Libros, seguridad y gel hidroalcohólico en Sant Jordi

Pocas casetas de libros en las calles barcelonesas, unas 70, concienciación de que las librerías son más seguras que un supermercado y gel hidroalcohólico por todos los sitios marcan la celebración de este Sant Jordi de verano, que sustituye al aplazado del 23 de abril.

La jornada ha comenzado con el tradicional desayuno que el Grup 62 ha organizado en el centro de Barcelona con algunos de sus autores más emblemáticos para una foto de grupo «guardando las distancias» y con mascarilla, entre ellos Núria Pradas, Laia Aguilar, Pilar Rahola, Gemma Ruiz Palà, Care Santos, Xavier Bosch, Toni Cruanyes y Enric Calpena.

Xavier Bosch ha pronosticado que la jornada de hoy «aunque no será como un Sant Jordi, será una fiesta literaria y previsiblemente las cosas irán mejor fuera de Barcelona».

Bosch y otros escritores han coincidido en señalar que «seguramente las casetas se animaran más por la tarde cuando ya no haga tanto calor».

Gemma Ruiz ha firmado muchos ejemplares de su última novela, «Ca la Wenling», en su mayoría ‘dedicatorias en diferido’ mientras declaraba que «se debería imprimir a fuego que ‘las librerías son más seguras que los supermercados, porque nadie lame los libros'».

Su compañero de firma, el periodista Toni Cruanyes, autor de «Un dels nostres», confesaba que encontraba «raro» firmar libros «sin ver al lector, sin poder hablar con él, algo que siempre te da pistas para escribir la dedicatoria».

Las precauciones extremas que el sector ha previsto para esta jornada, en la que los escritores no se encuentran ante sus lectores, ni pueden abrazarlos ni hacerse selfies con ellos, tiene excepciones, como el escritor Rafel Nadal, que por la mañana ha hecho firmas de libros ‘a la antigua usanza’ de su «Mar d’estiu» en dos librerías de Girona y esta tarde tiene programadas otras cinco en Barcelona.

Este Sant Jordi de verano se está distinguiendo también por la ausencia de escritores del resto de España, habituales de Sant Jordi que aportan más cromatismo a la paleta de colores literaria, autores como Almudena Grandes, Fernando Aramburu, Julia Navarro o el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, otro de los fijos del día del libro en Barcelona.

Ha habido alguna excepción, como la escritora alemana Stefanie Kremser, que acaba de publicar «Si esta calle fuera mía», su primer título de no ficción después de tres novelas, y que vive en Barcelona.

Kremser ha pedido que la imposibilidad de celebrar un Sant Jordi con normalidad debería hacernos reflexionar de que «Sant Jordi puede ser cada semana».

De hecho, algunas librerías, como la Nollegiu del popular barrio barcelonés del Poblenou ha colgado en la puerta de entrada de su establecimiento un cartel clarificador: «Cada día es Sant Jordi, nosotros lo celebramos todo el año y en horario de 10-14 h y de 17-20 h.

En su perfil de twitter, Nollegiu ya ha colgado su «listas de libros más vendidos en este día del libro que nosotros no celebramos», que incluye un libro de Verlaine, una antología de la poesía moderna en Kazajistán o un ensayo de Baruj Spinoza.

Librerías como Abacus, Documenta, La Central o la Casa del Llibre, las más grandes de la capital catalana, han sido las que han tenido mayor movimiento de lectores, tanto en los tenderetes como en el interior, donde los ciudadanos se refugiaban del calor a la sombra del aire acondicionado.

Los propietarios de La Caixa d’Eines, una de las 70 librerías con puestos desplegados en las calles de Barcelona, se mostraban satisfechos con las ventas, a partir de «mucho cliente habitual que apuesta por el comercio del barrio»; y en la Documenta esperaban también aumentar las ventas en este Sant Jordi de verano.

La directora de la Casa del Libro del Paseo de Gracia, Marisa Ontiveros, ha estimado por su parte un aumento del 30 % de clientes con respecto a un día ordinario de julio.

Por Jose Oliva

Fuente: © EFE 2020