la poca voluntad política» del Ayuntamiento, que «va a destinar 70 millones de fondos europeos para la construcción de aparcamientos» en zonas donde «debería fomentarse las ZBE», mientras Francisco García, coordinador en Vizcaya, ha resaltado la importancia de la ciencia ciudadana y ha insistido en que «compartimos el mismo aire».
