Madrid, 9 nov (EFE).- La climatología ha sido clave en muchas batallas a lo largo de la historia. Durante la II Guerra Mundial, el Desembarco de Normandía, el 6 de junio de 1944, se retrasó un día debido a las inclemencias del tiempo. Y es que la meteorología puede ser un enemigo, pero también un aliado en las operaciones militares.
En ello trabaja el equipo del Centro Español de Meteorología para la Defensa (CEMD), funcionarios civiles de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y adscritos al Mando de Operaciones (MOPS) en la Base de Retamares (Madrid), al frente del cual está Beatriz Sanz.
QUE EL TIEMPO SEA UN AMIGO
«La meteorología es un enemigo que a veces aparece y a veces no. Intentamos que sea un amigo», asegura a EFE esta meteoróloga.
Creado en 2016 y formado por meteorólogos, predictores y observadores, el CEMD asesora a las Fuerzas Armadas tanto en las operaciones internacionales en las que están desplegados militares españoles como en ejercicios de adiestramiento.
Asimismo, presta apoyo a la Base Aérea de Gando (Gran Canaria), a la Unidad Militar de Emergencias (UME) o al Buque Escuela Juan Sebastián Elcano.
Además, elaboran informes diarios para el Cuartel General de la Operación Atalanta, ubicado en Rota (Cádiz), con información para los barcos o aviones que están desplegados en esta misión de la Unión Europea dirigida a la lucha contra la piratería en el Índico.
El centro también está preparado para asesorar en materia de defensa nuclear, radiológica, biológica y química (NRBQ). «En caso de que hubiera un accidente nuclear o químico, meteorología tiene algo que decir sobre cómo se va a mover la nube química».
Desarrolla su labor totalmente integrado con Defensa y forma parte de su proceso de decisiones, señala Sanz. «Cuando cualquier mando toma una decisión, nosotros somos uno de los ‘input’ que tiene que tener en cuenta».
VIENTO, NIEBLA, TURBULENCIAS, ENGELAMIENTO…
Félix Chinchón es analista predictor y se encarga fundamentalmente de elaborar el mapa de indicaciones para los barcos de la Armada y los aviones del Ejército del Aire.
Las predicciones normalmente son a 24 o 48 horas, ya que conforme se va alargando el periodo se vuelven más imprecisas. «Yo no basaría ninguna decisión importante en qué tiempo va a hacer dentro de cinco días», advierte.
A los ejércitos y a la Armada no les interesa tanto si va a llegar una borrasca o un anticiclón, sino cómo va a afectar a sus operaciones.
Aunque la velocidad del viento es una de las variables más importantes para la navegación, «no les importa si va a soplar entre 10 y 15 nudos, sino que necesitan saber si va a impedir, por ejemplo, que naveguen los barcos o puedan desembarcar», apunta Beatriz Sanz.
La niebla es otra de las variables que puede ser un enemigo, pero también un aliado: por ejemplo, ante un abordaje, dificulta ser descubierto en la maniobra de aproximación.
La aparición de viento cruzado en el despegue y en el aterrizaje, turbulencias, engelamiento (formación de hielo en algunas superficies del aparato), tormentas o niebla pueden obligar a anular un vuelo o elegir una ruta alternativa. Las altas temperaturas, a reducir la carga.
Las nubes altas pueden ser un problema para los «cazas» porque dificultan la visibilidad. Un cirro en caso de combate puede evitar ver a un avión enemigo que vuela por debajo. Los drones, por su parte, tienen unos límites de velocidad de viento muy bajos para poder volar.
La nubosidad baja que impide ver el terreno, la lluvia que embarra el suelo, el viento en las distintas capas y la temperatura son algunas de los fenómenos atmosféricos clave para un paracaidista.
Para evitar que el aire modifique la trayectoria de un misil, los operadores de artillería introducen en los aparatos de lanzamiento los datos del viento en altura y la intensidad.
NADA DESTACADO EN ATALANTA, NIEVE EN LETONIA, LLUVIAS EN BOSNIA
Sanz incide en la importancia de la seguridad, que se traduce en que «no ocurra ningún percance por un fenómeno meteorológico adverso no previsto», como una tormenta de arena en Irak, que puede destruir un helicóptero.
«Trasladamos todos nuestros conocimientos de meteorología en un lenguaje que los militares entiendan, dirigido a sus intereses».
Todos los lunes y jueves Sanz se reúne con el Estado Mayor del MOPS al que ofrece un ‘briefing’ en el que de forma breve presenta la situación meteorológica en todas las zonas de operaciones: ‘Nada destacado en Atalanta, nieve en Letonia, lluvias fuertes en Bosnia, fuerte oleaje en el Atlántico, etc.’
Además, a las unidades desplegadas se les envía todos los días un informe con la previsión a tres días.
Los especialistas del CEMD vigilan constantemente el tiempo prácticamente en casi todas las zonas del mundo. «Por ejemplo, advertimos con diez días de antelación de un ciclón que se iba a formar en el Golfo de Adén (Somalia) y que iba a afectar a los barcos españoles», relata Sanz.
La colaboración del Centro con Defensa es muy estrecha. Como explica a EFE el teniente coronel Navarro, del Ejército del Aire, «coordinamos prácticamente a diario» el impacto de la meteorología para tener el mejor adiestramiento posible en los ejercicios.
«Y no solo durante la ejecución, sino previamente en la fase de planeamiento. Las tropas tienen que entrenarse en todas las capacidades y una de ellas es cómo afrontar el impacto meteorológico», precisa este coronel del MOPS.
APOYO VIRTUAL E ‘IN SITU’
Lo hacen en ejercicios virtuales y en reales. En el primer caso, se plantea un escenario con unas determinadas variables (niebla, viento.. etc) y el Centro «hace un ‘atrezzo’, lo pinta», señala Sanz.
También asesoran ‘in situ’ en maniobras reales, tanto en territorio nacional como en el exterior. Este año uno de los meteorólogos embarcó un mes en el portaeronaves Juan carlos I durante el ejercicio Adriatic Strike, que se desarrolló en aguas del Mar Adriático y en las que participó la Armada española.
En septiembre, la jefa del Centro participó en el ejercicio dinámico Mariner-Mavi Balina 22 de la OTAN, que se llevó a cabo en la Base Naval de Aksaz (Turquía).
Y más recientemente, en octubre, una de las predictoras prestó apoyo en el ejercicio «Sirio 22′, organizado por el Mando Aéreo de Combate de Canarias, el más importante de adiestramiento a nivel nacional del Ejército del Aire y del Espacio.
Teresa Díaz