Marina Estévez Torreblanca
Madrid, 30 nov (EFE).- Philippe Jaroussky, uno de los contratenores más importantes del mundo, ha popularizado una voz de timbre agudo, próxima a la de las mezzosopranos y los castratos, que hoy «es un acto político», reconoce, porque significa «una evolución de la sociedad» y una contestación a la intolerancia.
Jaroussky (Maisons-Laffitte, Francia, 1978) habla con EFE tras llenar el Auditorio Nacional en Madrid -en el marco de la programación del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM)- con la gira 'Forgotten arias', de la que tiene otras dos actuaciones previstas en el Palacio de las Artes de Valencia (este jueves 30 de noviembre) y en el Palau de la Música de Barcelona (4 de diciembre).
«El éxito de estos conciertos me da confianza en la idea de que no necesitamos cantar todo el tiempo las mismas diez arias, aunque reconozco que me siento raro si no canto a Vivaldi, mi mejor agente», bromea sobre el repertorio barroco que interpreta junto a la orquesta Le Concert de la Loge.
En esta gira, como en el disco homónimo, el hilo conductor son los libretos de Pietro Metastasio para compositores «olvidados» del Barroco (que es el estilo musical con más piezas adecuadas para contratenores), como Johann Adolf Hasse o Giovanni Battista Ferrandini, cuyo 'Gelido in ogni vena' está entre los temas favoritos de Jaroussky.
Ser contratenor como acto político
Jaroussky, que se expresa en un aceptable castellano, remarca que prácticamente desde que empezó su carrera hace 25 años escucha que «los contratenores se han puesto de moda», pero a su juicio este registro que «empezó siendo una curiosidad» ahora ya «forma parte de la gran familia de las voces líricas».
«Creo que el Barroco, a cuya historia están ligados los contratenores, ha entrado para quedarse en las salas de conciertos, una parte de la música barroca estaba injustamente olvidada», reflexiona, entre otras cosas porque su ritmo «fijo e implacable» conecta de laguna manera con la música actual. «Veo a contratenores dentro de cincuenta años», explica.
Pero además, cree que es un tipo de voz clara y ligera que representa «una evolución de la sociedad» en un momento en el que el debate sobre género está cada vez más presente. «Me parece que un contratenor es un hombre que dice 'soy un hombre, pero puedo sentir una sensibilidad diferente'».
Y también es «ser un poquito niño en la cabeza» y «preservar una parte de la infancia», añade este cantante, uno de los más importantes en la escena internacional. Asegura estar siguiendo mucho a una nueva generación de contratenores para los que «prácticamente no hay limitaciones en la tesitura».
El francés es muy discreto con su vida privada pero ha declarado públicamente su homosexualidad, aunque advierte de que ser contratenor no está ligado a una tendencia concreta. Remarca que los intérpretes de esta música lo son por «una necesidad de cantar con esa voz, porque es la que se tiene», al margen de sus preferencias sexuales.
También admite que hay aficionados que por razones musicales prefieren que el repertorio de los castratos lo interpreten mujeres (cita entre otras a la gran mezzosoprano Cecilia Bartoli) y no contratenores. Pero además, como él mismo ha podido comprobar en determinados comentarios en internet sobre sus actuaciones «hay una parte de la sociedad a la que le molesta que un hombre cante así. En este sentido es un acto político», afirma.
Un disco en español
Jaroussky adelanta que se está planteando grabar en un futuro un disco en español, con obras de Manuel de Falla, Granados y Albéniz, después de haber probado un viaje sonoro multicultural con el guitarrista francés de origen español Thibaut Garcia. En 'À sa guitarre' canta por ejemplo la pieza argentina 'Alfonsina y el mar', que popularizó Mercedes Sosa.
«Lo que me parece importante es hablar cantando, no es fácil, y que la gente entienda el sentimiento que transmiten los temas, aunque no entienda el idioma», remarca el cantante, que prepara antes un disco en alemán con piezas de Franz Schubert.
Aunque Jaroussky, que comenzó su carrera como violinista, ha cantado sobre todo en italiano, el idioma de la ópera, lo ha hecho también en inglés, francés o latín.
Su propio origen familiar es ruso, ya que su bisabuelo llegó como inmigrante a Francia a principios del siglo XX: «Como no entendía que le estaban preguntando el apellido, contestaba 'Ja Russky', es decir, 'yo soy ruso', y así lo escribieron. No sabemos cuál era su nombre real», cuenta.
Además de seguir cantando y adaptando su repertorio y voz a su edad -«se trabaja toda la vida, debemos adaptar la voz al cuerpo y tener curiosidad»- Jaroussky está iniciando una segunda carrera como director de orquesta. «Los artistas hacemos cosas únicas, pero no fantásticas, no salvamos vidas. Y no debemos olvidar que tenemos mucha suerte», reflexiona.