Raúl Casado
Madrid, 23 dic (EFE).- El astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Pablo Álvarez se prepara intensamente para una larga estancia (seis meses) en la Estación Espacial Internacional antes de 2030, y mantiene que «todo» lo que se hace en este gigantesco complejo tecnológico que orbita la Tierra «es ciencia» y redunda en beneficio de la humanidad.
Realizar los experimentos científicos que se realizan en las condiciones de microgravedad que tiene la Estación Espacial Internacional no es posible en la Tierra, asegura Pablo Álvarez, pero consciente del elevado coste y de la complejidad que tiene la milimétrica formación de un astronauta, él siente y asume el compromiso de devolver a la sociedad una parte de ese esfuerzo, y lo hace compartiendo conocimientos y apostando por la divulgación y la educación.
Pablo Álvarez ha interrumpido durante unos días el intenso entrenamiento al que se está sometiendo, y en una entrevista con EFE repasa lo dura y apasionante que está siendo esta formación, pero también los principales objetivos estratégicos de las grandes agencias espaciales (regresar a la Luna; establecer ahí una base permanente; o enviar una misión tripulada a Marte), y se pronuncia sobre el futuro de la Estación Espacial o sobre el turismo espacial y la salida al espacio de astronautas millonarios.
La fuerte irrupción del sector privado, con empresas como la estadounidense Space X, ha propiciado, según Pablo Álvarez, «una revolución» en el sector que va a posibilitar un abaratamiento del acceso al espacio, que va a habilitar muchas misiones que hasta ahora no eran posibles, un aumento del número de compañías con proyectos propios, y una «nueva economía» en las órbitas bajas y más próximas a la Tierra.
Superar los límites de la ciencia
«La órbita baja (en la que se sitúan la Estación Espacial y cientos de naves y satélites) va a ser rentable comercialmente, y las agencias espaciales y las empresas van a estar ahí para invertir, para seguir explorando, para llevar a la Humanidad a un paso más allá y para superar los límites de la ciencia y la tecnología, como ha hecho hasta ahora el sector espacial».
El astronauta español está convencido de que las grandes agencias espaciales, como la NASA y la ESA, seguirán «abanderando» el sector, pero también de que esa irrupción privada va a propiciar una aceleración de los desarrollos tecnológicos «impensable hace diez años» y que todo ello redundará también en beneficio de esas agencias y de la ciencia.
¿Y sobre el turismo espacial?, ¿sobre el acceso al espacio de personas multimillonarias? Pablo Álvarez incide entonces en la importancia «de aprender de los errores del pasado» y en el valor que las grandes agencias están haciendo por la seguridad y la sostenibilidad de la industria aeronáutica y aeroespacial.
«Si eres capaz de salir al espacio con un impacto mínimo y contribuyendo al desarrollo tecnológico, lo veo bien; si no consigues eso y lo haces sólo por subir y estar tres minutos flotando a 100 kilómetros, a mí no me salen las cuentas del riesgo que estás asumiendo a cambio de lo que recibes», ha manifestado a EFE.
A la ISS antes de 2030
Desde que fue seleccionado, en 2022, como astronauta por la ESA, Pablo Álvarez se ha centrado en un sofisticado programa de entrenamiento básico que le ha proporcionado formación en áreas como sistemas, naves, caminatas espaciales, ingeniería de vuelo, robótica o sistemas de soporte vital, además de formación en supervivencia y medicina.
Tras conseguir la certificación como astronauta en el Centro Europeo de Astronautas de la Agencia Espacial Europea, lo que le convierte en elegible para participar en misiones espaciales, ha completado su formación con la certificación para la realización de «actividades extravehiculares» en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston (Texas, Estados Unidos), donde ha realizado pruebas en la gigantesca piscina que recrea las condiciones de ingravidez del espacio y ha probado el voluminoso y pesado traje espacial que deberá utilizar cuando salga al exterior de la Estación Espacial.
Todavía le espera, en 2025, formación específica en robótica en Canadá para manejar los brazos robóticos de la Estación Espacial o la preparación como piloto de aeronaves, y aunque incide en que la preparación de un astronauta «no termina nunca» asegura que estará listo para viajar a la ISS en una misión de larga duración (seis meses), lo que se producirá -«estoy convencido»- antes de 2030.
Tampoco cree que otros retos y ambiciosos proyectos espaciales (llegar a Marte con naves tripuladas o regresar a la Luna) vayan a ir en detrimento de la Estación Espacial Internacional antes de que este complejo tecnológico y científico se vaya a «desorbitar» en 2030 y se ponga así fin a su vida útil.
«No tenemos otra estación en una órbita baja y es el único laboratorio para hacer experimentos en microgravedad y muchos de esos trabajos de investigación están aprobados o ya en marcha: El plan no va a cambiar, y es seguir haciendo ciencia hasta el fin de la Estación Espacial».
El astronauta ha señalado además que varios programas espaciales (Artemis o Gateway) para retornar a la Luna siguen adelante y cuentan con una importante aportación europea y que la ESA tiene varios «asientos» para incorporar cosmonautas a esas misiones, y aunque su entrenamiento se ha centrado durante los últimos meses para permanecer durante un largo periodo en la Estación Internacional, los astronautas profesionales de la ESA se preparan «para estar listos para cualquier misión que pueda venir».