París, 12 dic (EFE).- El presidente francés, Emmanuel Macron, estira los plazos para el nombramiento del nuevo primer ministro, que se esperaba este jueves pero que no tendrá lugar antes del viernes, síntoma de las dificultades que está encontrando para designar al sustituto del conservador Michel Barnier.
El país entero aguardaba conocer el nuevo jefe del Ejecutivo, encargado de afrontar la situación de bloqueo político que vive el país, desde que el pasado martes el presidente se comprometiera a hacerlo en 48 horas.
Tras haber pasado la mayor parte de la jornada en Varsovia, donde mostró su respaldo a Ucrania junto al primer ministro polaco, Donald Tusk, Macron suspendió algunos de sus actos para regresar lo antes posible a París.
Una gesto en el que muchos vieron una señal de que cumpliría su plazo de 48 horas. Pero, pocos minutos después de que el avión aterrizara en la capital francesa, el Elíseo comunicaba que el anuncio tendría lugar este viernes por la mañana.
Macron efectuó varias llamadas desde el avión y tiene previsto continuar los contactos para encontrar un primer ministro que pueda tener un suficiente apoyo parlamentario para superar los tres meses de su antecesor.
Entre tanto, se habían acumulado las horas de especulaciones sobre quien relevará a Barnier y qué rumbo tomará el nuevo Ejecutivo para tratar afrontar la convulsión política que vive el país, con la urgencia de aprobar un presupuesto para el año próximo que detenga el crecimiento del déficit público y pueda cumplir con los compromisos adquiridos con Bruselas.
El baile de nombres fue constante, ante lo que se consideraba una decisión inminente.
El presidente reunió el pasado martes a todos los partidos con representación parlamentaria menos la extrema derecha de Marine Le Pen y la izquierdista La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon.
Desembarazado de los extremos, Macron esperaba encontrar un terreno para reunir a sus diputados de centro, a socialistas, ecologistas y comunistas, de la izquierda, y a la derecha moderada.
En el fondo, un pacto entre ellos para renunciar a presentar una moción de censura, a cambio de que el nuevo Gobierno se comprometiera a consensuar los presupuestos.
Exigencias partidistas
El débil compromiso fue perdiendo fuerza a medida que pasaban las horas y que los responsables de los diferentes partidos fueron imponiendo vetos a los distintos candidatos.
La izquierda exige que el nuevo primer ministro sea de su cuerda política, porque su alianza es la que obtuvo un mayor apoyo parlamentario en las legislativas de julio pasado, las que adelantó Macron tras sufrir una cruenta derrota en las europeas del mes anterior.
Pero los 'macronistas' y conservadores parecían reacios a apoyar a alguien que no proceda de la débil alianza en la que se apoyó Barnier.
Macron, al que la Constitución otorga el poder de nombrar al primer ministro, tardó dos meses en elegir al ex negociador del Brexit, cuyo futuro pasaba por la benevolencia de la extrema derecha lepenista.
Ahora prometió actuar con más celeridad y dejar que sea en nuevo primer ministro quien encuentre los respaldos suficientes en el parlamento.
Por delante se presentan tres hipótesis: la de elegir a alguien de su propio campo, a un socialista moderado o a una figura sin adscripción política.
En el primer caso, emerge ante todo el nombre del centrista François Bayrou, aliado de primera hora de Macron, que la izquierda veta sin ninguna duda.
Sobre la mesa también hay nombres surgidos del actual Ejecutivo, como el titular de Defensa, Sébastian Lecornu, o la de Trabajo y Sanidad, Catherine Vautrin, pero que la izquierda considera continuadores de la política 'macronista'.
A última hora emergió con fuerza el nombre del ex ministro de Industria Roland Lescure, fiel del presidente, vetado por una parte de la derecha por sus posiciones sobre la inmigración y considerado por la izquierda como cachorro del presidente.
El ex primer ministro socialista Bernard Cazeneuve puede contar con el apoyo de su partido, aunque sin demasiado entusiasmo, porque ha tomado distancias con la actual dirección. Pero la dirigente ecologista, Marine Tondelier, ya ha asegurado que no aprobaría el nombramiento.
Hay otras figuras de la izquierda que también suenan y que se han descartado personalmente. Es el caso del ex ministro de Exteriores Jean-Yves Le Drian, ex socialista antes de convertirse en 'macronista', o el ex dirigente sindical moderado Laurent Berger.
Cada vez son más las voces que piden al presidente que apueste por una figura de la sociedad civil sin adscripción política clara, para romper el bloqueo que existe en la Asamblea Nacional, sin que emerja ningún nombre en ese sentido.