
Viena, 23 mar (EFE).- El ucraniano Maksym Butkevych, uno de los pacifistas más conocidos de su país, pasó más de dos años como prisionero de guerra de Rusia tras alistarse para combatir la invasión del Kremlin, convencido de que defender Ucrania era también luchar por los derechos humanos.
Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, Butkevych, hasta entonces dedicado a la protección de refugiados y conocido por su antimilitarismo, tomó la decisión de alistarse en las Fuerzas Armadas de su país.
La guerra representaba para este hombre de 47 años una amenaza existencial no solo para Ucrania, sino también para los derechos humanos y las libertades fundamentales por las que había luchado.
«Sabía que si Rusia ganaba, no quedaría rastro alguno de derechos humanos en Ucrania, solo un régimen de terror», justifica su decisión en una entrevista con EFE en Viena, donde relató su experiencia en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Butkevych no se considera un pacifista en el sentido estricto de la palabra, aunque repudiaba la violencia y la guerra. Según argumenta, oponerse al militarismo no implica negarse a la autodefensa cuando la supervivencia y la justicia están en juego.
«Si pacifismo significa rechazar la violencia bajo cualquier circunstancia, entonces no soy pacifista», admite. «Pero si significa oponerse a la guerra y buscar siempre la paz, entonces sí lo soy», matiza.
Para Butkevych, que es teniente del Ejército, solo hay una manera real de acabar con la guerra: que Rusia detenga su agresión y retire sus tropas. Al mismo tiempo cuestiona al pacifismo que ignora el sufrimiento de los agredidos.
Prisionero de guerra
La decisión de Butkevych lo llevó al frente, donde fue capturado el 21 de junio de 2022 en Lugansk. Pasó más de 850 días como prisionero de guerra de Rusia, primero en condiciones de detención militar y luego condenado a 13 años en una colonia penal bajo cargos fabricados.
Los medios rusos lo presentaban como «espía británico» o como «neonazi» pese a su documentado antifascismo. ONG como Amnistía Internacional y Human Rights Watch lanzaron campañas para pedir su liberación y criticaron su juicio como una farsa.
Durante su cautiverio sufrió palizas, aunque se considera afortunado porque salió mejor parado que otros, pero confirmó lo que ya sabía en la teoría sobre el respeto de los derechos humanos en Rusia.
«Una cosa es conocer racionalmente lo que ocurre en Rusia; otra, muy distinta, es vivirlo», dice. Las violaciones de los derechos humanos no eran simples excesos individuales, sino una estrategia sistemática y deliberada.
«Lo sospechaba, pero nunca supe hasta qué grado el ser humano y el individuo no significan nada dentro de Rusia, mientras que el Estado lo es todo», destaca.
La lucha por liberar a otros prisioneros
Tras su liberación en un intercambio de presos el pasado octubre, Butkevych se ha volcado en la lucha por conseguir la puesta en libertad de otros prisioneros de guerra y civiles ucranianos detenidos. Sin embargo, el proceso es opaco y difícil.
Rusia se niega a colaborar con el Comité Internacional de la Cruz Roja y otras organizaciones internacionales, complicando los esfuerzos para lograr intercambios humanitarios.
Butkevych repite que la posición de Ucrania es clara: la liberación de prisioneros debe ser una condición previa para cualquier negociación de paz.
«Si Rusia no está dispuesta a liberar a los prisioneros, es una señal clara de que no está interesada en una negociación real», sostiene.
La Comisión Independiente de Investigación de la ONU sobre Ucrania indicó esta semana que Rusia ha cometido crímenes de lesa humanidad, incluyendo desapariciones forzadas y tortura, como parte de un ataque sistemático contra la población civil ucraniana.
La resistencia de la sociedad ucraniana
A pesar del cansancio y la dureza de la guerra, la sociedad ucraniana sigue comprometida con resistir la invasión, según relata.
«Ucrania no aceptará un acuerdo que implique reconocer la ocupación rusa de nuestros territorios», afirma, y recuerda que en esos territorios viven millones de conciudadanos «rehenes de Rusia».
Una de sus preocupaciones es la afinidad del presidente de EE.UU., Donald Trump, con el líder ruso, Vladimir Putin. Butkevych teme que una negociación entre ambos líderes sin la participación de Ucrania pueda tener graves consecuencias para su país.
«Solo con garantías de seguridad reales podrá haber paz», afirma el militar, que recalca esa condición, dado que Moscú ya rompió tratados y acuerdos anteriores.
Esas garantías implican también apoyo internacional continuo, no solo en términos militares, sino también en reconstrucción, apoyo a víctimas de guerra y reintegración de veteranos.
El trauma que ha dejado el conflicto es profundo, reconoce. Muchos ex prisioneros, como él, necesitan apoyo psicológico, legal y social. Sin un sistema adecuado para atender a las víctimas de la guerra, el impacto a largo plazo en la sociedad ucraniana puede ser devastador.
por Luis Lidón