Los Ángeles (EE.UU.), 28 sep (EFE).- Pelirrojo, mofletudo, de ojos saltones, peto azul con camiseta de colorines y sonrisa endiablada. Treinta y cuatro años después del estreno de la película original, describir a Chucky todavía provoca algún escalofrío entre quienes crecieron temiendo al muñeco asesino más famoso de la historia.
Tras un legado de ocho filmes y una serie inspirada en el juguete diabólico, la joven directora Kyra Elise Gardner estrena esta semana «Living with Chucky» en el Fantastic Fest, un certamen de cine de terror, fantasía y ciencia ficción celebrado en la ciudad de Austin (Texas, sur de Estados Unidos).
Se trata de un documental que analiza el impacto de este clásico de terror en la gran pantalla y también en la propia infancia de su creadora, pues Kyra es hija de Tony Gardner, uno de los responsables de efectos visuales de «Child’s Play» (1988), nombre oficial de la primera cinta de Chucky.
La niñez y la adolescencia de la cineasta quedaron profundamente marcadas por las réplicas del muñeco diabólico que su padre tenía en la vida real en casa y que estaban acompañadas por otras criaturas y monstruos con los que su progenitor se ganaba la vida como diseñador de maquillaje, de efectos especiales o como titiritero.
Así, Gardner comenzó a trabajar en este documental como parte de un proyecto asignado en sus estudios de dirección y producción de cine en la Universidad Estatal de Florida, donde se graduó en 2019.
«Realmente lo creé con fragmentos de mi infancia, así que quise conocer también cómo lo vivieron todas las personas que formaron parte del mismo y que por entonces fueron la segunda familia de mi padre», explicó Gardner en una entrevista con Efe.
Otras producciones como «Freddy vs. Jason» (2003) también se prodigaron en el formato documental una vez fraguada su leyenda. Algo que conoce la propia Gardner, quien aseguró que, en este caso, es una obra «diferente» con «el toque personal» de quien ha vivido en carne propia la trascendencia de Chucky.
A lo largo de sus 100 minutos de duración, «Living with Chucky» también sirve para analizar cómo el filme original, basado en un muñeco poseído por el alma de un asesino en serie, pudo desde su origen en 1988 abrirse paso en el cine de terror, inspirar a producciones posteriores de este género e influenciar culturalmente a la sociedad.
El propio padre de la autora del documental; uno de los directores de «Child´s Play», Don Mancini; y el actor que puso voz a Chucky en las tres primeras películas, Brad Dourif, ofrecen su visión de este fenómeno que cautivó al gran público.
Además, también aparecen otras figuras como el productor David Kirshner, la actriz Jennifer Tilly y diferentes seguidores de la franquicia que ayudan a componer una visión más completa del arraigo de Chucky.
La década de los ochenta fue especialmente prolífica para el cine de terror, que alcanzó otra dimensión con títulos como «The Shining» (1980), «The Changeling» (1980) o «A Nightmare on Elm Street» (1984).
«Me hubiera encantado vivir en esa época. (…) Creo que las limitaciones en los efectos visuales hacían que tuviéramos películas más fantásticas y en las se fomentaba más la creatividad», detalló Gardner.
Anteriormente, «Psychosis» (1960), «The Exorcist» (1973), «Halloween» (1978) o «Alien» (1979) ya habían aupado a este género como uno de los más consumidos por los espectadores internacionalmente.
El enorme abanico de filmes de terror icónicos que precedieron a «Child’s Play» (1988) no evitaron su éxito, a pesar de que a primera vista pudiera considerarse que su guion era más plano o sus escenas menos lucidas.
«Creo que la leyenda de Chucky sigue vigente y con mucha fuerza. Es algo así como un mito al que he querido seguir aportando consistencia con un documental en el que cada palabra está medida», sentenció la cineasta novel antes de su estreno en la edición de este año del Fantastic Fest.
Antes que Chucky, muñecos malvados como Hugo, Fats o los propios Gremlins acapararon la gran pantalla, pero su legado no es comparable al del juguete diabólico por excelencia, que sigue atemorizando a niños, y no tan niños, a pesar del protagonismo de fenómenos más recientes como «Saw» (2004) o «Annabelle» (2014).