Madrid, 1 mar (EFE).- Antes incluso de que Ramón Tamames sonase como candidato independiente de Vox para la moción de censura, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, anunció que su formación se abstendría, moviéndose así del no de Pablo Casado en la anterior moción, una decisión en la que es clave la nueva relación con los de Santiago Abascal.
Una máxima inspira a la actual dirección nacional del PP: no entrar en el juego de la moción planteada por Vox. En ese objetivo se enmarca la decisión de Feijóo de no acudir al hemiciclo para seguir el debate, que el PP descalifica como un «show», un «espectáculo» o un «teatrillo».
También en esta meta encaja la estrategia del PP de adoptar un perfil bajo y dar la callada por respuesta tanto a Vox, que se reivindica como la única oposición a Pedro Sánchez, como frente al presidente del Gobierno, que acusa a Feijóo de aproximarse a la formación de Santiago Abascal.
Génova denuncia que esta moción de censura, que no tiene los votos para prosperar, es una pérdida de tiempo en la que Vox solo persigue un objetivo partidista, el de recuperar foco, aun cuando el peaje es dar un «balón de oxígeno» y salir al «rescate mediático» de un Gobierno «en llamas» y cercado por polémicas.
Las contundentes críticas del PP a la moción de censura no se traducen, sin embargo, en un voto en contra, pese a que algunas voces consideran esta como la mejor opción. Ese no implicaría alinearse con el bloque de investidura del Gobierno y pondría fin además a una etapa de mejora de las relaciones con Vox, en vía muerta con Casado y que Feijóo se ha encargado de normalizar.
Porque el no de Casado en la moción presentada por Vox en octubre de 2020 y su duro discurso contra Abascal generó aplausos en la prensa, pero hubo dirigentes en el PP que lo consideraron un error, porque implicó ir al choque frontal con un partido fronterizo, con el que se disputan electorado y mantienen alianzas.
Aquel «hasta aquí hemos llegado» de Casado, que sí gustó a otros dirigentes, supuso además su ruptura con Abascal, a quien hasta entonces le unía una amistad y que cortó toda comunicación con el entonces líder del PP.
Feijóo inauguró una nueva etapa tras relevar a Casado en el liderazgo. Antes de que tomase oficialmente las riendas, PP y Vox firmaron en Castilla y León su primera coalición de Gobierno. Meses después, en septiembre, Feijóo mantuvo un encuentro con Abascal. Vox agradeció el cambio de actitud.
El líder del PP tiene como objetivo encabezar un Gobierno monocolor y así lo recalca en público y en privado, pero el PP no ha cerrado la puerta a pactar con Vox, un partido clave para sumar en las generales, pero también para dar el vuelco a Gobiernos autonómicos y locales ahora en manos del PSOE.
Así las cosas, y en plena precampaña, el PP apuesta por abstenerse, aún cuando el PSOE le acusa de involucionar. Para explicar su cambio de postura se limitan a señalar que estamos en «momentos políticos distintos».
Los populares no han dejado de criticar una iniciativa que consideran fallida y extemporánea y a la que asisten atónitos por el riesgo que recurrir a Tamames implica para Vox.
Y mientras marca distancias con una iniciativa insólita, el PP constata un trasvase de voto desde Vox y se reivindica como el único partido que busca seriedad y estabilidad para España frente a los que orquestan un «circo» estéril que «distrae» de lo importante.
María López