María Alonso
Málaga, 17 abr (EFE).- Noah Torrón tiene doce años, estudia en el Conservatorio Profesional de Danza 'Pepa Flores' de Málaga y ha sido seleccionado para todos los cursos de verano a los que se ha presentado de las mejores compañías de ballet del mundo. Su objetivo, asegura en una entrevista con EFE, es ser bailarín profesional y «volar alto».
Con una seguridad absoluta, da por sentado que «en cuanto pueda», es decir, el año que viene o el siguiente como muy tarde, dejará la casa de sus padres para continuar sus estudios de ballet en otras ciudades de España o el extranjero.
Aunque su sueño es estudiar en la Royal Ballet School de Londres, donde ya ha recibido clases, o en la Ópera Nacional de París, donde finalmente este año realizará su curso de verano, su intención es mudarse «como paso intermedio» a Madrid para estudiar en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma.
Sus padres, ambos profesores de música, apoyan la decisión de su hijo porque saben que es la manera en que podrá cumplir su sueño.
«Después de ver cómo lo han seleccionado para estos cursos entre cientos de niños de estas grandes compañías de danza, es evidente que algo hay que hacer ya. Como padres, a ver cómo lo hacemos, por cuestiones educativas y económicas, pero él sabe que quiere volar alto. El problema es cuándo y cómo lo hacemos, pero lo vamos a apoyar», explica a EFE su padre, Jorge Torrón.
De 'Billie Jean' a 'Giselle'
Según explica su madre, Soledad Fernández, Noah empezó a bailar cuando era pequeño «casi obsesionado» con Michael Jackson.
Después de ver el talento de su hijo, su «intención» fue que estudiara flamenco o danza contemporánea, aunque como «suele ocurrir», confiesa, su hijo le rompió los esquemas.
Noah cuenta que fue en tercero de primaria cuando se dio cuenta de que se quería dedicar profesionalmente al ballet.
«Empecé a hacer ballet en primero de básica, pero era una cosa muy sencilla. Ahí no tenía muy claro si quería hacer ballet, danza española o muchas otras cosas más. Me di cuenta en tercero de básica, cuando ya me gustaba muchísimo la danza y el ballet en específico», rememora desde su habitación, en la que ahora estudia el ballet 'Giselle' para una representación que tiene esta semana en el conservatorio.
Una dosis de sacrificio y otra de talento
Sus padres destacan que Noah tiene tanto aptitud para la danza como actitud, algo que, como profesores de piano -él- y lenguaje musical -ella-, saben por experiencia.
Añaden que su hijo va un año por delante de sus compañeros porque se presentó a las pruebas de acceso para el grado profesional y, tras sacar muy buena nota, lo adelantaron de curso.
Noah, a quien lo que más le gusta del ballet es la variedad de movimientos que se realizan y la alternancia entre ellos, detalla que en el conservatorio los días son «variados».
«Hay días que son cuatro horas, días que son tres horas y media. Y bailo, de lunes a sábado. El domingo me tomo un descanso para hacer las cosas del colegio, estudiar o hacer deberes», explica.
Preguntado sobre si le resulta complicado compaginar sexto de primaria con el conservatorio, afirma que «algunas veces, cuando tengo muchos exámenes es difícil. Y cuando no tengo tantos pues se me hace la cosa más relajada».
De Milán a Portugal, Nueva York y París
Como detallan sus padres, el 'feedback' que le dan sus profesores del conservatorio es muy bueno, algo que confirma que haya sido seleccionado para todos los cursos de verano a los que se ha presentado.
Según precisan, el pasado verano asistió al curso intensivo de la Accademia Teatro della Scala en Milán (Italia) y a otro en el Conservatorio Internacional ballet y Danza Annarella Sánchez en Leiria, Portugal.
Este año asistirá, en junio, al curso de verano de la School American Ballet en Nueva York y, en julio, al de la Ópera Nacional de París.
Noah reconoce tener «muchas ganas» y está dispuesto a llevar a cabo los sacrificios que supone dedicar su vida a convertirse en un bailarín profesional de ballet.
No obstante, indica que cursará estudios de bachillerato por si le ocurriera alguna lesión a lo largo de su carrera.
«Si, por ejemplo, entro en una compañía y me lesiono permanentemente, reanudaría otra vez mis estudios y comenzaría la universidad y me buscaría un trabajo. No tengo claro de qué porque me he centrado mucho en mis planes del ballet, pero ya habría que verlo», concluye esta joven promesa.