Laura Ramírez
Huelva, 12 dic (EFE).- Veintidós años han pasado desde que en 2002 se apostara por la recuperación del lince ibérico, más de dos décadas de éxito que han llevado a la especie a superar los 2.000 ejemplares en la península, pasar a la categoría de «vulnerable», y afrontar amenazas que no son factores limitantes para que continúe su evolución.
Para llegar a este punto ha sido necesario desbloquear la cría en cautividad, aumentar las poblaciones de conejos -que representan el 80 % de la alimentación del lince-; crear nuevos territorios con la suelta de ejemplares o mejorar la conectividad entre las poblaciones, actuaciones incluidas en los cuatro programas europeos LIFE.
El último programa, cuya finalización está prevista para 2025, es el Lynx Connect, dirigido por Javier Salcedo, quien ha mostrado a EFE, coincidiendo con la celebración este jueves del Día Internacional del Lince Ibérico, su optimismo sobre la evolución de la especie.
El acuerdo, clave en el inicio de la recuperación
Fue en 2002 en Andújar (Jaén) cuando se dio el paso determinante para el inicio de la recuperación de la especie tras un censo desalentador de apenas 100 linces en los núcleos del Parque Nacional de Doñana y los parques naturales de Cardeña Montoro y Sierra de Andújar, en Jaén.
Para ello fue necesario el consenso entre administraciones, grupos conservacionistas, cazadores, propietarios e investigadores, que con representantes de la Unión Internacional de la Naturaleza (UICN) y el Consejo de Europa, acordaron iniciar el primer programa de conservación, desbloquear la cría en cautividad y crear poblaciones, primero en Andalucía y después fuera de esta comunidad.
Planes de conservación por 88 millones de euros
Desde entonces, ha explicado Salcedo, se han destinado 88 millones de euros para cuatro proyectos LIFE, además de otros recursos de los territorios que querían trabajar para salvar al lince.
Los dos primeros LIFE Lince se ejecutaron en Andalucía: el primero, hasta 2006, con un presupuesto de 9,3 millones, de los que la UE aportó un 42 %, tenía como objetivo detener la «sangría» que amenazaba a la especie y afianzar las dos poblaciones existentes; en el segundo (2006-2011), que contó con una inversión de 25.9 millones, de los que la UE aportó un 38 %, se empezó a trabajar en las áreas de reintroducción en Sierra Morena, una en el valle del río Guarrizas en Jaén y otra al oeste, la de Guadalmellato en Córdoba.
El tercer programa de conservación, denominado Iberlince (2011-2017) y al que se destinaron 34 millones de euros, con un 61,57 % de contribución de la UE, se extendió fuera de Andalucía con la creación de cuatro nuevas áreas de reintroducción: una en el sur Portugal, una en Extremadura y dos en Castilla-La Mancha.
En el Lynx Connect, actualmente en vigor con un presupuesto de 18 millones de euros y ejecutado en un 80 %, se han creado tres poblaciones nuevas: una de ellas en Andalucía, en la sierra de Arana; otro en Murcia, en la zona de los Altos de Lorca y una tercera, recién incorporada, en Cáceres; si bien, según Salcedo, su objetivo principal es conectar todas las poblaciones existentes con anterioridad a estas.
Programa de cría en cautividad
El programa de conservación «ex situ», en el que se enmarcan los trabajos de cría en cautividad y la reintroducción de ejemplares, también ha sido una pieza clave en la recuperación del lince.
Desde que en 2011 comenzaran las primeras liberaciones al medio natural de individuos nacidos en cautividad, hasta la fecha se han reintroducido alrededor de 400 ejemplares.
Todas estas actuaciones se han traducido en que la población del lince ha pasado de apenas un centenar a principios del siglo XXI a 2.021 del último censo (2023) – de los que 406 son hembras reproductoras y 722 cachorros-.
Hasta 2015 el lince fue considerado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) especie «en peligro crítico de extinción»; ese año, se rebajo su riesgo a «en peligro de extinción» y este 2024 ha entrado en la categoría de «vulnerable», «todo un éxito que muy pocas especies lo han logrado», según Salcedo.
Problemas y amenazas sí, pero no limitantes
Esas buenas cifras, que invitan al optimismo, no suponen que el trabajo haya acabado, ya que queda camino por recorrer ante amenazas y problemas que afectan al lince ibérico.
Entre ellos están la mortalidad no natural -especialmente los atropellos-, garantizar poblaciones de conejo allá donde se asientan, la escasa diversidad genética o las enfermedades víricas, factores en los que se sigue trabajando, pero que son limitantes para su evolución.
En cuanto a la diversidad genética, es una amenaza contra la que se han dado importantes pasos, principalmente en Doñana, el territorio más afectado, donde desde 2007 se desarrolla un plan de reforzamiento con el que se ha logrado camadas más numerosas o más resistentes a las enfermedades, hasta el punto que hace más de 15 años no se registra un brote de leucemia felina.