Irene Martín
Málaga, 26 sep (EFE).- Las poblaciones de sardina y boquerón, pequeños peces pelágicos muy presentes en el mar Mediterráneo, «tienden a recuperarse, pero muy poco a poco», ya que continúan bajo las amenazas persistentes de la contaminación, la pesca y el cambio climático.
Así lo afirma a EFE la técnica del Instituto Español Oceanográfico (IEO) Ana Ventero, que participa en la campaña 'Medias' -Mediterranean International Acoustic Survey-, encargada de contabilizar, identificar y medir ambas especies en el Mediterráneo.
Asegura esta experta que el cambio climático «se está notando a nivel mundial y también en el Mediterráneo», tanto por el aumento de la temperatura del agua como por la escasez de lluvias, que inciden en la descarga de los ríos sobre un mar «casi cerrado» por el Estrecho.
«Por lo tanto, todo lo que podamos hacer para conservar sardinas y boquerones no está de más», señala Ventero.
Muestreo del Mediterráneo
Ventero estudia la evolución de la sardina y el boquerón gracias al proyecto 'Medias', que funciona desde 2009 y que gracias a la embarcación Miguel Oliver recorre el Mediterráneo desde la frontera con Francia hasta el Estrecho de Gibraltar.
En concreto, este año, del 10 de julio al 13 de agosto, ella y su equipo, liderado por una investigadora principal y compuesto por una ingeniera y otros dos técnicos, han tomado datos para establecer la talla, edad y distribución de sardinas y boquerones y los procesarán en un par de meses.
«Nosotros utilizamos ecosondas para muestrear toda la columna de agua» que a través de «una onda de sonido» pueden diferenciar entre densidad y cardúmenes (bancos de peces), por tamaños y distribución, determinar «zonas de reclutamiento y de puesta» y ver las condiciones ambientales, explica la experta.
Los científicos obtienen también datos de variables oceanográficas como la temperatura, la salinidad, la clorofila y el oxígeno disuelto en el agua, lo que les ayuda a hacer estudios piloto.
Finalmente extraen los resultados por medio de la «combinación» de su método sonoro con «muestras biológicas» que toman del medio y establecen «de qué especies en concreto se tratan».
La campaña contempla el mismo objetivo para todos los países ribereños del Mediterráneo de la franja europea que participan en la misma con el fin de determinar la biomasa, el 'stock' reproductor del boquerón y la población de la sardina.
Peces resilientes
Tanto una especie como la otra están «altamente influenciadas» por su reclutamiento –un proceso de supervivencia por el que pasan desde que nacen hasta poder pescarse-, ya sea por una puesta «productiva», que permita llegar a una «muy buena población» al año siguiente, o una que no llegue a serlo y haga caer el número de peces por factores ambientales, pesca o falta de alimento.
En la parte mediterránea española, el Delta del Ebro es una zona «históricamente de reclutamiento de boquerón y sardina», al igual que las bahías de Málaga y Almería, «que tienen esa influencia atlántica, que los nutren y los abonan de comida».
Los dos tipos de peces han demostrado ser «resilientes» al intentar «adaptarse a escenarios que cambian» pese a su «poca estructura de edad» y sus «muchas fluctuaciones» y variaciones en número, que han dejado una tendencia negativa en las últimas décadas.
«Son múltiples factores los que están afectando. La tendencia de los pequeños pelágicos es a fluctuar siempre, no solo en el Mediterráneo, en otras zonas como Chile y Perú, que tienen unas grandes pesquerías, también fluctúan», indica Ventero.
Consejos científicos
Diferentes grupos de trabajo aprovechan los datos de este tipo de campañas y los procedentes de la pesca para, a partir de ahí, dar «consejos científicos» que después gestores de pesquería usan para poner medidas ante la caída de poblaciones.
«Me consta que la flota pesquera es la primera interesada en que estén sanas y en poder tener una extracción sostenible de estos recursos, y ponen de su parte para colaborar en la creación de esas medidas que normalmente se basan en tallas mínimas de captura, cuotas y vedas espacio temporales», apunta Ventero.
Todas ellas ayudan a hacer crecer a la población de sardina y la del boquerón, «especies altamente nutritivas y emblemáticas de algunas zonas como Málaga».
Asimismo, añade que el ciudadano puede poner de su parte al alimentarse de estas especies «en las épocas del año en las que son accesibles y las flotas las descargan y tienen una talla mínima aceptable».