Bucarest, 18 ene (EFE).- Miles de agricultores y transportistas bloquean desde la semana pasada numerosas carreteras de Rumanía en protesta por la subida de combustibles, impuestos y seguros, que, según denuncian, hacen inviables sus actividades.
Similar a lo que sucede en Alemania, esta movilización espontánea, que no ha sido organizada por ningún gremio, comenzó el pasado 10 de enero cuando varias caravanas de tractores y camiones se dirigieron hacia Bucarest, la capital del país balcánico.
Los manifestantes tenían previsto llegar con 15.000 vehículos y maquinaria agrícola a la céntrica Plaza de la Victoria, pero su acceso fue denegado por las autoridades y cientos de vehículos aguardan, desde entonces, en la autopista DN2 de circunvalación.
«Romania Trezeste-te, Hai cu noi» (Rumanía Despierta, ven con nosotros, en español) se leía en una sábana blanca pintada con tinta azul sobre un todoterreno aparcado en el arcén de la DN2, donde un grupo de manifestantes ondeaban una gran bandera rumana.
«Los agricultores no sólo tenemos obligaciones, también tenemos derechos», aseguró a EFE Madalin, un joven agricultor de 16 años, que ha viajado a este lugar con su padre desde Brasov, a unos 150 kilómetros de la capital.
Los manifestantes denuncian la subida de los impuestos sobre el diésel y otras medidas que entraron en vigor el pasado primero de enero, así como el alto coste de los seguros para vehículos y las largas esperas en las fronteras.
Como resultado la gasolina se ha encarecido entre 6 y 8 céntimos de euro por litro para la gasolina y para el diésel.
El pasado lunes, los agricultores alemanes tomaron con miles de tractores varias de las principales calles de Berlín en una nueva acción de protesta contra la eliminación paulatina de la reducción del impuesto al diésel para agricultores.
Los manifestantes rumanos, además, critican lo que consideran «competencia desleal» de los agricultores de la vecina Ucrania, invadida por Rusia hace dos años y cuyos productos entran desde entonces libres de aranceles al mercado comunitario.
Por eso, los manifestantes rumanos bloquean también cruces fronterizos con Ucrania y el puerto de Constanza, en el Mar Negro, la principal salida para el cereal ucraniano desde la suspensión en verano pasado del acuerdo del grano mediado por la ONU y Turquía.
Este jueves hubo bloqueos, no solo en la frontera con Ucrania, sino también con la vecina Hungría, dejando a cientos de camiones ucranianos y turcos varados en la zona.
«Las protestas continuarán hasta que se cumplan todas nuestras reivindicaciones, que involucran medidas sociales, económicas, jurídicas y de finanzas», aseguró en declaraciones a EFE Andrus Danut, uno de los líderes de la protesta.
«No vamos a ceder ni un centímetro porque otras veces han logrado dividirnos, convencernos para renunciar y nunca hemos conseguido nada. Esta vez queremos resultados», dijo el agricultor.
El Gobierno rumano, una coalición de socialdemócratas y liberales, anunció este jueves unas primeras concesiones, más bien técnicas, para facilitar el trabajo a los transportistas y agricultores, mientras prosiguen las negociaciones.
En Rumanía hay unos tres millones de explotaciones agrícolas, según datos de la Comisión Europea, de las que el 90 % tiene una extensión de menos de cinco hectáreas. Rumanía también es uno de los mayores productores de cereales de la Unión Europea.
Desde el fin de semana pasado, los manifestantes mantienen conversaciones con distintos ministerios, como Agricultura, Transportes y Hacienda, por ahora con pocos resultados tangibles.
«Nos sentaremos a la mesa para mantener debates civilizados para que podamos entender exactamente a qué problemas se enfrenta cada uno», aseguró esta semana el ministro rumano de Agricultura, el socialdemócrata Florin Barbu, en un comunicado.
Las protestas se producen en un año electoral clave para el país y, según analistas locales, podría poner en apuros a la coalición del primer ministro, el socialdemócrata Ion-Marcel Ciolacu.
A lo largo de este año habrá cuatro elecciones, empezando en junio próximo con las europeas, seguidas en otoño por las locales, las presidenciales y las parlamentarias y, en este contexto, un descontento rural descontrolado podría resultar clave. EFE
Lola García-Ajofrín