Gemma Bastida
Málaga, 23 may (EFE).- Nació en 2017 como una broma entre dos buenos amigos, los periodistas Tania Lozano y Víctor F. Clares, pero el grupo de electropop Ladilla Rusa se ha convertido en uno de los imprescindibles del circuito festivalero español gracias a sus mezclas de géneros «imposibles» y unas letras «costumbristas pasadas por un filtro de fantasía».
Canciones como 'Macaulay Culkin', 'KITT y los coches del pasado', 'Criando malvas', 'A un metro y medio de ti' o 'Bebo (de bar en peor)' han hecho de este dúo, originario del municipio de Montcada i Reixac, en el extrarradio barcelonés, una de las bandas más divertidas de la escena actual.
En una entrevista con EFE, Víctor F. Clares asegura que cuando empezaron esta aventura no se imaginaron «ni cantando en fiestas de Barcelona», pero ahora llenan recintos y han traspasado fronteras. Hace poco han regresado de México, donde han actuado en el festival Sonoramex, y afrontan la temporada de verano con casi 30 conciertos por toda España, el primero de ellos el próximo sábado, día 25, en el Fulanita Fest, dentro del ciclo Marenostrum Fuengirola (Málaga).
México es el primer país de Latinoamérica que visita Ladilla Rusa, que espera que no sea el último: «A ver si hay suerte y en el futuro empezamos a ir a más países de la región», señala Clares, que destaca la buena conexión que tiene el grupo con el público mexicano, que ha entendido a la perfección «el espíritu» de la banda y su «mezcla de humor absurdo y crítica».
Nueva gira y espectáculo
Ladilla Rusa arranca la gira con un espectáculo nuevo y un concierto «muy a lo grande», con banda al completo, efectos visuales sobre el escenario y «muchas sorpresas».
En ella interpretarán sus éxitos más conocidos y sus nuevos temas, como 'Madre mía el asco que me das' (2024), «un rapapolvo en forma de canción» que habla de la repulsa que te crea alguien que se ha portado mal. La letra de la canción es del dúo catalán y la música la firma el productor Ignacio Miranda, «la tercera pata del grupo», el «encargado de vestirlo todo a nivel musical».
El objetivo de Ladilla Rusa no es otro que conseguir que la gente se divierta, baile y se entretenga, y si bien tiene canciones con «más de una capa, con un mensaje más político», la nota humorística, en ocasiones con unas gotas de mala leche, sobresale sobre las demás.
«Hablamos de cosas muy costumbristas, muy cotidianas, pero pasadas por un filtro de fantasía», explica Clares, que señala que en su repertorio se tratan temas muy dispares inspirados en la cultura popular y televisiva, pero también «en los chascarrillos de las madres». «Incluso hay historias puramente inventadas, somos un poco cuentacuentos», apunta el cantante y periodista.
Más que electropop
Aunque a menudo se les presenta como una banda de electropop, es difícil definir a Ladilla Rusa con una sola etiqueta, puesto que también son rumba, tecno, punk, flamenco o hasta jota aragonesa. Con Albert Pla grabaron hace un par de años 'La padrina', una tarantella con aires napolitano-catalanes, y con María Jesús y su acordeón versionaron el mítico 'Baile de los pajaritos'.
«Nos gusta jugar con los límites de los géneros y mezclar cosas imposibles», comenta el artista.
Este gusto por la miscelánea musical tiene mucho que ver con el origen del dúo: nacieron en un barrio obrero de Montcada, en la periferia de Barcelona, y son hijos de andaluces y extremeños que crecieron sobre todo escuchando rumba y flamenco, grupos como Los Chichos, Los Chunguitos, Tijeritas o Estopa.
«Somos del extrarradio y de familias humildes. Lo que nos identifica es la reivindicación de la conciencia de clase», subraya Clares.
Ladilla Rusa está trabajando en nuevos temas que verán la luz próximamente, pero de manera «suelta», pues no tiene previsto aún lanzar nuevo disco. «Nos apetece dedicar tiempo a cada canción por separado y tenemos alguna colaboración pendiente».
A los hermanos David y José Manuel Muñoz (Estopa), por cierto, les propusieron hace un tiempo hacer una colaboración, pero dijeron que no.