Marina Segura Ramos
Madrid, 27 oct (EFE).- La labor docente, el tamaño de las clases y los recursos materiales y humanos del centro educativo no son los factores más relacionados con la tasa de alumnado repetidor, sino el nivel socio-económico de sus familias y, sobre todo, la calidad de vida y desigualdad dentro de la comunidad autónoma donde viven.
Son resultados de una investigación pionera del Instituto de Ciencias de la Educación (Universidad de Salamanca), basado en el análisis del último informe PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la mayor evaluación internacional sobre el conocimiento de alumnado de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias.
A diferencia de otros estudios, este trabajo no pone el foco en los factores contextuales del alumnado, que son difícilmente modificables, sino en la composición y funcionamiento de los centros y en la situación socio-económica y de política educativa a nivel regional.
Son estos últimos elementos donde podría intervenirse para rebajar el porcentaje de repetidores, sostiene en una entrevista con EFE el profesor titular de la Universidad de Salamanca Fernando Martínez Abad, autor de la investigación junto con la también profesora Susana Nieto Isidro.
España tiene una de las tasas de repetición más elevadas de la Unión Europea y existe una enorme disparidad en función de la autonomía, del 14 % en Cataluña al doble en Andalucía o Castilla-La Mancha.
«El gran hito de nuestra investigación es (la detección) de brechas socio-económicas que condicionan la mayor probabilidad de que un alumno repita curso y que suponen una dificultad añadida a que la educación cumpla su función de ascensor social; al final la mayoría de los repetidores proceden de contextos desfavorecidos y de gran desigualdad económica», destaca Martínez Abad.
A la vista de estas conclusiones pide reflexionar sobre la eficacia de los mecanismos de compensación educativos que se están aplicando en la escuela, como es la propia repetición de curso.
«Con nuestro estudio no podemos decir que no funcionen todos estos mecanismos, pero sí nos dice que repetir curso obedece sobre todo a cuestiones socio-económicas, por lo que hay casos en los que repetir puede que no sea lo más adecuado» para el alumnado en situación vulnerable.
Otras investigaciones, añade el licenciado en Psicopedagogía, doctor en Ciencias de la Educación y graduado en Estadística, apuntan a que esta práctica puede tener un efecto positivo a corto plazo que desaparece, e incluso se invierte, a largo plazo.
Elementos contextuales como el nivel cultural de la familia «difícilmente van a poder ser cambiados por el sistema, pero los factores educativos sí», por ejemplo mejorar la formación del profesorado, un mayor acceso a las TIC en el aula y el fomento de una buena convivencia en clase.
Por otro lado, afirma el experto en equidad educativa, «hemos encontrado que cuanto menor sea la ratio del número de estudiantes por profesor, menor tasa de repetición hay. Sin embargo, el efecto de esta variable se sitúa en un nivel medio bajo mientras que el de la renta per cápita y de la desigualdad en la región es bastante más importante».
Según resume Martínez Abad, el nivel cultural y socio-económico de la familia del estudiante y las tasas de «inequidad» autonómica son determinantes.
De esta manera, «hay una relación significativa entre la renta per cápita y la repetición, pero hay una relación mayor con la inequidad socioeconómica de la comunidad autónoma; índices como el desarrollo humano, que me indican la calidad de vida de los ciudadanos, e índices que comparan la ratio entre los que más y menos cobran tienen una relación muy intensa con la tasa de repetición» de cada territorio.
Los resultados del estudio también muestran la importancia de mejorar algunas variables relacionadas con la labor docente, como la creación de un clima cooperativo en el aula, concluye el profesor titular en el Área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Salamanca.