La Virgen de la Esperanza Macarena procesiona por las calles de Sevilla en la famosa ‘Madrugá’ tras el misterio de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia. De todas las hermandades que procesionan en la Semana Santa sevillana, la Hermandad de la Macarena es la que cuenta con más hermanos -16.000 aproximadamente-, seguida muy de cerca por la Hermandad de la Esperanza de Triana. Sus dos perfiles, los milagros atribuidos a la imagen o la cantidad de leyendas y habladurías que la envuelven, hacen de la Macarena un faro de esperanza para macarenos, sevillanos y gentío de todo el mundo que vienen a su barrio solo para verla. No obstante, a pesar de ser una de las imágenes más conocidas y populares, los orígenes de la Macarena siguen siendo un misterio.
Según la leyenda, la Esperanza Macarena vino desde el extranjero para quedarse en Sevilla. Se dice que un mercader italiano llegó a Sevilla con el propósito de partir desde el puerto de la ciudad hacia el Nuevo Mundo. Ya en tierras hispalenses, el viajero enfermó de pronto, de modo que acabó ingresado en el Hospital de las Cinco Llagas. Allí, las monjas que trataban de velar por su salud no pudieron hacer nada por su salud y el italiano acabó falleciendo.
Un año después de morir en aquel hospital, las monjas decidieron apropiarse de las pertenencias del viajero, por cuyos restos, nadie -ni siquiera algún familiar- reclamó. Ya allí, las monjas abrieron el único equipaje que llevaba el mercader: un pequeño zurrón de tela. Tras abrirlo, descubrieron unas manos y un busto bellísimo con el rostro de una mujer. Las monjas, decidieron quedarse con la talla colocándola en un lugar apartado donde no recibía culto, debido a que la capilla del hospital ya se encontraba llena.
Muy cerca del Hospital de las Cinco Llagas, se encontraba el templo de San Basilio, donde una hermandad fundada en el siglo XVI, había decidido adquirir una Virgen que acompañara al Santo Crucifijo. Los miembros de la Hermandad se percataron de la historia de la misteriosa Virgen que había llegado recientemente a Sevilla y le ofrecieron un pacto a las monjas: ceder la Virgen a la Hermandad a cambio de regalarles un reloj con campanas al hospital. Las monjas aceptaron las negociaciones con una condición: si la Virgen volvía al Hospital, se quedaría allí para siempre. La Virgen adoptó los nombres de la advocación deseada por la hermandad y el barrio: había nacido la Esperanza Macarena.
Pero, tras siglos de historia y devoción, los orígenes de la Macarena siguen sin estar claros. En primer lugar, no se sabe quién la hizo -algunos la relacionan con autores como Juan de Mesa o Ruiz Gijón-; ni tampoco se sabe qué causó su peculiar rostro de dos perfiles -hay quien afirma que en sus orígenes la Virgen era una talla de gloria-. Sea lo que fuere, los macarenos son los únicos que coinciden en el origen de ‘Reina de San Gil’:
“la Virgen de la Esperanza,
entre Rosario y Sentencia,
bajó del cielo a Sevilla,
para hacerse Macarena”.
Esta es tan solo una de las leyendas -la más extendida- que se cuentan en torno a la talla de la Virgen de la Esperanza. La talla se puede visitar actualmente en el altar mayor de la Basílica de la Macarena, junto al arco que lleva su nombre.
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