La ‘otra’ Vegas Altas: así es la pedanía que se niega a compartir su nombre

A lo largo de la carretera N-430, en dirección a Ciudad Real y poco antes de llegar a Navalvillar de Pela (Badajoz), aparece un panel indicativo con el nombre de Vegas Altas. Tomando esa dirección, a apenas unos pocos kilómetros se encuentra esta pedanía de alrededor de 300 habitantes que a partir de unos años compartirá nombre con la tercera ciudad más grande de Extremadura, la resultante de la unión entre Don Benito y Villanueva de la Serena. EFE/ Samuel Sánchez

Don Benito (Badajoz), 21 jul (EFE).- A lo largo de la carretera N-430, en dirección a Ciudad Real y poco antes de llegar a Navalvillar de Pela (Badajoz), aparece un panel indicativo con el nombre de Vegas Altas.

Tomando esa dirección, a apenas unos pocos kilómetros se encuentra esta pedanía de alrededor de 300 habitantes que a partir de unos años compartirá nombre con la tercera ciudad más grande de Extremadura, la resultante de la unión entre Don Benito y Villanueva de la Serena.

A través de una estrecha carretera, un paisaje de tierra fértil deja entrever que el cultivo del arroz, y por ende la agricultura, es la principal actividad económica de esta pedanía de Navalvillar de Pela. Sin embargo, solo el color verde de unas cuantas hectáreas de olivos contrasta con el aspecto de abandono de unas parcelas de arroz paralizadas por la acuciante sequía.

A la entrada de la localidad un muro con el mensaje de «Bienvenidos a Vegas Altas» recibe a los visitantes. Este pueblo, de 63 años de historia, presenta la fisonomía típica de los pueblos de colonización que se construyeron en la segunda mitad del siglo pasado dentro del Plan Badajoz. Amplias calles con casas grandes para guardar los aperos necesarios para la actividad agrícola.

Pero el principal tema de conversación entre sus vecinos este jueves no eran ni la sequía ni las dificultades por las que atraviesan los productores de arroz de la localidad. En cada rincón era el mismo: la coincidencia en el nombre de la nueva ciudad.

Al igual que la elección de Vegas Altas como nombre para el nuevo municipio ha generado una amplia aceptación y consenso entre los vecinos de Don Benito y Villanueva, aunque tampoco han faltado críticas, en la pedanía de Navalvillar de Pela la contrariedad se palpaba en el ambiente.

El alcalde pedáneo es Francisco Rafael, quien se muestra en contra de compartir nombre. «Hay miles de opciones y a estas alturas cogen y le ponen el nombre de un pueblo que ya existe y que está a menos de 40 kilómetros».

«Hay muchos pueblos que tienen el mismo nombre, pero no están ni en la misma comarca ni en la misma provincia», agrega.

El razonamiento de Rafael es parecido al de cualquier viandante de este pueblo, que cuenta con los servicios básicos para el día a día de sus gentes. Un centro médico, un centro social o un pequeño colegio en el que hasta este año han estudiado una quincena de niños.

Una vecina, sin embargo, lamenta que el curso que viene este número descenderá a causa de que varios de los menores comenzarán la ESO en el instituto de Navalvillar de Pela.

En un corrillo, junto a la farmacia local situada en la plaza del pueblo, un grupo de mujeres y hombres comenta la noticia del nuevo nombre de Don Benito y Villanueva. Uno de ellos es Joaquín Cotano, nacido en Usagre pero emigrado a Vegas Altas hace varias décadas. «Me parece un abuso de las autoridades que le pongan el mismo nombre».

Emiliano Gómez, jubilado y natural de Helechosa de los Montes, comparte opinión con su esposa, María Dolores Campos, quienes coinciden en que no les parece bien la opción que han elegido para bautizar al nuevo municipio. «Que le pongan otro nombre», reclama.

A apenas un par de minutos a pie se encuentran el único ultramarinos y el único bar de Vegas Altas, que pertenecen a la familia Capilla.

En la pequeña tienda de alimentación, en la que dispensan lo más elemental para el día a día, Jessica Sánchez, una empleada, se afana en despachar a sus clientes.

Para esta joven natural de Obando son pocos los vecinos a los que les da igual compartir nombre con la nueva ciudad. «No porque sea un pueblo pequeño hay que poner el mismo nombre a una ciudad grande. Cada uno tiene su nombre y eso hay que respetarlo», remarca.

Puerta con puerta se encuentra el bar, propiedad también de la familia Capilla. En él, José María y Belinda, padre e hija, dedican buena parte de su tiempo junto a su otro sustento económico: la agricultura.

Capilla asegura sentirse como «un ciudadano de segunda» y se muestra en desacuerdo con la elección de Vegas Altas para la nueva ciudad. Belinda, en cambio, cree que la fusión de Don Benito y Villanueva también será positiva para su pueblo y reconoce que ahora les van a conocer más gracias a esta decisión.

Eso sí, critica que «no hayan contado con la opinión de este pueblo». «¿Ahora nos tendremos que referir a nuestro pueblo como Vegas Altas la antigua? ¿Nos va a afectar en algo compartir denominación?», pregunta.

Por Samuel Sánchez