La fotografía, oasis de dignidad y visibilidad de la mujer andaluza en el XIX

La fotografía, oasis de dignidad y visibilidad de la mujer andaluza en el XIX
Agencia EFE

La fotografía fue un oasis de dignidad y visibilidad para la mujer andaluza en el siglo XIX, una época «en la que solo podía ser madre, esposa, hija o, como mucho, chacha», defiende el fotoperiodista e investigador de la fotografía Antonio Jesús González

La fotografía fue un oasis de dignidad y visibilidad para la mujer andaluza en el siglo XIX, una época «en la que solo podía ser madre, esposa, hija o, como mucho, chacha», defiende el fotoperiodista e investigador de la fotografía Antonio Jesús González.

AJ González (Córdoba, 1968) acaba de publicar ‘Andaluzas tras la cámara’, un libro que incluye a 104 mujeres que ejercieron profesionalmente en Andalucía entre 1844 y 1939, recupera la función femenina en un momento en el que la sociedad no le brindaba «ningún papel profesional» y en el que «algunas mujeres encontraron un papel profesional muy digno, y no solo digno, sino muy visible».

El libro narra lo que la periodista Rosa Luque, compañera durante décadas de AJ en el diario Córdoba, donde ejerce desde 1986 como redactor gráfico y responsable del archivo, define como la «lenta pero imparable búsqueda» del lugar de la mujer «en un mundo dominado por hombres».

En una conversación con Efe, González dice que «las primeras fotógrafas de siglo XIX alzaron el estándar que había en la profesión» y que «se trataba de profesionales itinerantes que iban de provincia en provincia».

«Lo primero que hacían eran anunciarse en la prensa porque su clientela era la burguesía y era la que compraba la prensa, era una forma de conseguir clientes», y algunas se anunciaban con su nombre.

Una treintena de los 104 nombres listados en el trabajo publicado por iniciativa del Centro Andaluz de la Fotografía figuran como viuda o «hijos», en genérico, de un hombre o camufladas para una denominación comercial. Es lo que Rosa Luque define como «las convicciones sociales que otorgan al varón la vara de mando» y «la mojigatería» que niega a las mujeres «una salida laboral más allá del servicio doméstico o la esclavitud de la fábrica».

En cierto modo es el caso de quien AJ González sitúa, como novedad de su investigación, como la primera fotógrafa de Andalucía, en contra de lo que se había creído hasta ahora. Su trabajo señala a Joaquina Mayo Baro como la pionera en ponerse al frente de un estudio de fotografía, en Málaga durante 1860, tras fallecer su marido.

Así lo data un anuncio de ‘El Avisador de Málaga’ en la que la viuda se anuncia como Joaquina Mayor de Lorichon, conservando el apellido de su esposo Eugenio.

Hasta ahora, se tenía a la almeriense Amalia López como la primera fotógrafa andaluza por dataciones «en referencias subjetivas» desde 1860, según recoge ‘Andaluzas tras la cámara’, que especifica la primera noticia hemerográfica de esta profesional en 1866.

Quien no sufrió estas circunstancias fue la suiza Traschler Fritz, la «primera fotógrafa activa en Andalucía», de la que precisamente este jueves se cumplen 177 años del anuncio de su presencia en Córdoba mediante una inserción en prensa ofertando «toda clase de retratos al daguerrotipo, a la sombra, coloreados y no coloreados, de todas dimensiones», entre otras especificaciones, según recoge González en su libro.

A su juicio, se trata de una presentación «a cara descubierta, diciendo ‘soy mujer, soy profesional y estoy aquí haciendo retratos’”, porque «si miras la prensa de la época, no ves ningún nombre de mujer a ningún nivel, excepto el de Fritz», y, por eso, su conclusión de que «la fotografía es, en ese aspecto, un oasis en el siglo XIX», aunque «es cierto que eran pocas, pero un número muy significativo y muy representativo».

De cualquier forma, entiende que su trabajo «es un primer paso para que otros compañeros sigan investigando y ampliando y aparezcan nuevas fotógrafas y dentro de diez o veinte años, en vez de cien sean doscientas”.

AJ ha permutado el papel de fotógrafo por el de fotografiado delante del único estudio fotográfico de la época que se conserva en Córdoba, el de Rafael Señán, cuya fachada andalusí finalizó en 1921 el arquitecto conservador de la Mezquita-Catedral, Félix Hernández, y en cuyo interior atesora una reproducción de elementos de la Alhambra realizada por artesanos granadinos en un patio con arquería califal y un fondo que reproduce las columnas de la Mezquita.

Hoy es una tienda de recuerdos que acude a abrir Manuela Revuelto, a la que solicita, con su intensa amabilidad, quizás fruto de ser «más bien introvertido», conforme refiere Rosa Luque en el libro, que nos muestre esta joya oculta del patrimonio cordobés.

«Realmente me considero sobre todo un fotógrafo y entré el mundo de la investigación por amor a mi trabajo, a la profesión, porque veía que no se no se valoraba» y porque «la fotografía es memoria, y como memoria, todos tenemos fotografías en nuestra memoria, el álbum familiar es la historia de nuestra familia, el trabajo de los fotoperiodistas o los fotoperiodistas es la memoria de un país, de una ciudad y es un patrimonio que no se puede dejar perder y, por desgracia, hemos perdido muchísimo».

Fuente: © EFE 2021