
París, 19 dic (EFE).- Un español residente en el archipiélago francés de Mayotte, devastado el pasado fin de semana por el ciclón Chido, asegura que la situación para la población «va de mal en peor» por la escasez de agua, gasolina y electricidad, además de las conexiones terrestres y aéreas en vías de reconstrucción.
«Las reservas de agua que tenemos en casa ya se están terminando, tenemos 20 botellas para cuatro personas», ha informado Francisco José Postigo en un vídeo al que ha tenido acceso EFE gracias un generador eléctrico que le permite usar su teléfono móvil de forma intermitente.
Los españoles residentes en el archipiélago de ultramar, como este alicantino, reclaman ser evacuados por la magnitud de la devastación: «Nos gustaría pasar la Navidad con nuestros familiares».
La incertidumbre sobre el futuro y la necesaria provisión de víveres y gasolina opaca el tono de voz de Postigo, fisioterapeuta y uno de los cientos de españoles que se encuentran en Mayotte, que asegura que los supermercados y las tiendas están sufriendo saqueos.
«Se prevé que la situación va a seguir igual o empeorando porque de momento no hemos podido restablecer la conexión», agregó.
El presidente Emmanuel Macron se encuentra hoy en Mayotte para observar de primera mano los destrozos sufridos por el departamento, el más pobre de Francia, y asegurar a sus habitantes del compromiso de todo el país con la reconstrucción.
Macron anunció que alargará su visita para dormir esta próxima noche para visitar mañana otras zonas afectadas fuera de la capital, como barrios de chabolas. «Responde así a las peticiones de los habitantes, que le solicitan que se quede más tiempo», indicaron fuentes del Elíseo
Las autoridades han declarado la pasada noche el «estado de catástrofe natural excepcional» en el archipiélago para tratar de responder mejor a las urgentes necesidades de la población, además de haber establecido el pasado martes un toque de queda entre las 22.00 y las 4.00 para evitar los pillajes.
El balance de víctimas del ciclón continúa aumentando lentamente, con 31 muertos y 45 heridos graves, y las principales vías de comunicación terrestre empiezan a despejarse para que la ayuda humanitaria enviada desde la Francia continental pueda llegar.
El ciclón arrasó el pasado fin de semana este departamento francés -el más pobre del país-, con rachas de viento de hasta 220 kilómetros por hora, y se estiman centenares de fallecidos.