La precariedad de las condiciones laborales de los trabajadores de atención a los mayores, con contratos de corta duración y pluriempleo en distintos centros, pudo incidir en la transmisión del coronavirus durante la primera ola de la pandemia de covid-19, en que murieron cerca de 20.000 residentes.
La precariedad de las condiciones laborales de los trabajadores de atención a los mayores, con contratos de corta duración y pluriempleo en distintos centros, pudo incidir en la transmisión del coronavirus durante la primera ola de la pandemia de covid-19, en que murieron cerca de 20.000 residentes.
Son algunas de las conclusiones del estudio «En primera línea contra el coronavirus: El trabajo de cuidados de larga duración a personas», de la Fundación Alternativas, que identifica los principales problemas del personal tanto de residencias de personas mayores, como de los servicios de ayuda a domicilio a ese colectivo, desde el inicio de la pandemia hasta septiembre de 2020.
El informe relaciona las características del empleo con la calidad de los servicios e indica que «la efectividad de algunas de las medidas destinadas a frenar la transmisión del coronavirus en las residencias puede haberse visto limitada por el modelo de relaciones laborales».
«Contratos de muy corta duración, tiempo parcial y pluriempleo aumentan la rotación y favorecen que un mismo profesional se desempeñe en distintos centros de trabajo», señala el estudio: «Esta realidad laboral no parece coherente con las buenas prácticas, como la creación de grupos burbuja o la limitación del número de contactos sociales».
Con entrevistas a expertos, trabajadores y responsables de servicios residenciales, junto al análisis legislativo y de las condiciones laborales con la ayuda de los sindicatos CCOO y de UGT, la investigación concluye «la escasa capacidad de atracción y retención en algunas categorías profesionales del sector de los cuidados» a personas mayores.
«La mala calidad del empleo y las limitadas perspectivas de desarrollo profesional hacen que muchos trabajadores con titulaciones en el ámbito sanitario (sobre todo médicos y enfermeras) perciban el trabajo en residencias como una estación de paso hacia la consecución de un puesto estable en un hospital o centro de salud», diagnostica.
Esta situación de «deficiente calidad de empleo, con bajos niveles retributivos en prácticamente todas las categorías y perfiles profesionales y altas tasas de temporalidad, ha empeorado en el contexto de la pandemia», señalan los investigadores Jorge Hernández-Moreno y Manuel Pereira-Puga.
Según los entrevistados, «el personal de cuidados ha tenido que doblar turnos, enlazar trabajos o renunciar a días libres y vacaciones y además de la escasez de pruebas diagnósticas, los trabajadores del sector carecieron en general de medios, suministros médicos esenciales y equipos de protección adecuados y suficientes, poniéndose en riesgo tanto su propia integridad física, como la de los mayores usuarios de los servicios sociales», indica el informe.
Entre las recomendaciones sindicales figuran garantizar la adecuada formación de todos los perfiles profesionales y revertir esa situación laboral promoviendo el aumento de los salarios y la contratación a través de contratos indefinidos y, cuando sea posible, a jornada completa.
En el marco de las empresas, proponen que la regulación y organización de turnos, vacaciones y libranzas ha de tener más en cuenta la dureza física y mental del trabajo de cuidados.
No obstante, expone «que el dispar despliegue legislativo de los gobiernos regionales y locales, a partir de sus competencias exclusivas en materia de servicios sociales, ha dado lugar a soluciones divergentes en relación con las ratios de plantilla exigidas», entre otras .
Además, el informe lamenta que los trabajadores de residencias y ayuda a domicilio, que han estado luchando en primera línea con medios precarios y escasa ayuda externa para salvaguardar la vida de nuestros mayores, han recibido «un muy escaso reconocimiento por parte de la sociedad».
Fuente: © EFE 2021