Montijo (Portugal), 5 sep (EFE).- Nininho Vaz Maia se convirtió en un fenómeno musical por mezclar la tradición del flamenco con el pop y ahora, cuando se prepara para actuar en el mayor escenario luso, se enorgullece de sus logros en una entrevista con EFE: «Soy el primer cantante que consiguió que todo Portugal escuchase música gitana».
Nunca pensó que su carrera en la música empezaría durante un arresto domiciliario por una pelea. Fue ahí cuando aprendió unos acordes con los que compuso algunos temas, que once años más tarde le han llevado a acumular más de 33 millones de visualizaciones en su canal de YouTube.
Después de publicar vídeos caseros en internet y agotar las entradas en sus dos primeros conciertos, en 2021 lanzó su primer álbum, ‘Raízes’, en el que hablaba de su historia como gitano y sus aspiraciones, pero va más allá de eso: «Quería mostrarle a la gente que es posible crecer como artista. Hasta nosotros, que no teníamos oportunidades para eso».
Con ese trabajo recibió un disco platino durante un concierto en el Coliseo de Lisboa, algo que le hace sentir orgulloso: «La industria musical portuguesa creyó en mí, pero sobre todo me hace feliz que los niños del barrio sueñen con ser artistas y crean en ello», reflexionó conmovido el cantaor, que defendió tener «un estilo muy único».
La mezcla de estos dos géneros musicales no siempre fue fácil. Recibió críticas por parte de la comunidad gitana, pero para el artista luso la música «no tiene límites».
Canta algunos temas en portugués y otros en español, idioma que habla habitualmente con su mujer, de nacionalidad española, y quiere ser «el primer artista portugués» en introducir su estilo musical entre los hispanohablantes, que ya constituyen un gran ejército de fans.
Aunque España está en su lista de destinos, ahora está centrado en su gira por Portugal, al tiempo que prepara su próximo álbum y el show en el MEO Arena, el mayor recinto del país, que tendrá lugar el próximo 15 de marzo.
Nunca imaginó actuar en un escenario así, reveló el músico, que durante mucho tiempo cantó sólo para su familia, la misma que en su infancia le inculcó el cante: «En mi casa todos tocaban, tenían mucho arte».
Nininho (1988, Lisboa) fue el mote que su tía le puso porque Avelino era un nombre «muy pesado» para un niño, y lo mantuvo a pesar de las sugerencias que le hicieron cuando empezó su carrera.
Aún recuerda su infancia en Picheleira -un antiguo barrio de barracas en Lisboa-, con once tíos por parte de madre y otros diez por el lado de su padre. Fue él quien le infundió la tradición portuguesa del fado.
En el camino también se encontró con problemas de racismo por ser gitano, aunque el artista hizo hincapié en que no puede hablar de discriminación porque en Portugal siempre le han acogido muy bien.
Dejó la escuela porque no quería estudiar y pasó por varios empleos. Ayudó a su tío una temporada, trabajó durante tres meses en Ikea y fue monitor de niños.
Hasta que una pelea en una discoteca le cambió la vida: «Antes era lo más normal, nosotros crecimos en el barrio y salíamos con mucha gente, había alcohol de por medio…».
El juicio concluyó con prisión domiciliaria. Durante su arresto grabó un vídeo cantando en el sofá con una pulsera electrónica en el tobillo.
Su prima lo subió a YouTube y, sin saberlo, puso en marcha la maquinaria para catapultarlo a la fama.
Tras su puesta en libertad siguió trabajando como monitor y en el proceso le contrataron para actuar en un auditorio: «Pensaba que iba a cantar para 10 o 15 niños, pero me encontré con 400 personas, yo estaba temblando».
«No me veía como artista ni pensaba que conseguiría construir mi vida a través de la música. Hoy sí, no hace mucho que lo pienso, pero a día de hoy sí», reflexionó.
Agotó las entradas en sus primeros conciertos de debut, algo que Nininho ve hoy como mágico, y pese a que ahora su impacto es mucho mayor, para él todo trabajo es importante.
«Hasta mi tobillera electrónica lo fue», confesó el músico que pasó de actuar en el barrio a tocar el cielo del mayor palco del país.
Rocío Muñoz Jiménez