Lagos, 24 feb (EFE).- Nigeria, el país más poblado de África con más de 213 millones de habitantes, elige mañana en unas competitivas elecciones al sucesor del presidente Muhammadu Buhari, en el poder desde 2015, quien se retirará del cargo tras agotar su segundo mandato consecutivo de cuatro años permitido por la Constitución.
Según la Comisión Electoral Nacional Independiente (INEC), casi 93,5 millones de personas están registradas para votar este sábado en más de 176.800 centros electorales repartidos por todo el país.
Las urnas estarán abiertas desde las 08.00 hora local (07.00 GMT) hasta las 14.00 hora local (13.00 GMT) en unos comicios que se presentan como los más competitivos desde la restauración de la democracia en 1999.
Dieciocho candidatos compiten en esta carrera presidencial, pero las encuestas señalan que sólo tres tienen posibilidades reales de vencer: el musulmán Bola Tinubu, candidato del gubernamental Congreso de Todos los Progresistas (APC); Atiku Abubakar, del Partido Democrático de los Pueblos (PDP); y el cristiano Peter Obi, del Partido Laborista.
Todos ellos terminaron sus campañas electorales esta semana antes de la fecha límite (este jueves) establecida por la INEC.
Tinubu, un político veterano de 70 años, lo hizo con un mitin en Lagos, la capital económica de Nigeria, en el que elogió al presidente Buhari y prometió «sostener» su «legado».
El aspirante del APC, conocido como el «padrino de Lagos», prometió mejorar la economía del país, acabar con los problemas de inseguridad, impedir el malgasto de los fondos públicos y terminar con los subsidios de combustible.
Abubakar, de 76 años, es otro peso pesado de la política nigeriana que opta por sexta vez a la Presidencia.
El candidato del PDP escogió su estado natal, Adamawa (noreste), para terminar su campaña en un mitin en el que prometió «un país pacífico con una economía boyante, la mejor educación posible para nuestros hijos, y gobiernos locales con los recursos que les corresponden».
Por su parte, Obi, de 61 años, se presentó en Lagos como una alternativa al bipartidismo que ha dominado la política nacional desde 1999.
«Todo lo que el PDP y el APC han conseguido durante los últimos veinte años es producir inseguridad, pobreza, desempleo, huelgas de profesores universitarios y sufrimiento», dijo el candidato laborista, popular en zonas urbanas y entre los jóvenes.
Además de votar al presidente, los nigerianos elegirán a los 469 legisladores de la Asamblea Nacional: 109 del Senado (Cámara alta) y 360 de la Cámara de Representantes (Cámara baja).
El próximo presidente de Nigeria debe conseguir para ganar los comicios, aparte de la mayoría de los votos, más de una cuarta parte de los sufragios emitidos en al menos dos tercios de los 36 estados del país.
Pero si ningún candidato cumple esos requisitos, las elecciones se repetirán antes de que pasen 21 días con los dos aspirantes que hayan cosechado más votos.
Los nigerianos esperan que el uso, por primera vez en unos comicios generales, de tecnologías como la del reconocimiento biométrico de los votantes o la transmisión electrónica de los resultados de las mesas electorales eviten las acusaciones de fraude que empañaron las votaciones de años anteriores.
Para impedir que ataques de los grupos armados que batallan en el país interrumpan el proceso electoral, el inspector general de la Policía nigeriana, Usman Alkali Baba, anunció la semana pasada el despliegue de más de 310.900 agentes de seguridad por toda Nigeria.
Asimismo, los comicios serán escudriñados por alrededor de cien observadores electorales de la Unión Europea (UE) liderados por el europarlamentario irlandés Barry Andrews; así como por observadores de la Unión Africana (UA) dirigidos por el expresidente keniano Uhuru Kenyatta.
Al anunciar el despliegue de la misión de observación europea el pasado enero, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, destacó que «estas elecciones serán cruciales para la consolidación de la democracia en Nigeria y para la estabilidad de la región».
El vencedor la votación presidencial heredará una nación asolada por una inseguridad creciente en algunas partes del país, con ataques constantes de bandas criminales que secuestran a civiles para exigir lucrativos rescates, de grupos yihadistas y de rebeldes independentistas.
También deberá hacer frente a la devaluación de la moneda local (naira), una inflación galopante y el elevado desempleo, pese a que Nigeria destaca como el principal productor de petróleo de África y la economía más grande del continente.
Yinus Buhari